LA HABANA – Con un déficit alarmante de medicamentos esenciales, el sistema de salud de Cuba se enfrenta a su peor crisis en décadas. La falta de divisas para importar insumos y producir localmente, ha dejado a la ciudadanía a merced de los fármacos que se venden en el mercado informal, sin recetas ni garantías de calidad.
“Desde la madrugada se hacen filas para la farmacia, sin saber qué medicamentos habrá disponibles. Soy hipertenso, así que casi siempre ahí estoy, pero muchas veces, o no entró el medicamento que necesito, o entró en poca cantidad y no alcancé. Es una agonía”, dijo a IPS el jubilado de 66 años Manuel Rodríguez, residente en La Habana.
En la última sesión parlamentaria, celebrada en diciembre, se informó que faltaba o tenía baja cobertura 70 % del cuadro básico de medicamentos (461 productos de 651), por no contar con las divisas necesarias para comprarlos o para importar las materias primas y producirlos en Cuba.
El primer ministro Manuel Marrero ianticipó en ese encuentro que la escasez de medicamentos en la red de farmacias continuaría.
Para el 2025, se dedicará 24 % del presupuesto nacional para el sector de la salud; en 2024, se planificó un 26 %.
“Desde la madrugada se hacen filas para la farmacia, sin saber qué medicamentos habrá disponibles. Soy hipertenso, así que casi siempre ahí estoy, pero muchas veces, o no entró el medicamento que necesito, o entró en poca cantidad y no alcancé. Es una agonía”: Manuel Rodríguez.
La escasez sostenida de los fármacos persiste desde hace más de un lustro, pero desde la crisis de la pandemia de covid se ha agudizado, al punto de normalizarse que la ciudadanía tenga que recurrir al mercado informal para obtener las medicinas indispensables.
Sin embargo, en los grupos de Telegram y WhatsApp donde se comercializan esos insumos, los precios resultan inalcanzables para la mayoría de la población. Por ejemplo, un blíster del analgésico dipirona (metamizol), uno de los fármacos más demandados en el país, cuesta alrededor de cuatro dólares, según la tasa de cambio oficial de 120 pesos por un dólar.
El salario medio en Cuba equivale a 38, 7 dólares por la tasa oficial, y a 13, 7 dólares de acuerdo al mercado informal de divisas, el más usado.
“Mi papa está pendiente de una cirugía y, para mantenerlo estable, tenemos que comprarle medicamentos por el mercado negro”, dijo a IPS el estudiante universitario Ramsés Valdés, de 20 años y también residente en la capital.
Ante el déficit alarmante, en julio de 2021, la Aduana General de la República aprobó, y luego ha renovado cada seis meses, la autorización temporal para que las personas naturales importen medicamentos –al igual que alimentos y aseo- sin carácter comercial en su equipaje acompañado, sin límite de cantidades y exentos del pago de los aranceles.
Si bien esa medida palía el problema de acceso a tale insumos, surge el peligro de que estos no sean bien conservados o tengan dudosa procedencia.
Desde la aplicación de la medida en 2021, la Autoridad Reguladora de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (Cecmed) ha tenido que emitir, en múltiples ocasiones, alertas por la venta de medicinas falsas o adulteras por vías informales.
Falta de financiamiento
La actual crisis económica que atraviesa esta nación insular caribeña de unos 10 millones de habitantes, sumado a los efectos de las sanciones financieras de Estados Unidos a Cuba, ha empeorado la escasez de insumos y medicamentos, que también ataca a los hospitales y merma la calidad del servicio de los profesionales de la salud.
“Hay escasez de todo. A veces los guantes deben ser reutilizados después de pasar un proceso de esterilización, y muchos equipos de laboratorios, imagenología y terapia están rotos por un uso excesivo, sin posibilidad alguna de repuesto”, dijo a IPS una doctora del capitalino Hospital Universitario General Calixto García, quien prefirió mantenerse en anonimato.
Según la médica, en muchos casos los propios pacientes llevan algunos de los insumos necesarios para una cirugía, con tal de no terminar en una lista de espera acuciante.
Asimismo, la infraestructura hospitalaria ha ido deteriorándose: los últimos datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información (Onei) muestran que, de 2010 a 2022, han cerrado 63 hospitales, 37 consultorios médicos de la familia, 187 hogares maternos y 45 clínicas estomatológicas.
Aun así, en la actualidad aún están en funcionamiento más de 13 000 unidades de asistencia médica en el país, .
Las inversiones del Estado en el sector son, según la evidencia, insuficientes, por más que entre enero y septiembre de 2024, –de acuerdo a la Onei– destinó a la salud pública y la asistencia social 1205 millones de pesos (unos 50 millones de dólares, según la tasa de 24 pesos por un dólar que usan las empresas estatales), casi un 12 % más que en igual periodo de 2023.
Un problema de personal
La escasez de profesionales es otro pilar del sistema de salud que se ha ido derrumbando con los años.
Según los datos más recientes de la Onei, al finalizar 2022, había 464 118 trabajadores en el sector, mientras que en 2023 había 421 120, de los cuales 80 763 eran médicos. Entre ambos años, había disminuido en 13 303 la cantidad de galenos.
“Las condiciones son mínimas y el contenido de trabajo es enorme. Por otra parte, el salario básico para un médico es un poquito más de la media. Con eso no se resuelve hoy absolutamente nada”, comentó la doctora.
Muchos de sus colegas emigraron al extranjero, cambiaron de profesión, o se jubilaron por la sobrecarga de trabajo y los bajos salarios; quienes se quedaron, sobrellevan sobrellevan el costo de la vida con un segundo empleo o con los regalos que a veces les hacen, en agradecimiento, los pacientes: insumos de aseo, un kilogramo de arroz, una merienda y esos tipos de bienes materiales
Aclaró que un médico no pide dinero por el servicio, pero en su hospital ha habido casos de personas que han cobrado por una consulta o una cirugía –lo cual está prohibido–, y han sido sancionados por las autoridades.
“La necesidad lleva a que, en un momento determinado, la gente pierda la coherencia”, sentenció.
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Un vecino de Valdés, el estudiante universitario, llegó a pagar 100 dólares a un cirujano de un hospital distinto, por una operación de prótesis de cadera. En cambio, otra conocidade ellos no pudo costear esa cifra, por la misma cirugía, y la remitieron a casa, para que la cadera soldara por sí sola. Hoy camina con la ayuda de un andador.
El ahora deteriorado sistema de salud de Cuba, público, universal y gratuito, ha sido uno de los logros que más ha exhibido el país desde la revolución de 1959.
Según el artículo 72 de la actual Constitución, aprobada en 2019, “la salud pública es un derecho de todas las personas y es responsabilidad del Estado garantizar el acceso, la gratuidad y la calidad de los servicios de atención, protección y recuperación”.
En un país con su población envejecida, donde casi uno de cada cuatro habitantes tiene más de 60 años, la demanda sanitaria aumenta debido a este grupo vulnerable tanto por sus recurrentes enfermedades –propias de la edad– y su bajo poder adquisitivo, que lo vuelve dependiente de los medicamentos subsidiados por el Estado.
Además, la escasez de personal médico ha provocado que los consultorios del Programa del Médico y la Enfermera de la Familia, presentes en cada comunidad, no logren eficientemente su función como base del sistema de atención primaria en Cuba
En sesión parlamentaria, los diputados criticaron la falta de cobertura médica en muchos consultorios, más aún en zonas rurales.
La doctora dijo que hace años el paciente iba al consultorio y podía resolver su padecimiento allí mismo; los “médicos de la familia” supervisaban también a todos los adultos mayores, mujeres embarazadas y pacientes crónicos de su zona.
“La atención primaria de salud ya no existe, prácticamente. Hoy uno debe atenderse en la consulta de un hospital. El sistema de salud está sobreviviendo, pero un día puede colapsar con un brote de cualquier enfermedad, porque no habrá ni personal ni recursos para hacer nada”, añadió.
ED: EG