RÍO DE JANEIRO – Es prácticamente unánime la prioridad de la educación como factor de desarrollo humano y económico en Brasil, pero sus avances son lentos e incumplen la mayoría de las metas fijadas en el plan decenal 2014-2024 prorrogado un año más.
Es lo que revela el censo escolar de 2024 de la enseñanza básica, efectuado por el Instituto Nacional de Estudios e Investigaciones Educacionales (Inep, en portugués), órgano del Ministerio de Educación, y divulgado el 9 de abril.
Las estadísticas se refieren a los alumnos desde las guarderías hasta el fin de la enseñanza secundaria o media, como se la llama en Brasil.
Se trata del estudiantado de cero a 17 años, divididos en cuatro etapas: infantil (0-3 años), preescolar (4-5 años) y fundamental (6-14 años), las dos últimas obligatorias, además de la media que llega a los 17 años.
Abarca un universo de 179 300 escuelas públicas y privadas y 47,1 millones de los 212 millones de habitantes de un país aún joven, aunque en rápido envejecimiento.
Hay incumplimientos relevantes. En 2024, la educación infantil solo atendió a 4,2 millones de niños de cero a tres años, 38,7 % del total. La meta era de 50 %.
Además del efecto negativo en el aprendizaje, la escasez de guarderías afecta más a la población pobre, como la mayoría de las madres que cuidan solas de sus hijos, estimadas en más de 11 millones.
También está lejos la meta de 25 % de estudiantes en escuelas de tiempo integral, aquellas que acogen al alumnado por más de siete horas diarias, en lugar de las cuatro o cinco horas habituales, y que incluyen todos los ciclos educativos menos la universidad.
“La educación es un proceso lento, involucra mucha gente, exige la formación y movilización de miles de docentes y dirigentes, políticas específicas que generan disensiones, todo eso cuesta tiempo. No hay una fórmula mágica”: Roberta Panico.
El año pasado, solo se alcanzó 15,8 % en la etapa preescolar, para niños de cuatro y cinco años de edad, y 16,2 % en la educación fundamental (primaria, para alumnos de seis a 14 años).
Donde se avanzó mucho es en la enseñanza profesional y técnica, que es parte del nivel secundario y pasó de 11,7 % a 17,2 % entre 2019 y 2024. Pero todavía no llega a la mitad del promedio de 43 % en la Unión Europea y es muy inferior al índice de Chile, de 29 %.
Un logro es que en la enseñanza fundamental, que abarca nueve años, Brasil alcanzó la universalización del acceso, con más de 99 % de la población entre seis y 14 años, aunque la cantidad absoluta de alumnos bajó 716 000, acompañando la tendencia demográfica.
La enseñanza media o secundaria, considerada la etapa más deficiente, ganó 3,1 % más de estudiantes de entre 2020 y 2024, mientras la población infantil y adolescente del país disminuyó.
En términos de calidad de la enseñanza, el país está mal situado en el Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (Pisa, en inglés), medido con estudiantes de 15 años, es decir al final de la enseñanza fundamental o primaria en Brasil. Quedó en 44 lugar entre los 56 países evaluados en 2024 con desempeño peor en ciencias y matemática.

Hay avances, pero lentos
“Estoy optimista con los resultados del censo, que apunta cambios y mejoras, aunque no en el ritmo necesario”, evaluó Roberta Panico, directora ejecutiva de Rueda Educativa, una organización social dedicada a la capacitación de profesores y gestores de la enseñanza.
“La educación es un proceso lento, involucra mucha gente, exige la formación y movilización de miles de docentes y dirigentes, políticas específicas que generan disensiones, todo eso cuesta tiempo. No hay una fórmula mágica”, resumió la pedagoga con más de 30 años de experiencia en docencia y activismo.
Las dificultades financieras son un obstáculo, especialmente para los municipios que se encargan de la educación infantil y la primera parte de la enseñanza fundamental, de cinco años, es decir cerca de la mitad de los 47,1 millones de estudiantes de la enseñanza básica.
El costo de guarderías y de escuelas en tiempo integral es elevado y 80 % de los 5570 municipios brasileños tienen menos de 50 000 habitantes y pocas empresas, no cuentan con ingresos fiscales para impulsar los avances educativos en la velocidad requerida, apuntó Panico a IPS, por teléfono desde la ciudad estadounidense de Kansas City, donde se encontraba de para participar en algunas reuniones.
Es necesario un esfuerzo conjunto, un sistema nacional de educación con aportes de los gobiernos de los estados y nacional, propuso.

¿Los pobres estudian más?
Pero las estadísticas no reconocen limitaciones económicas a las escuelas en tiempo integral. Son los estados del Nordeste, la región más pobre del país, los que presentan las mayores proporciones de alumnos en ese modelo de escuelas.
Ceará, un estado exitoso en la enseñanza fundamental, especialmente debido a su excelencia administrativa, es el campeón en escuelas públicas primarias a tiempo integral, con 59,2 % de su alumnado, seguido de otro estado vecino, Piauí, con 44,7 %. El sureño São Paulo, el estado más rico de Brasil, se limitó a 23,3 %.
En la enseñanza media el predominio del Nordeste es más completo. Cinco de sus estados encabezan la lista de los que más adoptaron el tiempo integral, con 35 % a 69 % de sus estudiantes. Son ejemplos para el resto del país, según Panico.
Una gran mayoría de negros y pardos en ese tipo de escuelas, en comparación con los blancos, es otra indicación de que el tiempo integral contribuye a reducir las desigualdades sociales y económicas en Brasil.
Una dificultad adicional a la redistribución de recursos educativos en la enseñanza básica es su reorganización en Brasil desde 2006, cuando se creó el ciclo fundamental de nueve años, sumando el primario y secundario anteriores, de cuatro años cada uno, y añadiendo un año más de alfabetización.
La transferencia de los cuatro años finales del fundamental a la administración municipal es muy desigual entre los 26 estados brasileños. Alcanzó 80,9 % de los alumnos en el estado nordestino de Ceará, pero menos de 15 % en seis estados, cuatro de ellos amazónicos.
De esa forma gran parte de la fase final del ciclo fundamental y casi todo del medio quedan a cargo de los estados.

Presupuestos municipales limitados
Rio Acima, un municipio de 10 000 habitantes y 1480 estudiantes del suroriental estado de Minas Gerais, recibe aportes para poner grupos de 40 alumnos en tiempo integral, con un presupuesto por habitante de 2500 reales (430 dólares) anuales.
Es inviable con esa suma asegurarles cuatro comidas diarias y una variedad de actividades, como refuerzo escolar, deportes y artes, que exigen contratar nuevos especialistas, disponer de canchas, bibliotecas y aulas específicas, ejemplificó Silvana Veloso, que fue secretaria de Educación de Rio Acima entre 2022 y 2024.
Además, “la orientación del Ministerio de Educación es empezar en las escuelas en áreas de mayor vulnerabilidad económica, es decir no es una política para todos los alumnos de la red de enseñanza pública y ahí empiezan los problemas”, acotó.
“La educación integral no puede ser diseñada solo como una política de asistencia social”, porque únicamente una educación de calidad puede ofrecer a los pobres condiciones para “romper el círculo de pobreza de nuestros niños y jóvenes”, sostuvo a IPS desde Rio Acima.
La sociedad brasileña aún no comprende la necesidad de los dos años preescolares, que son obligatorios como la enseñanza fundamental de nueve años, cree Panico. Eso retrasa la universalización plena de la etapa preescolar, que en 2024 alcanzó 92,6 % de la población de cuatro y cinco años.
Tampoco se entiende la escuela a tiempo integral, que está consolidada y ni se discute más en Europa y Estados Unidos, sostuvo la pedagoga.
La enseñanza media “profesional y tecnológica”, nombre adoptado por el Ministerio de Educación, es otro rezago brasileño en relación a los países desarrollados. Pero avanzó mucho en los últimos años, encabezado también por Piauí, con 52,4 % de sus alumnos en el sector público, destacó Panico.
Esa nueva prioridad educacional favorece a los pobres, que necesitan trabajar más temprano. “La universidad demanda más tiempo”, observó. Además la enseñanza técnica “aporta un sentido a la enseñanza media”, acotó. El alejamiento de la realidad es apuntado como uno de los factores del fracaso de esa etapa educativa en Brasil.
Pero parte de ese esfuerzo se hace por escuelas como los llamados institutos federales, que juntan enseñanza media técnica y cursos universitarios, son “un modelo para atender a las élites más que a los pobres”, criticó Veloso.
ED: EG