La Unctad alerta sobre crisis generalizada de la deuda

Un aula en Gao, ciudad de Malí, una nación de ingresos medianos bajos. La Unctad recuerda que unos 3300 millones de personas viven en países que gastan más en pagar intereses por sus acreencias que en educación o salud, y reclama que se aborde una reestructuración de la arquitectura de la deuda en las economías en desarrollo. Imagen: Marco Dormino / ONU

GINEBRA – La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) lanzó este miércoles 7 un nuevo alerta sobre una crisis generalizada de la deuda externa de los países en desarrollo, por lo que se requiere con urgencia modificar la arquitectura de esas acreencias.

Anastasia Nesvetailova, jefa de la rama de políticas macroeconómicas y de desarrollo de la Unctad, dijo que “mientras se vislumbra en el horizonte una crisis de deuda sistémica, en la que un número creciente de países en desarrollo pasan de la angustia a la cesación de pagos, ya está en marcha una crisis de desarrollo”.

“Esta situación es claramente insostenible. Se necesita un enfoque de la deuda centrado en el desarrollo”, expuso Nesvetailova.

A raíz de la pandemia covid-19, la deuda soberana externa de los países en desarrollo (fondos tomados prestados en moneda extranjera) aumentó 15,7 % hasta alcanzar 11,4 billones (millones de millones) de dólares a finales de 2022.

Los crecientes niveles de deuda se complican aún más por la diversidad de entidades prestamistas e instrumentos financieros.

Igualmente alarmante es el aumento de los costos del servicio de la deuda, en particular para los países de ingresos bajos (26 países, como Afganistán y Yemen en Asia, o Etiopía, Somalia y Sudán en África) y medianos bajos (54, como Argelia y Malí en África, Camboya y Pakistán en Asia o Haití y Nicaragua en América).

Esos países, también conocidos como mercados fronterizos, que se endeudaron cuando las tasas de interés eran bajas y los inversores estaban interesados, ahora están gastando entre 13 y 23 % de sus ingresos por exportaciones para pagar su deuda externa.

Los países en desarrollo que debían dedicar más de 10 % de sus ingresos públicos al pago de la deuda eran 29 en 2010, aumentaron a 44 en 2016 y en 2022 ya eran 50.

“Para poner esto en perspectiva, después de la Segunda Guerra Mundial, la proporción de los ingresos por exportaciones destinada al servicio de la deuda de Alemania se limitó a cinco por ciento, para ayudar a la recuperación de Alemania Occidental”, comentó Nesvetailova.

La Unctad sostiene que los crecientes costos de la deuda están agotando recursos públicos vitales necesarios para el desarrollo.

Al respecto, recuerda en su reporte que en el mundo –ya con 8000 millones de habitantes- alrededor de 3300 millones de personas viven en países que gastan más dinero en pagar intereses de sus deudas que en educación o salud.

El informe presentado por Nesvetailova subraya que la creciente crisis de deuda se debe no solo a la ola de deuda después de la crisis financiera mundial de 2008, las crisis en cascada desde la pandemia y el agresivo ajuste monetario en los países desarrollados.

Las raíces principales se encuentran en las fallas estructurales de la arquitectura global de la deuda soberana, “que ofrece un apoyo inadecuado y tardío a los países con sobreendeudamiento”.

Hay además factores pasados por alto que contribuyen a una deuda soberana insostenible, como el cambio climático.

El informe aboga por una reevaluación exhaustiva de estos factores, que abarcan la demografía, la salud pública, los cambios económicos globales, el aumento de las tasas de interés, los realineamientos geopolíticos y la inestabilidad política.

También las implicaciones de la deuda soberana en las políticas industriales de los estados deudores.

Propone un ciclo de vida de cinco etapas para la deuda soberana como marco conceptual para analizar y mejorar la arquitectura de la deuda global.

Las etapas incluyen contraer deuda; emitir instrumentos de deuda, como bonos y préstamos; gestionar la deuda; rastrear su sostenibilidad y, si es necesario, reestructurar o renegociar los términos de la deuda.

“Estamos instando a un nuevo pensamiento creativo en todas las etapas del ciclo de la deuda, así como a nuevos enfoques para salvar la persistente brecha entre soluciones estatutarias y contractuales”, dijo Penélope Hawkins, jefa de la rama de deuda y financiación del desarrollo de la Unctad.

El informe esboza un conjunto integral de recomendaciones para recalibrar la arquitectura de la deuda global en línea con las necesidades de los países en desarrollo.

Una recomendación clave es impulsar los préstamos concesionales (caracterizados por tasas de interés más bajas y plazos de pago más largos) y las donaciones. Eso podría lograrse aumentando el capital base de los bancos multilaterales y regionales para ampliar su capacidad crediticia.

Otra forma de obtener financiación en condiciones favorables implica la emisión de derechos especiales de giro (DEG), un tipo de moneda que el Fondo Monetario Internacional (FMI) creó para que los países miembros aumenten sus reservas monetarias intercambiándolas por monedas oficiales según sea necesario.

También es importante una mayor transparencia en los términos y condiciones de financiación. El informe dice que reducir la asimetría de recursos e información entre prestatarios y prestamistas, junto con medidas legislativas en los países prestamistas, puede desalentar las prácticas crediticias predatorias.

“Pero la transparencia va más allá de la divulgación de datos”, dijo Hawkins. “Significa un compromiso para construir una arquitectura financiera global que sea justa y responsable para todos”, afirmó.

Otras recomendaciones incluyen ampliar el acceso de los países en desarrollo a monedas extranjeras a través de créditos de permuta de bancos centrales, y mejorar su resiliencia durante las crisis externas a través de reglas de moratoria sobre las obligaciones de los deudores, como cláusulas de deuda resistentes al clima.

Eso permitiría detener los pagos de la deuda y proporcionar cierto respiro para la gestión de la crisis.

“Es necesario un mayor uso de cláusulas contingentes en los contratos para los países que experimentan crisis climáticas y otras crisis externas”, afirma Hawkins.

Finalmente, el informe subraya la necesidad urgente de comenzar a trabajar para establecer una autoridad global de deuda que coordine y oriente las reestructuraciones de la deuda soberana.

A-E/HM

 

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