IDLIB, Siria – Cuando la familia de Amina al Hassan, de 42 años, regresó a su casa tras la caída del régimen de Bashar al Assad, su hijo pisó una mina terrestre.
Hassan, de Kafranbel, en el sur de la campiña de Idlib, una región y una ciudad del Norte de Siria, está sentada junto a la cama de su hijo en el hospital después de que le amputaran una pierna tras la explosión en un terreno agrícola cerca de su casa.
«Después de la caída del régimen de Bashar al Assad y la expulsión de sus elementos de nuestra ciudad, fuimos a revisar nuestra casa, mientras mi hijo fue a inspeccionar la tierra agrícola cerca de la casa. No se dio cuenta de una mina terrestre plantada entre las malas hierbas y las plantas, y explotó, amputándole la pierna», dijo a IPS.
Los restos explosivos de guerra y las minas terrestres están esparcidos al azar por toda Siria durante los casi 14 años que duró el conflicto interno, poniendo en peligro la vida de los civiles.
Eso dificulta el regreso de las personas desplazadas a sus ciudades y pueblos y obstaculiza su trabajo agrícola desde el 8 de diciembre, cuando la guerra acabó cuando grupos rebeldes islamistas tomaron Damasco e hicieron huir a Al Assad.
La frecuencia de las explosiones causadas por municiones sin explotar y municiones explosivas abandonadas ha aumentado significativamente tras el colapso del régimen dinástico de Al Assad y el desvanecimiento de las líneas de frente entre el régimen y la oposición, donde las minas y las municiones sin explotar están muy dispersas.
«Cuando oí la explosión, corrí como un rayo hacia el origen del sonido. Cuando llegué al lugar de la explosión, intenté sacar a mi hijo yo misma, pero las personas presentes en el lugar me lo impidieron. Uno de los especialistas del equipo de ingeniería se encargó de retirar las minas a su alrededor y sacarlo, y luego lo llevamos rápidamente al hospital más cercano de la ciudad», dijo la madre con la voz teñida de dolor.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) confirmó que, solo en diciembre, el mortífero legado de minas terrestres y otros explosivos dejados por años de conflicto en Siria había matado a más de 100 niños, e instó a la comunidad internacional a apoyar urgentemente los proyectos de desminado en todo el país.
Según el equipo de coordinadores de respuesta de Siria, los restos de guerra dejados por el antiguo régimen sirio siguen cobrándose la vida de los sirios.
Desde el 8 de diciembre de 2024, cuando acabó la guerra, las explosiones de minas y municiones en racimo en más de 108 lugares de Siria han matado a 109 personas, entre ellas nueve niños y seis mujeres. Más de 121 personas resultaron heridas, entre ellas 48 niños y una mujer.
Rowan al Kamal, de 46 años, de la zona rural occidental de Alepo, una ciudad a 60 kilómetros de Idlib, visitó su casa después de que Siria fuera liberada del régimen de Assad. A diferencia de muchos otros, tuvo suerte, no porque su casa estuviera intacta, sino porque vio un proyectil sin explotar en sus inmediaciones.
Ella recuerda: «Alejé a mis hijos y llamé a la Defensa Civil Siria, que trabajó para desmantelarlo. Nos salvamos de la muerte o las lesiones». Y añade: «No sé cómo lo vi entre los escombros. Cuando lo vi, corrí a ver qué quedaba de la casa. Creo que mis ojos se han acostumbrado a reconocer los proyectiles, ya que vivimos con ellos durante los largos años de guerra».
Kamal revela que no podrá regresar a su hogar debido a la presencia de minas terrestres y artefactos explosivos sin detonar, a pesar de vivir en un campamento improvisado con su familia de siete miembros y de enfrentarse a condiciones extremadamente duras.
Especialmente mortificante, dice, es la importante caída de las temperaturas y la incapacidad de las organizaciones humanitarias para proporcionar a los desplazados los suministros necesarios, como alimentos y calefacción.
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Mientras que Kamal y su familia sobrevivieron a las heridas o a la muerte, Wael al Ahmad, de 22 años y de la ciudad de Has, en el sur de la región de Idlib, perdió la vida después de que su ciudad fuera liberada.
Su madre, Fátima al Ahmad, cuenta: «Mi hijo estaba cuidando las ovejas en las afueras de la ciudad y pisó una mina sin darse cuenta, lo que le causó heridas graves. Falleció horas después debido a sus heridas».
Al Ahmad pide que se intensifiquen los esfuerzos para eliminar estos restos a fin de evitar más víctimas y garantizar el regreso seguro de los desplazados.
«Los restos de guerra sembrados por el régimen sirio y sus aliados representan una muerte aplazada para los sirios, ya que amenazan vidas e impiden que los civiles regresen a sus hogares y granjas», dice entre lágrimas.
Mohammed al Saeed, de 32 años, trabaja en un equipo de eliminación de restos de guerra en la Defensa Civil Siria. Detalla que «los restos de guerra son municiones sin explotar de todas las formas y tipos que permanecen en una zona después del final de una guerra».
Y añade: «Los restos de guerra suponen una amenaza real para los sirios en varias partes del país. Se dividen en artefactos sin explotar, como bombas, cohetes y proyectiles, además de minas terrestres».
Al Saeed aclara que el primer tipo es más fácil de eliminar y evitar porque se puede ver y suele encontrarse sobre el suelo. Sin embargo, el mayor desafío radica en las minas terrestres que la gente no puede ver.
Además, explica, las fuerzas gubernamentales sirias plantaron cientos de miles de minas en varias regiones de Siria, particularmente en tierras agrícolas, cuarteles militares y áreas de primera línea entre el régimen y la oposición.
Advierte que cualquiera que regrese a su ciudad, hogar o tierra debe ser consciente de que puede haber artefactos sin explotar presentes en el terreno al que llegan.
Según Al Saeed, los equipos de Defensa Civil sirios llevaron a cabo 822 operaciones para eliminar municiones sin explotar en el noroeste de Siria entre el 27 de noviembre de 2024 y el 3 de enero de 2025.
Instó a los residentes a tener cuidado con los objetos extraños, a evitar tocarlos o moverlos y a denunciarlos inmediatamente. Mientras tanto, los equipos de ingeniería de Defensa Civil continúan realizando estudios técnicos diarios de las tierras contaminadas con restos de guerra y trabajan para eliminar las municiones.
Al Saeed hizo hincapié en la necesidad de que la comunidad internacional trabaje con el nuevo gobierno sirio y se coordine con él para eliminar las minas, proporcionando financiación para ampliar la capacidad de la Defensa Civil, contratar más personal, comprar más equipos y operar en zonas más amplias.
«El antiguo régimen sirio y sus milicias aliadas colocaron minas deliberadamente en zonas vitales, con el objetivo de infligir el máximo número de víctimas civiles. Este crimen a largo plazo representa otra faceta de sus brutales prácticas», afirma.
T: MF / ED: EG