SAN MIGUEL, El Salvador – Ante el recurrente problema de contaminación ambiental que causa la industria avícola en comunidades rurales salvadoreñas, algunas compañías, como respuesta, producen biogás a partir de los desechos orgánicos de sus granjas y plantas procesadoras de pollos, y con ese gas combustible generan electricidad limpia.
El consorcio Grupo Campestre invirtió siete millones de dólares para montar su planta de biogás, en el cantón El Brazo, del municipio de San Miguel, en el este de El Salvador, y eliminó la contaminación ambiental causada por los desechos orgánicos de sus cuatro granjas, que producen ocho millones y medio de pollos al año.
La planta, en operación desde 2021, también recibe los residuos biodegradables de las varias empresas que engloba el Grupo Campestre, como la que sacrifica las aves para venderlos en los supermercados, la de lácteos y la cadena de 60 restaurantes de pollo frito.
Con el biogás se genera la electricidad que el consorcio vende a una empresa de distribución de electricidad, y esta la inyecta a la red nacional de energía.
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Este proyecto ha puesto fin, además, al conflicto entre las instalaciones del grupo avícola y las comunidades rurales que viven en los alrededores, que hasta la generación del biogás, tenían que soportar los malos olores de los desechos de los pollos y otros problemas ambientales.
La planta de biogás procesa unas 40 000 toneladas anuales de desechos con potencial energético, que van a dar a dos enormes biodigestores donde las bacterias realizan la labor de descomposición y generan, entre otros gases, el metano, el principal combustible que acciona un generador de 850 kilovatios de potencia instalada.
Los biodigestores producen alrededor de 10 000 metros cúbitos de biogás al día, con los que se generan 17 megavatios/hora cada jornada.
ED: EG
