SANTA CRUZ, Bolivia – A los patios de los moradores del extenso Bosque Seco Chiquitano, en el departamento de Santa Cruz, en el este de Bolivia, ha llegado el fuego que consume el forraje, la vegetación, las plantas alimenticias y llena de humo los pulmones de indígenas y habitantes de cercanas y pequeñas ciudades distribuidas en 12 de los 56 municipios de la región.
La ecorregión, con un ecosistema único, se extiende por los llanos de Chiquitos, una de las últimas zonas forestales tropicales secas de América del Sur, con una extensión de unos 24 millones de hectáreas, de los cuales unos dos millones están afectados por quemas, en su mayoría intencionadas, y una aguda sequía.
Un informe del Viceministerio de Defensa informó que se identificaron incendios forestales no solo en Santa Cruz, sino también al menos en los departamentos de Beni y Pando.
Un análisis de datos satelitales de la Fundación Tierra le permitió concluir que la superficie quemada hasta el inicio de septiembre en los departamentos de Santa Cruz, Beni y La Paz supera los cuatro millones de hectáreas, de las que la más afectada es la región cruceña con 2,6 millones de hectáreas.
Durante lo que va de septiembre, siguen los incendios y pobladores de las zonas afectadas indican que en variados casos «están en descontrol».
“Estamos preocupados por la expansión del fuego a zonas protegidas como el Parque Nacional Noel Kempff Mercado (en el noreste de Santa Cruz), declarado patrimonio natural por la Unesco. El fuego se extiende y no hay manera de combatirlo porque no hay caminos de ingreso”, comentó a IPS el biólogo Oswaldo Maillard.
El investigador es responsable del Observatorio Seco Chiquitano de la Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano, que realiza monitoreo remoto y de campo para alertar sobre el riesgo de su integridad ecológica.
Fuego en las comunidades
“Hay comunidades chiquitanas indígenas que han sido afectadas. En la región de Santa Ana (en la provincia cruceña de Velasco y cerca de Brasil) el fuego llegó a propiedades privadas; ha llegado a la pastura de comunidades, muere el ganado”, describió el especialista en Santa Cruz de la Sierra, la capital del departamento.
Bolivia posee extensas zonas de llanuras, bosques y fuentes de agua en los departamentos de Santa Cruz, Beni y Pando. El país, enclavado en Suramérica, se caracteriza por sus altiplanicies andinas, sus valles tropicales y su selva amazónica, en sus 1099 millones de kilómetros cuadrados de superficie.
Entre las áreas naturales protegidas, la Fundación Tierra señala como la más afectada a la zona del Manejo Integrado San Matías, también cercana a Brasil, que colinda con el este del país, “donde el fuego arrasó con una extensión de 904 015 hectáreas, casi 45 % de su territorio”.
Le siguen entre las afectadas Otuquis, más al sur, en la frontera con Brasil y Paraguay, con 96 944 hectáreas afectadas, y la occidental reserva de El Choré, con 21 558 hectáreas afectadas.
Sin botas para la batalla contra el fuego
En la comunidad Chochis, del municipio Roboré, el comandante de cuadrilla de los Bomberos Forestales voluntarios Chochis, Odisverth Kazunari Cuellar, muestra los tres pares de botas gastados por el combate contra el fuego desde el mes de junio, durante su entrevista con IPS por videoconferencia.
Mientras alistaba su viaje de 12 kilómetros hasta las zonas de incendios, al anochecer del miércoles 4 de septiembre, Kazunari cuenta desde su comunidad que tras su última tarea de extinción debía continuar con el “monitoreo” de vigilancia para observar si hay alguna nueva fuente de calor que demandará otra misión bomberil.
A la pregunta sobre los incendios extinguidos por su grupo, responde que “muchísimos desde junio”, con un ostensible cansancio por las caminatas que realizó junto a otros 12 voluntarios porque no existen caminos de acceso en la llanura, de espesa maleza y árboles, y terreno irregular.
Desde que se reportaron los primeros focos de calor, varios grupos de voluntarios trabajan sin cesar en diferentes municipios cruceños, con el apoyo de algunos efectivos de las Fuerzas Armadas y algún helicóptero que transporta agua hasta las zonas críticas.
“No tenemos horarios y a veces nos quedamos a dormir en el campo en jornadas de 24 horas”, relata el bombero voluntario que pertenece como la mayoría de la ecorregión a los chiquitanos, una suma de varios pueblos originarios, como los samucos, los paikonadas, los savekas y los otukes.
En medio de una zona castigada por la sequía, la sed, el cansancio, los problemas respiratorios son una suma de factores que afectan a los voluntarios en un ambiente de 38 grados centígrados, una temperatura que se eleva más cuando gigantes llamas de fuego devoran la reseca vegetación.
El fuego toca a la puerta
“El fuego entró en las comunidades de San Lorenzo Nuevo y San Lorenzo Viejo, en el municipio de Roboré”, a 410 kilómetros al este de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, dijo a IPS la secretaria de la filial Roboré de la Cruz Roja, Leyla Caballero.
Añadió desde ese municipio que “varias casas fueron afectadas” y su organización acudió “para evacuar a las familias afectadas a sitios más seguros”.
“Roboré está en emergencia. Necesitamos ayuda para apoyar a los bomberos con barbijos, herramientas para apagar el fuego, agua, (bebidas) energizantes, alimentos, víveres no perecederos”, es el desesperado llamado en la página de la representación regional de la Cruz Roja.
La respuesta ha llegado de los propios habitantes de la empobrecida región con donativos de agua envasada, ropa y algunos alimentos, pero ello apenas mitiga las pérdidas en zonas alejadas de las grandes ciudades bolivianas donde se desconoce lo que sucede en los bosques cruceños.
“La mayor parte de los pobladores vivían de la producción de cítricos y a ello se sumó la sequía. No tenemos nada para producir”, dijo un cacique de la comunidad de San Lorenzo Nuevo a la digital y local Revista Gigante, a principios del mes de agosto, en medio del fuego que consumía las frágiles viviendas de madera y techo de palma de su asentamiento.
Desde su página informativa en Facebook, San Rafael Informa, el educador Jesús Alfredo Morón realiza apresuradas campañas de recolección de medicamentos para atender los ojos afectados de los bomberos voluntarios, y agua envasada para aliviar la sed de los brigadistas.
“Las estancias pierden pasto y potreros consumidos por el fuego, y el ganado ha tenido que ser trasladado a otras zonas”, comentó a IPS desde el municipio San Rafael, en la noroccidental provincia cruceña de Velasco.
Anticipa pérdidas económicas porque afecta, por igual, a pequeños y grandes productores que crían entre dos mil y 20 000 cabezas de ganado vacuno. La cantidad de incendios es tal que los 16 000 habitantes de San Rafael tienen una visibilidad de apenas 150 metros.
En Roboré, la Cruz Roja atendió numerosos casos de problemas respiratorios y conjuntivitis entre adultos y niños, un problema de salud frecuente en la zona chiquitana.
Los efectos de las quemas descontroladas llegaron desde las zonas rurales de la mayor región de Bolivia a Santa Cruz de la Sierra, la ciudad más poblada del país, con dos millones de habitantes de los 11,3 millones de toda Bolivia.
La Secretaría Municipal de Medio Ambiente registró el 27 de agosto en la urbe un Índice de Calidad del Aire de 187 microgramos de dióxido de carbono por metro cúbico, el dato más alto de agosto.
La lectura considera que ese registro corresponde a una “muy mala calidad” del aire, y toma como base de análisis los 50 microgramos de dióxido de carbono por metro cúbico como “buena” calidad del aire.
¿Quién enciende el fuego?
Sobre quienes están detrás de los incendios, el biólogo Maillard tiene una respuesta con varios ángulos: hay incendios por fenómenos naturales como los rayos, pero “más de 99 % son por acción humana… por gente que hace mal manejo del fuego, personas mal intencionadas y piromaníacos que encienden el fuego”.
Si bien admite la costumbre de los “chaqueos”, como el uso del fuego para eliminar maleza después de las primeras lluvias, “varias personas continuaron quemando sin considerar la velocidad del viento con ráfagas de 30 kilómetros por hora y la temperatura”, lamentó.
La gubernamental Autoridad de Fiscalización de Bosques y Tierra informó de la apertura de 253 procesos administrativos, 54 procesos penales, 48 de ellos en el departamento de Santa Cruz, y la detención preventiva de cuatro personas en la cárcel pública.
“Los avasallamientos y el tráfico de tierras tienen mucha relación con los incendios forestales que se viven cada año en la Chiquitania y Amazonia del país”, afirmó la diputada nacional de la opositora agrupación Creemos, María René Álvarez, en diálogo con IPS desde La Paz.
Acusó a los gobiernos del izquierdista Movimiento Al Socialismo: el de Evo Morales (2006-2019) y Luis Arce (2020 al presente) de “fomentar la toma ilegal de tierras e institucionalizar las quemas con sus leyes y decretos incendiarios.”
La legisladora que representa a la zona afectada por los incendios en el departamento de Santa Cruz, atribuye a los “grupos interculturales”, formados por migrantes de las zonas andinas al trópico.
Esos migrantes, en su opinión, serían responsables de tomar tierras, formar sindicatos, desmontar terrenos y legalizarlos “para entregarlos (venderlos) limpios a los nuevos compradores, empresarios inescrupulosos, incluidos capitales extranjeros, en un círculo vicioso que crece cada día”.
La opinión es apoyada por el indígena uchupiamona Álex Villca, vocero de la Coordinadora de Defensa de Territorios Originarios (Contiocap), que acusa a “los gobiernos de turno y grandes empresas (agronegociantes)” de estar detrás del descontrol de los incendios.
“Nos están quemando vivos a los pueblos indígenas de la cuenca y el bioma amazónico”, dijo.
Tres meses después de iniciarse este ciclo de incendios descontrolados, socorristas, legisladores de oposición y defensores del medioambiente exigen una declaratoria de emergencia nacional porque los esfuerzos de bomberos forestales no alcanzan a mitigar el desastre.
ED: EG