La interminable espera de los cables en el cielo en El Impenetrable argentino

Sin acceso pleno a la electricidad, el calor extremo define la vida diaria en el Impenetrable, una extensa región boscosa del Chaco, en el norte de Argentina. Para peor, el fin de un programa deja a cientos de familias sin energía solar suficiente y con la promesa largamente incumplida de sumarlas al cableado eléctrico en el Chaco profundo.

Aurelio Figueroa, Elina Ramírez y su familia llevan toda su vida viviendo en El Impenetrable del Chaco argentino, a pesar de no tener un título de propiedad. Sienten una constante angustia por la vulnerabilidad que supone no tener aquel papel. Imagen: Matías Avramow

NUEVA POMPEYA, Argentina – Para dormir en verano, las familias que viven al lado del Parque Nacional El Impenetrable sacan su colchón a la intemperie. Cuando el calor es sofocante, todos hablan de las temperaturas máximas, que en casi toda la provincia de Chaco, en Argentina, pueden superar los 46° C.

Pero en esta región, las mínimas, las que llegan por la noche, rondan los 32° C y hacen imposible conciliar el sueño dentro de las casas de ladrillos rojos y techos de lámina.

Durante seis meses en el año, la vida, casi en todos los sentidos, se hace afuera, bajo la sombra de un algarrobo o algún otro árbol que la gente tenga en los alrededores.

Es consenso para todos que el calor que hay ahora no se sentía antes. Algunos pobladores dicen que fue porque el sol se acercó a la Tierra, aunque la mayoría asegura que menos árboles significa más temperatura.

Aymara y Ailin viven en un paraje cercano a Nueva Población, dentro del Impenetrable del Chaco argentino; con su familia, durante el verano duermen afuera para soportar el intenso calor. Imagen: Matías Avramow

El hielo se convirtió en uno de los objetos más preciados. En poblados cercanos, en donde la red eléctrica llega, los almacenes lo venden en botellas de plástico recicladas de dos o tres litros. Cuesta más o menos mil pesos cada una de ellas, algo que equivale a un dólar.

Cada semana, una familia de cuatro personas puede llegar a comprar más de 15. No solo es crucial para tener agua fresca, sino para complementar la refrigeración de carne, leche y otros alimentos que puedan pudrirse rápido.

Dentro de las casas, no hay ventiladores y mucho menos aire acondicionado. Y aunque lo tuvieran no habría electricidad suficiente para hacerlos arrancar. Corriente hay, pero alcanza para unos tres focos como mucho.

Hasta hace 10 años, la comunidad solo conocía la electricidad por los pueblos cercanos que tenían. Para iluminarse, usaban un candil de kerosene o nafta que improvisaban con una ánfora y un grueso cordón de algodón.

El Proyecto de Energías Renovables en Mercados Rurales (Permer) comenzó en 1999, durante el gobierno de Carlos Saúl Menem, para ampliar el acceso a la energía y fomentar la transición energética en zonas rurales aisladas.

Instaló energías renovables en hogares, escuelas, redes comunitarias y proyectos productivos hasta diciembre de 2023, cuando el gobierno libertario dejó de ejecutar su presupuesto, financiado principalmente por un préstamo del Banco Mundial que se venía renovando desde el inicio de este proyecto gubernamental.

En junio de 2023, el proyecto contaba con 229 000 beneficiarios en 19 provincias de Argentina. Se implementó en 13 minirredes comunitarias, más de 34 000 hogares, 671 escuelas, 836 instituciones públicas y 6860 usos productivos.

En Chaco, específicamente en el Impenetrable, llegó a comunidades criollas e indígenas casi 20 años después del inicio del Permer.

Existen cuatro tipos de acceso a la electricidad en esa zona. El más constante y potente es el de las personas que tienen conexión a algún tipo de red eléctrica.

La energía de red puede provenir de generadores a gas que vienen de Nueva Pompeya, o de la gigantesca represa binacional Yacyretá, en el río Paraná, entre Argentina y Paraguay. Después están los que tienen el Permer, que poseen un panel solar de 50 vatios. Unos pocos tienen generadores de diésel. Y por último, están los que no tienen ningún tipo de energía.

La electricidad en la zona es una necesidad y, a la vez, una herramienta política utilizada como promesa de campaña o medio de presión. Mientras tanto, al menos 600 familias tienen un acceso precario o nulo al servicio, formando parte de 5 % de la población argentina en pobreza energética.

Mapa de las viviendas censadas en 2023. Imagen: Fundación Rewilding Argentina

Los quitilipis

Los quitilipis son unos búhos pardos que habitan el norte argentino. Los ojos de estas aves son cien veces más sensibles que las de un ser humano. Tienen un tejido que se llama tapetum lucidum y que los hacen especialmente reacios a la luz. No salen de día.

Sabino Pole vive a seis kilómetros de Nueva Pompeya. Él es wichí, vive solo y su casa es de ladrillo, y su techo de lámina. Tiene 78 años y todavía viaja en bicicleta al pueblo para hacer una gran cantidad de cosas como cargar su celular. En tono de broma dijo que tanto él como sus vecinos son quitilipis: “Yo digo que lo somos porque es un ave que vive en la oscuridad, como nosotros”.

Sabino Pole se dedica a fabricar postes de madera para cableado y también para bardas; en ese lugar ha vivido toda su vida.Imagen: Matías Avramow

A la casa de Sabino nunca le llegó un cableado de la red a pesar de vivir tan cerca de uno de los pueblos electrificados de la zona. Cuando baja el sol, la casa de Sabino se oculta en el extenso campo sin luz que lo rodea. Lo único que tiene es una pequeña linterna que funciona a pilas triple A.

Sabino cuenta que a pesar de que el Permer llegó a casas de parajes cercanos, con él jamás hablaron; tampoco con a sus vecinos.

¿Un programa para la transición?

Según un relevamiento realizado por Rewilding Argentina en conjunto con el gobierno de Chaco, en 2023 había 592 viviendas criollas habitadas e instaladas hasta a 30 kilómetros a la redonda del parque nacional El Impenetrable; 532 aceptaron ser entrevistadas para este trabajo.

Los resultados apuntan a que 84 %de la población allí tiene el Permer y 7 % tiene otro tipo de panel fotovoltáico. Después hay otro 7 % que está conectado a la red eléctrica y  6 % que tiene un generador a base de diésel.

Tanto los conectados a la red eléctrica como los que tienen generadores, tienen menos problemas tanto en potencia como en permanencia de la energía. Muchos de ellos incluso obtienen rédito de la disparidad de acceso.

Información obtenida del censo elaborado por Fundación Rewilding Argentina en 2023

Las heladeras que tiene la gente allí funcionan a gas y en verano hay que cubrirlas con toallones húmedos y llenarlas de hielo, pues solas no pueden mantener suficiente frío. Son los que tienen electricidad constante las que pueden producir hielo.

Benicio Méndez, que vive en un paraje cercano a Nueva Población, tampoco tiene una de esas. La comida que perecedera la guardan en la de su padre, que vive cerca de su casa. Constantemente tiene que comprar hielo para mantener el frío de aquel aparato.

Pero a Benicio no le importa tanto tener electricidad para tener heladera, sino para poder comprar un torno y una sierra. Leonel, su hijo mayor, fabrica figuras de madera con formas de animales que luego vende al turismo que llega al parque nacional. Además de las pocas cabezas de ganado que tienen, ese es de los pocos ingresos que llegan a la casa.

Este tipo de artesanías son las que Leonel Méndez aprendió a fabricar para vender a los turistas del parque nacional El Impenetrable. Imagen: Matías Avramow

Con ese dinero, Leonel pudo comprar un celular que pone dentro de una botella cortada que está pegada a un palo clavado a la tierra. Explicó que son antenas, y que donde hay alguna, significa que en un momento del día llega la señal de internet.

Pero para seguir con su trabajo, este chico y el resto de su familia esperan más que un panel solar y las antenas repartidas en su terreno. Quieren cables.

Según explica Luciano Gilardon, el último coordinador nacional del Permer, el equipo con el que cuenta la familia Méndez y el resto de los habitantes de la zona es el más pequeño de los que este programa de gobierno ofrecía. “50 vatios sirven para tres focos, cargar el celular y una radio. Venía también con dos linternas recargables”, describió.

Además de ese kit había otro, llamado “hogar” que tenía entre 200 y 300 vatios de potencia, lo que le permitía iluminar toda la casa y hacer funcionar aparatos de “camping” que funcionen a 12 vatios.

“Tanto como para el más pequeño como este kit llegaban sin inversor de corriente”, añadió el exfuncionario.

Por inversor de corriente, Luciano se refirió a un aparato que puede convertir la corriente a 12 vatios a 220. Sin embargo, una heladera o un ventilador grande no arrancarían aún con ese aparato.

Así se ve por dentro una heladera de gas. Imagen: Matías Avramow

Según Luciano, cada provincia elige su paquete según costos de mantenimiento, generalmente cubiertos por las administraciones subnacionales. Sin embargo, como en el caso de la familia Méndez, un panel solar de 50 vatios no basta para una heladera, herramientas de trabajo o un ventilador que no sea de escritorio.

El exfuncionario admite que, aunque el programa menciona la “transición energética”, al inicio no buscaba desarrollo social, sino brindar un servicio inexistente. “Hay una diferencia abismal entre tener luz y no tener”, destacó.

Y tiene razón, eso más que claro para Veda Palavecino, que vive muy cerca del paraje de Nueva Población. Cuando se la visitó para este reportaje, el termómetro marcaba los 38 grados Celsius.

Estaba sentada, cebando mates con agua helada en una botella envuelta en un repasador. También tiene el panel del Permer. Solo que la batería que debería almacenar la energía solar no es la que vino con el kit.

En su lugar hay una de auto usada que alcanza para encender un solo foco que dura dos horas en la noche. Ella teje bajo aquel foco por el tiempo que la batería salitrada le permita.

Veda forma parte de un grupo de mujeres tejedoras que impulsó Rewilding en la zona y que, como el caso de Leonel, busca producir artesanías para el turismo. Se queja de que en el día, trabajar se hace muy difícil y que la noche sería el momento ideal para trabajar. “Pero no pago la mensualidad del Permer, por eso ya no me cambian la batería”, explicó.

Veda Palavecino es una de las decenas de mujeres tejedoras en esta zona de Chaco; como todos allí, duerme afuera durante el verano. Imagen: Matías Avramow

En realidad, a Permer, la población no le paga nada, pero sí lo hace a la empresa distribuidora de energía que cada provincia elige como la que dará mantenimiento a todos los kits que provienen del Permer. En este caso, es una cooperativa que funciona en Castelli, que está aproximadamente a 150 kilómetros de la casa de Veda.

Cada mes, todas las familias que cuentan con estos paneles solares deberían pagar 13 200 pesos, que serían alrededor de 13 dólares. En Argentina, por la alta tasa de inflación, este número crece mes a mes.

A cambio, ellos reciben mantenimiento y reemplazo de baterías. Sin embargo, varias personas dejaron de pagarlo hace mucho. Alegan que la gente de la cooperativa puede tardar más de dos meses en atenderlos. En muchos casos, decidieron comprar una batería propia y ahorrarse aquel monto mensual.

Desde la cooperativa, confirmaron que son muchos los usuarios que dejaron de pagar. La mayoría son de la zona colindante con el parque nacional El Impenetrable.

Según la empresa, muchos dejan de pagar por los costos o porque no sabían que tenían que pagar, y después de meses la deuda se acumula. Reconocen que en la pandemia los tiempos de atención se dilataban meses, pero que eso no sucede más. No obstante, todos los habitantes entrevistados hicieron hincapié en las fallas operativas de la cooperativa.

A pesar de pensar lo mismo, Aurelio Figueroa y Elina Ramírez pagan su mensualidad. Ellos viven en un pequeño paraje en el municipio del Espinillo, dentro de una reserva qom.

No son indígenas, pero tanto ellos como su familia viven en ese territorio desde antes de que la reserva fuera declarada por el gobierno. Es una zona de mucha tala de árboles.

Una vivienda que cuenta con instalación de energía solar en El Impenetrable. Imagen: Matías Arrow

Para esa pareja, los temas de la tierra y del bosque son tan sensibles para ellos como lo es el tener acceso a la energía. A pesar de pagar esos 13 200 pesos al mes, la electricidad no alcanza para un ventilador. Por eso esperan conectar su casa a la red. “La electricidad es para estar tranquilo, para dormir tranquilo”, describe Elina.

El año pasado, el intendente (alcalde) del Espinillo, Zenon Cuellar se acercó a Aurelio y Elina, así como a otros pobladores criollos dentro de la reserva. Según la pareja, vino a prometerles que dejaría que la red eléctrica llegara a sus casas a cambio de que lo dejaran aprovechar los árboles que hay en ese sitio.

“Vino con el proyecto y le dijo que todo el que quiera luz tenía que firmar un permiso para que él corte la madera. Y yo digo, al firmar eso se llevan los árboles, pero hasta la tierra va a terminar siendo de ellos. Y nosotros, ¿a dónde vamos a ir?”, se preguntó Elina.

Desde el año pasado, un fallo judicial prohibió el aprovechamiento forestal tras un escándalo que vinculó la tala ilegal con el gobierno chaqueño, especialmente en zonas protegidas como donde viven Aurelio y Elina.

La denuncia fue confirmada por Cuellar en una radio local, y ningún habitante del paraje firmó permisos. El conflicto no solo involucra a Cuellar, sino también a los gobiernos provincial actual y anterior.

La interminable espera por los cables en el cielo

A mediados de 2023, el exgobernador de Chaco, Jorge Capitanich les había prometido que llegaría la red eléctrica a todos los parajes colindantes a la ruta provincial número tres, que conecta Juan José Castelli con Nueva Pompeya.

Faltaban pocos meses para las elecciones provinciales y el gobierno había abierto una licitación para dos proyectos de extenso cableado que llegaría, por un lado, de Castelli hasta el paraje de La Armonía, en la entrada de El Impenetrable. También habría otro proyecto que partiría de Nueva Pompeya y llegaría hasta el paraje de Nueva Población.

Hoy, desde el sur y hacia el norte, se puede ver el cableado ya instalado sobre postes de madera que corren en paralelo a la ruta tres desde Castelli hasta llegar a unos metros de La Armonía.

Curiosamente, el cable no llega a ningún lado, tampoco está conectado a ninguna casa y ni tiene corriente. De norte a sur, sobre la misma ruta, la situación es todavía peor, ya que se pueden ver solo los postes de luz sin ningún cable que los una.

Benicio contó que había llegado un ingeniero y jefe de la obra a su paraje. Su nombre es Ignacio Sandoval y representaba a la empresa de energía, Electroluz. Ellos trabajan a lo largo y ancho de todo el país con proyectos de infraestructura eléctrica.

“Nos dijo que iban a ponerlo hasta acá, y luego salió con que no. Habían dejado el material, cerca de la ruta. Pero se llevaron todo”, describió.

De izquierda a derecha, Ailin, Roxana, Evelyn, Aymara, Benicio y Leonel Méndez. Imagen: Matías Avramow

Para la mitad del 2023, el proyecto del tramo norte se había avanzado en 40 %. “La empresa ganó una concesión y había pagado todo el material por adelantado. Empezamos la obra en febrero y en junio se paró porque no nos pagaron nada”, explicó Ignacio.

Según Javier Fontana, gerente de la empresa, la obra costaba ocho millones de pesos, equivalentes a 31 000 dólares en ese momento. “Sin embargo, este precio aumentaba conforme la inflación crecía. Ese ajuste nunca nos lo pagaron”, denuncia.

Con una inflación de 211,4 % entre 2023 y 2024, el costo final rondaría los 17 millones. Se intentó contactar a la empresa responsable del otro tramo del cableado, sin éxito, aunque testimonios indican una situación similar.

En julio de 2024, el gobierno de Leandro Zdero se reunió con los vecinos en Nueva Población. “Dijeron que no perdiéramos las esperanzas, que más adelante nos iban a instalar la luz. Hasta ahora nada nos pusieron”, recordó Benicio. Se contactó al subsecretario de Energía de Chaco, Joaquín Sabadini, pero no obtuvo respuesta.

Estos son los postes de madera que quedaron del proyecto de Electroluz. Imagen: Matías Avramow

Electroluz explica que el gobierno no tiene fondos para continuar las obras. La llegada de Zdero a la gobernación coincidió con la de Javier Milei a la presidencia, cuyo recorte a la obra pública y transferencias a las provincias frenó el proyecto. La empresa mantiene un diálogo fluido con el gobierno y espera retomarlo, aunque sin fecha definida.

Hace unas semanas, vecinos cercanos a La Armonía vieron a trabajadores eléctricos continuando la obra que en 2023 había quedado abandonada. Los pobladores sospecharon que la electricidad solo llegaría al parque nacional por lo que se agruparon y los corrieron de la zona. El viernes 14 de marzo, Sabadini viajó a aquel paraje para hablar con los vecinos sobre la falta de obras y de energía eléctrica.

El gobierno aseguró que la electricidad llegará eventualmente, pero muchas obras de Capitanich seguirán congeladas por falta de fondos.

Hasta ahora, ningún habitante cercano a El Impenetrable está conectado a la red eléctrica. Luciano advirtió que los paneles del Permer están por llegar al final de su vida útil y, al no existir más el programa, “el recambio es imposible de obtener desde el gobierno nacional. Esa gente no podrá tener equipos nuevos en este momento”, dijo.

Este articulo se elaboró con el apoyo de Climate Tracker América Latina. 

RV: EG

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