MONTEVIDEO – Con una exaltación unánime de sus ideas, su militancia incansable y el ejemplo de su vida sencilla en una pequeña granja, la izquierda de América Latina se entregó a despedir a José “Pepe” Mujica (1935-2025), el expresidente de Uruguay que falleció víctima de cáncer este 13 de mayo, a sus 89 años.
Su gran amigo Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, dijo que “Pepe Mujica no fue apenas un militante de izquierda, no fue un senador o un diputado o un presidente de Uruguay. Era un ser humano muy importante para la democracia, para los sectores progresistas de la sociedad, para la izquierda”.
“Creo que, si no hubiera nacido, tendría que nacer otra vez para que la gente tuviera un ejemplo de ser humano con mucha dignidad, con mucho respeto, con mucha solidaridad y con mucho coraje”, agregó Lula, él mismo otro referente de la izquierda que ha cosechado éxitos electorales en la región en lo que va de siglo.
Mujica, en las décadas de 1960 y 1970 un activo guerrillero del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, se integró luego con el Movimiento de Participación Popular al izquierdista Frente Amplio que ha gobernado varias veces Uruguay, una vez con él como presidente, entre los años 2010 y 2015.
El actual mandatario, Yamandú Orsi, también frenteamplista, dio así la noticia: “Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica. Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho Viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo”.
Su lucha como guerrillero le costó a Mujica graves heridas, más de 10 años de dura cárcel y pérdida de la salud. Cuando salió en libertad en 1985, llevaba consigo el reconocimiento de los suyos como luchador y víctima de la dictadura (1973-1985).
Entregado luego a la política electoral y de masas, ministro y luego presidente, se convirtió en una figura internacional que destacaba por la exposición clara, sencilla y contundente de sus ideas progresistas.
Pero, sobre todo, por su vida austera en una pequeña chacra (granja) cerca de Montevideo, donde vivió con su esposa y también dirigente de izquierda Lucía Topolansky, compaginando su vida cotidiana con su prédica de sencillez y humildad.
Donó a obras de caridad 90 % de su sueldo como presidente, se transportaba él mismo sin chófer en su auto, un escarabajo Volkswagen 1987, ocupándose de las tareas del hogar y la granja… un modo de vida en el que no consiguió imitadores, ni siquiera entre los destacados presidentes y líderes de izquierda que le admiraban.
“Me llaman el presidente más pobre, pero yo no me siento pobre. Pobres son esos que trabajan para tratar de mantener un estilo de vida caro y siempre quieren más y más. Es una cuestión de libertad”, dijo en una de las tantas entrevistas y declaraciones que la prensa divulgaba con gran éxito de audiencia.
“Yo soy republicano, pero el problema es que las presidencias se terminan pareciendo a las monarquías. Alfombra roja, todo el aparato… y las repúblicas tienen que ser otra cosa. Porque si las que eligen son las mayorías, entonces los presidentes tienen que vivir como vive la mayoría, no como vive la minoría”, abundó.
A veces se lucía con exposiciones que se remontaban a la historia, y en otras ocasiones con simples frases cortantes, como “a los que les gusta la plata hay que correrlos de la política, son un peligro”.
Entre los lamentos por su muerte llegó el del secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, para quien Mujica “será recordado no solo por su firme compromiso con la justicia social, la igualdad y la solidaridad, sino también por la forma profundamente humana en que encarnó esos valores”.
“Gobernó con humildad, eligiendo la sencillez sobre el privilegio, y nos recordó -con sus palabras y su ejemplo- que el poder debe ejercerse con responsabilidad y compasión”, añadió Guterres.
En México, la presidenta Claudia Sheinbaum dijo que “lamentamos profundamente la muerte de nuestro querido Pepe Mujica, ejemplo para América Latina y el mundo entero por la sabiduría, pensamiento y sencillez que lo caracterizaron. Externamos nuestra tristeza y pésame a familiares, amigos y al pueblo de Uruguay”.
El colombiano Gustavo Petro expresó que “ha muerto Pepe Mujica, el gran revolucionario, el presidente de Uruguay. Adiós, amigo. Ojalá América Latina algún día tenga himno; ojalá América del Sur se llame algún día: Amazonia”.
Desde Santiago de Chile, el presidente Gabriel Boric escribió en sus redes sociales “Pepe querido, te imagino partiendo preocupado por la ensalada amarga que hay hoy en el mundo. Pero si algo nos dejaste fue la esperanza incombustible de que es posible hacer las cosas mejor”.
“Te vas físicamente, pero te quedas para siempre. Te prometo que el olivo que plantamos en febrero en tu chacra florecerá. Gracias por la vida y las enseñanzas. Contigo será imposible el olvido”, agregó.
A finales de febrero pasado, Lula, Petro y Boric, quienes acudieron a Montevideo para la investidura de Orsi el 1 de marzo, visitaron a Mujica en su chacra, en una suerte de despedida y último tributo al viejo luchador. “Sabía que sería la última vez que lo vería con vida”, dijo Lula.
El expresidente boliviano Evo Morales (2006-2019) resumió el sentimiento de la izquierda afirmando que “América Latina está de luto”, y la exmandataria argentina Cristina Fernández (2007-2015) expresó que “América Latina despide a un gran hombre que dedicó su vida a la militancia y a su patria. Pepe, te vamos a extrañar”.
Gobernantes de izquierda que fueron blanco de las críticas de Mujica al autoritarismo también comunicaron sus condolencias.
El venezolano Nicolás Maduro dijo que “con profundo pesar, transmitimos nuestras condolencias y sentimientos de solidaridad a los compañeros, compañeras y familiares de José ‘Pepe’ Mujica. Hombre humilde e incansable luchador social, cuya vida fue de lucha, enfrentando todas las vicisitudes con entereza y dignidad”.
En Cuba, el presidente Miguel Díaz-Canel escribió que “nuestra América lamenta la partida de Mujica. Su extraordinaria vida recuerda la oscura era de las dictaduras militares apadrinadas por Washington, pero también la esperanzadora etapa de las izquierdas en el poder y el sueño irrealizado de la integración”.
Y desde Nicaragua llegó el mensaje de los copresidentes Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo: “Trasladamos nuestro cariño y reconocimiento ante la vida y cualidades de un ser humano excepcional, político, combatiente, y jefe de un Estado hermano”.
Fuera de la región, el presidente socialista del gobierno español, Pedro Sánchez, resaltó en un mensaje “un mundo mejor: en eso creyó, militó y vivió Pepe Mujica. La política cobra sentido cuando se vive así, desde el corazón”, para finalizar con un «eterno Mujica».
“Pertenezco a una generación que quiso cambiar el mundo, fui aplastado, derrotado, pulverizado, pero sigo soñando que vale la pena luchar para que la gente pueda vivir un poco mejor y con un mayor sentido de la igualdad”, proclamó Mujica en una de sus tantas charlas y entrevistas que sus admiradores seguían con fruición.
Y en particular a sus correligionarios más jóvenes les recordaba que “yo pertenezco a una generación que pensaba que el socialismo estaba a la vuelta de la esquina, mi juventud pertenece al mundo de la ilusión. El paso de la historia nos demostró que era mucho más difícil”.
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