ROMA – La producción y la ingesta calórica de productos de origen animal seguirá creciendo en el mundo en los próximos 10 años, pero en los países de más bajos ingresos el promedio del consumo de calorías de ese origen no llegará siquiera a la mitad de la medida internacionalmente recomendada.
Es una de las conclusiones de un nuevo estudio divulgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde, de grandes economías)
El informe “Perspectivas agrícolas OCDE-FAO 2025-2034” señala que a nivel mundial será necesario aumentar la producción alimentaria mediante mejoras en la productividad agrícola, para reducir la desnutrición y las emisiones de gases de efecto invernadero de origen agrícola.
Según sus proyecciones, el consumo total de productos agrícolas y pesqueros crecerá, a precios constantes, 13 % con respecto a los niveles actuales.
Se espera que casi la totalidad de este aumento se produzca en países de ingresos bajos y medios, “lo que refleja la expansión y el aumento de la riqueza de la población en estas regiones”.
Sin embargo, mientras que la mitad del crecimiento del consumo en los países de ingresos medios se atribuye al aumento per cápita, tres cuartas partes del crecimiento en los países de ingresos bajos se basa en el crecimiento demográfico.
En los países de ingresos medianos bajos, un crecimiento más pronunciado de 25 % elevará la ingesta diaria promedio per cápita de alimentos ricos en nutrientes a 364 calorías, superando las 300 incluidas en la Canasta de la Dieta Saludable utilizada por la FAO para calcular el costo y la asequibilidad de una dieta saludable.
En cambio, en los países de bajos ingresos (medio centenar en África, Asia y Haití en el Caribe), la situación es más grave, ya que se espera que la ingesta diaria promedio per cápita de alimentos animales ricos en nutrientes se mantenga en 143 calorías, justo por debajo de la mitad de las indicadas en la canasta.
Esa persistente brecha nutricional “pone de relieve barreras estructurales, como el acceso limitado a alimentos asequibles ricos en proteínas”, dice el informe.
Pero, además, advierte de que los indicadores promedio no reflejan las persistentes desigualdades distributivas dentro de los países ni entre ellos.
Muchas personas en los países de ingresos medianos bajos seguirán enfrentando dificultades para acceder a una nutrición adecuada, lo que pone en riesgo las metas de mejorar la nutrición mundial contempladas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) inscritos en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.
El ODS 2, Hambre Cero, colocó como metas poner fin al hambre y a todas las formas de malnutrición, asegurar el acceso de todas las personas a una alimentación sana y suficiente, y duplicar la productividad agrícola y los ingresos de los productores de alimentos en pequeña escala.
El secretario general de la Ocde, Mathias Cormann, dijo que “tenemos las herramientas para acabar con el hambre e impulsar la seguridad alimentaria mundial”.
Pero para ello “se necesitan políticas bien coordinadas para mantener abiertos los mercados alimentarios mundiales, al tiempo que se fomentan mejoras de productividad a largo plazo y la sostenibilidad en el sector agrícola”.
“La Ocde y la FAO pueden apoyar a los responsables políticos de todo el mundo en estos esfuerzos con nuestros datos, análisis y recomendaciones basadas en la evidencia”, agregó Cormann.
En los escenarios analizados se plantea que, para 2034, la subalimentación podría eliminarse y las emisiones directas de gases de efecto invernadero agrícolas (que contribuyen al calentamiento planetario) podrían reducirse siete por ciento con respecto a los niveles actuales.
El logro simultáneo de esos resultados dependería de un aumento de 10 % en la producción de alimentos y una mejora de 15 % en la productividad agrícola, respaldada por la adopción generalizada de las tecnologías actualmente disponibles para la reducción de emisiones.
Vías para lograrlo son las innovaciones como la agricultura de precisión, la gestión mejorada de nutrientes y agua, la mejora de los piensos en los sistemas ganaderos y prácticas escalables de bajo costo como la rotación de cultivos, el intercalado de cultivos y la gestión de nutrientes basada en compost.
El director general de la FAO, Qu Dongyu, también afirmó que las proyecciones “apuntan a una mejor nutrición para muchas personas en los países en desarrollo, un resultado positivo que debe ampliarse para llegar a quienes viven en los países de ingresos más bajos”.
“Una menor intensidad de carbono en los sistemas agroalimentarios también es bienvenida, pero podemos hacerlo mejor, y la FAO y la Ocde están listas para ayudar a reducirla aún más”, agregó Qu.
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