PORTLAND, Estados Unidos – Los alarmistas, principalmente políticos, economistas y élites adineradas, anuncian que el cielo demográfico mundial se está derrumbando. El cielo demográfico mundial no se derrumba, sino que simplemente está cambiando.
Y ese cambio demográfico no debería atribuirse a la emancipación de las mujeres. También es un tanto desconcertante que los alarmistas no consideren el fracaso de los hombres como un factor importante que contribuye al cambio del cielo demográfico mundial.
En general, los hombres no han reconocido ni se han adaptado a los grandes cambios económicos, sociales y culturales que han tenido lugar en el lugar de trabajo, la comunidad y el hogar, así como en sus relaciones personales con las mujeres.
Las tasas de crecimiento demográfico mundial excepcionalmente altas y las estructuras de edad relativamente jóvenes que se experimentaron durante la segunda mitad del siglo XX han quedado atrás.
También es cierto que se espera que muchos países del mundo experimenten un descenso y envejecimiento de la población en las próximas décadas.
A principios de la década de los años 60 del siglo pasado, la población mundial creció a un nivel récord de 2,3 %, la tasa de fecundidad mundial era de cinco nacimientos por mujer y la edad media mundial era de 21 años.
Hoy, la tasa de crecimiento demográfico mundial se estima en 0,9 %, la tasa de fecundidad mundial es ligeramente superior a dos nacimientos por mujer y la edad media mundial es de 31 años.
Se espera que para mediados de siglo la tasa de crecimiento de la población mundial disminuya a 0,4 %. Para entonces, se espera que la tasa mundial de fertilidad haya caído a dos nacimientos por mujer y que la edad media mundial aumente a 37 años.
La disminución de las tasas de crecimiento demográfico acompañada del envejecimiento de la población es en gran medida el resultado de las decisiones reproductivas que toman millones de mujeres y hombres en relación con el número y el espaciamiento de los nacimientos. Esas decisiones se basan en gran medida en sus deseos personales y en sus circunstancias sociales y económicas.
La población mundial es ahora de poco más de 8 mil millones, habiéndose cuadriplicado durante los últimos 100 años. Casi todos los demógrafos estiman que la población mundial probablemente alcanzará su punto máximo durante el siglo actual.
Según las proyecciones de las Naciones Unidas (variante media), se prevé que la población mundial seguirá creciendo y que probablemente alcance un máximo de 10.300 millones de personas en unos sesenta años.
Después de alcanzar ese nivel, se espera que la población mundial disminuya lentamente hasta llegar a 10 200 millones a fines del siglo XXI (Gráfico 1).
A pesar de que se espera que haya 2000 millones de personas más en el planeta, los alarmistas se preocupan al observar que, por primera vez desde la peste negra del siglo XIV, la población humana del planeta va a disminuir. Están angustiados y declaran que muchos países se enfrentan a las terribles perspectivas de un colapso demográfico.
Las disminuciones previstas en el tamaño de la población de muchos países durante las próximas décadas se deben en gran medida a que habrá menos nacimientos que muertes. Y la razón de la menor cantidad de nacimientos es que los niveles de fecundidad están por debajo de los de reemplazo, es decir, menos de unos 2,1 nacimientos por mujer.
Más de cien países, que representan dos tercios de la población mundial, están experimentando una fecundidad por debajo de los niveles de reemplazo (Gráfico 2).
En 2023, las poblaciones de unos 80 países y zonas registraron una tasa de fecundidad inferior al nivel de reemplazo de 2,1 nacimientos por mujer.
Desde un mínimo mundial de 0,72 nacimientos por mujer en Corea del Sur, muchos países desarrollados y en desarrollo de todo el mundo registraron una tasa de fecundidad en el último año muy por debajo del nivel de reemplazo, entre ellos Brasil, China, Francia, Alemania, Irán, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos (Gráfico 3).
A falta de una inmigración compensatoria, la mayoría de los países con una fecundidad inferior al nivel de reemplazo se enfrentan a la perspectiva de un descenso demográfico acompañado de un considerable envejecimiento de la población.
Entre los países que se enfrentarán a un descenso de la población en los próximos años figuran China, Alemania, Italia, Japón, Rusia, Corea del Sur y Ucrania (Gráfico 4).
¿Quién es responsable de la fertilidad por debajo del nivel de reemplazo que está provocando el declive demográfico y el envejecimiento de la población en países de todo el mundo?
Según muchos alarmistas, la emancipación de las mujeres es responsable porque las mujeres emancipadas simplemente están optando por no tener suficientes nacimientos para garantizar el crecimiento demográfico de su país.
En gran parte debido a las siniestras preocupaciones que se plantean sobre el declive de la población, muchos funcionarios gubernamentales y élites adineradas están instando y engatusando a sus ciudadanas para que tengan más bebés.
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Entre sus diversas políticas pronatalistas, los gobiernos están ofreciendo incentivos en efectivo, subsidios por hijo, licencias parentales pagas, horarios de trabajo flexibles, guarderías asequibles y asistencia financiera a las familias.
Por ejemplo, China anunció recientemente su intento de crear una “sociedad favorable a la natalidad”. El gobierno ha anunciado diversos incentivos, entre ellos la creación de un sistema de subsidios para la natalidad y diversas reducciones de impuestos para los padres.
Además, las familias con varios hijos tendrían privilegios en la compra de viviendas, préstamos para la vivienda y casas más grandes.
A pesar de décadas de esfuerzos pronatalistas, los gobiernos de todo el mundo no han podido aumentar sus tasas de fertilidad hasta el nivel de reemplazo.
Algunos demógrafos han llegado a la conclusión de que una vez que la tasa de fertilidad de un país cae muy por debajo del nivel de reemplazo, es decir, por debajo de 1,8 nacimientos por mujer, es muy difícil aumentarla en una cantidad significativa a pesar de las políticas, programas y gastos gubernamentales.
El principal y a menudo único foco de preocupación de los alarmistas es la economía nacional, es decir, el crecimiento del producto interno bruto, la producción, el consumo, el tamaño de la fuerza laboral, etc.
Rara vez esos alarmistas hacen sonar las campanas de alarma o expresan inquietudes serias sobre cuestiones vitales no económicas, como el cambio climático, la degradación ambiental, la pérdida de biodiversidad, la igualdad de género y los derechos humanos.
En lugar de intentar volver a las tasas de crecimiento demográfico y las estructuras de edad del pasado reciente, los funcionarios gubernamentales, sus asesores económicos y las élites adineradas deben reconocer y adaptarse al cambiante panorama demográfico del siglo XXI.
Al hacerlo, estarán mejor preparados para planificar y adaptarse a los amplios beneficios y oportunidades sociales, económicos, ambientales y climáticos, así como a los numerosos desafíos que se avecinan.
Una vez más, para ser claros, el cielo demográfico mundial no se está derrumbando. Simplemente está cambiando hacia tasas bajas o negativas de crecimiento demográfico nacional acompañadas de estructuras de edad más envejecidas. Y también, en lugar de culpar a la emancipación de las mujeres, los alarmistas deberían considerar seriamente el fracaso de los hombres como un factor importante que contribuye al cambio del cielo demográfico mundial.
Joseph Chamie es demógrafo consultor, exdirector de la División de Población de las Naciones Unidas y autor de numerosas publicaciones sobre temas de población, incluido su libro más reciente: “Niveles de población, tendencias y diferenciales”.
T: MLM / ED: EG