Finca familiar en Cuba innova la producción con mix de energías limpias

La artista plástica y agricultora Chavely Casimiro en compañía de su hija Leah Amanda Díaz alimentan uno de los biodigestores en Finca del Medio, en el centro de Cuba. El aporte es de unos siete metros de biogás por día, energía suficiente para la cocción, horneado y deshidratación de alimentos. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

TAGUASCO, Cuba – Combinar tecnologías e innovaciones para aprovechar el potencial solar, eólico, hidráulico y de la biomasa permite a Finca del Medio ser un referente en Cuba en el manejo de energías limpias, que son la base de sus prácticas agroecológicas y de saneamiento ambiental.

Las fuentes renovables de energía intervienen en la instalación en múltiples procesos cotidianos como la generación de electricidad, el alumbrado, el abastecimiento, el riego y calentamiento de agua, así como en la cocción, deshidratación, secado, horneado y refrigeración de alimentos.

“Comenzamos con molinos de viento en pozos artesianos y arietes hidráulicos para mover el agua. Eso nos dio una conciencia de la cantidad de energía que necesitábamos y de ampliar su utilización”, indicó el agricultor José Antonio Casimiro, de 65 años, propietario de esta finca familiar agroecológica situada en el centro de esta alargada isla caribeña.

El agricultor, valoró la ayuda de su hijo, de 41 años, con el mismo nombre y apellido que él, en la colocación de los dos molinos de Finca del Medio, durante las jornadas en que IPS visitó la instalación y compartió las actividades con la familia.

“No había quien los armara ni reparara. Ambos tuvimos que estudiar mucho, y aprendimos a hacer muchas cosas de construcción sobre la marcha y perfeccionar las técnicas”, refirió Casimiro hijo sobre los equipos ahora inactivos, pero capaces de extraer unos 4000 litros diarios de agua del manto freático.

Cuando abundan las lluvias y aumenta el volumen de la presa con capacidad de 55 000 metros cúbicos, cobra vida el ariete hidráulico. El aparato deriva unos 20 000 litros del líquido hacia un tanque con capacidad de 45 000 litros, a 400 metros de distancia y 18 metros por encima del nivel del embalse.

“Los arietes usan como única energía la propia presión del agua. Llevarla a la parte más elevada facilita usar la pendiente para el riego por gravedad, o llenar los bebederos de los animales”, explicó Chavely Casimiro, de 28 años, hija menor del matrimonio de José Antonio y Mileidy Rodríguez, también de 65 años.

“Hace falta más incentivos, mejores políticas y apoyo financiero para que las familias campesinas dispongan de energía suficiente para sus labores y mejoren el confort de sus viviendas y la calidad de vida”: José Antonio Casimiro.

Artista plástica y con el mismo “gen” agricultor de toda la familia, Chavely resaltó  la veintena de innovaciones hechas por su papá al ariete hidráulico, a fin de optimizar la captación de agua.

Otras invenciones agilizan el montaje y desmontaje de los molinos para su mantenimiento, o ante el paso de ciclones tropicales.

“El abastecimiento de agua lo hemos ido sustituyendo con paneles solares, más eficientes. Se pueden retirar más rápido (que las aspas de los molinos) si viene un huracán. Puedes incorporarles baterías y acumular la energía”, valoró Casimiro.

Además, analizó, “pongamos que un molino cueste unos 2000 dólares. Con esa cantidad puedes comprar cuatro paneles de 350 vatios. Eso sería más de un kilovatio hora (kWh) de potencia. Compras un par de baterías en 250 dólares cada una, y con ese kWh puedes bombear el equivalente del agua de unos 10 molinos”.

Pero para el agricultor los molinos tienen más importancia que lo que generan. “Sería bueno que cada finca tenga al menos un molino de viento. Para mí es muy simbólico verlos halar agua”, dijo.

Lorenzo Díaz, esposo de Chavely Casimiro, utiliza un horno solar para la cocción de alimentos. Al fondo un molino de viento y un calentador solar que son otras de las tecnologías que aprovechan el potencial de las energías renovables en Finca del Medio, en el centro de Cuba. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

Innovaciones

Ubicada en el municipio de Taguasco, de la central provincia de Sancti Spíritus y a unos 350 kilómetros al este de La Habana, Finca del Medio desarrolla un modelo de explotación familiar basada en la permacultura, la agroecología y la producción agropecuaria a partir del uso principal de las energías limpias.

En 1993, Casimiro y Rodríguez con sus hijos Leidy y José Antonio -un año después nació Chavely-, decidieron asentarse en la hacienda de 13 hectáreas de los abuelos paternos, con el objetivo de revertir su deterioro, la erosión de los suelos y colocar cercas perimetrales.

La erosión del terreno obedecía a que en el pasado la finca se dedicó al cultivo del tabaco, con una sobreexplotación que lo degradó, y además después había caído en el abandono, e igualmente la vivienda.

La hija mayor es la única que no vive y trabaja en la finca, aunque sí pasa temporadas en ella, y en total viven en el lugar una decena de miembros de la familia, incluidos cuatro nietos, y todos los adultos trabajan en ella o dedican tiempo a apoyar en diferentes tareas.

Con el auxilio de innovaciones tecnológicas ajustadas al contexto, y conocimientos empíricos y científicos, el núcleo familiar se autoabastece de arroz, frijoles, tubérculos, hortalizas, leche, huevos, miel, carnes, pescado y más de 30 variedades de frutas. De los alimentos básicos solo no producen azúcar y sal.

Comercian todos los excedentes de su producción, incluida la leche vacuna para la que tienen contratos específicos y también están impulsando el agroturismo, para lo que realizan nuevas mejoras en las instalaciones.

En Finca del Medio un sistema de canalizaciones y zanjas permite la infiltración del agua de las precipitaciones, evita el arrastre de la capa vegetal y conserva la mayor cantidad de líquido posible para el posterior riego.

Esas innovaciones también benefician a pobladores vecinos, al mitigar inundaciones y alimentar el manto freático, lo cual ha devuelto la savia a pozos otrora extintos.

La construcción de la vivienda es “hija” también de soluciones tecnológicas ante la escasez de recursos como el acero, que llevó a delinear los techos en forma de domo o cúpula confeccionados con ladrillos de barro y cemento.

El diseño ayuda en la colecta de agua de lluvia, mejora la protección ante huracanes y mejora la ventilación con espacios más frescos, lo cual reduce la necesidad de equipos de aire acondicionado y amplía el ahorro.

Junto con la producción de alimentos, las nuevas generaciones e integrantes de la familia Casimiro-Rodríguez impulsan acciones de educación y socialización de buenas prácticas agrícolas y medioambientales.

A la finca acuden estudiantes de escuelas cercanas para aprender sobre estas prácticas, al igual que especialistas en agroecología y personas llegadas de diferentes partes del mundo, interesadas en compartir la experiencia. Mientras, varios integrantes de la familia han viajado al exterior para dictar talleres sobre agroecología y permacultura.

Los agricultores José Antonio Casimiro y su hijo, con el mismo nombre, conversan en el taller de mecánica de Finca del Medio. Ambos desarrollaron innovaciones para el empleo de los molinos de viento, el ariete hidráulico y los biodigestores, además de implementos para la labranza. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

Potencial solar y del biogás

En uno de los techos laterales de la vivienda un emplazamiento con 28 paneles fotovoltaicos aporta unos ocho kWh, conectados a baterías. La energía almacenada garantiza necesidades domésticas durante los cortes de electricidad que afectan a la isla debido al déficit de combustible, así como roturas y mantenimientos de sus envejecidas plantas termoeléctricas.

Asimismo, tres calentadores solares con una capacidad de 380 litros añaden mejoras al suministro en la vivienda.

Próximos a la cocina, dos biodigestores de cúpula fija tributan otro combustible renovable, el biogás, compuesto principalmente por metano y dióxido de carbono resultante de la descomposición anaerobia del estiércol de animales, desechos de cosechas y “hasta de las aguas negras de la casa, las cuales canalizamos para que esos desechos no contaminen el ambiente”, apuntó Casimiro.

Debido a la carencia actual de suficiente estiércol al reducir el número de vacas, solo está operativo en estos momentos uno de los biodigestores, con unos siete metros de biogás por día, suficiente para la cocción, horneado y deshidratación de alimentos.

La inventiva familiar ideó un mecanismo para, sin vaciar el estanque con agua ni detener la producción de biogás, extraer del fondo los sólidos que se utilizan como biofertilizantes, al igual que centenares de litros de efluentes para el fertirriego (combinación de abonos ecológicos y agua) de los cultivos, por gravedad.

Tanto la instalación de los biodigestores, los paneles solares fotovoltaicos y uno de los calentadores solares contaron con el respaldo de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude) y la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey con su proyecto Biomas-Cuba, valoró Casimiro.

También apreció el vínculo con otras instituciones científicas como el Centro Integrado de Tecnologías Apropiadas, de la también central provincia de Camagüey, enfocado en ofrecer soluciones a las necesidades de abastecimiento de agua y saneamiento ambiental, y esencial en la instalación del ariete hidráulico.

El agricultor comentó que la finca produce el equivalente a unos 20 kWh a partir de la combinación de energías renovables, y de emplear únicamente la electricidad convencional para las actividades, el gasto rondaría el equivalente a unos 83 dólares mensuales.

Lorenzo Díaz suministra leña a un novedoso fogón que permite en Finca del Medio, de una manera eficiente, cocinar alimentos, deshidratar frutas y especias, calentar agua y tratar carnes para su conservación, entre otras funciones. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

Fogón eficiente

Emplazado en la amplia y funcional cocina, el fogón revestido con losas blancas y una chimenea acumula 16 remodelaciones para hacerlo más eficiente y transformarse en otro de los orgullos de la finca.

Alimentado con leña, cáscaras de coco y otros residuos, “el fogón permite preparar la comida, deshidratar frutas y especias, calentar agua y tratar carnes para su conservación, entre otras tareas”, subrayó Rodríguez cuando enumeró a IPS algunas ventajas de ese otro “hijo” del ingenio familiar que apoya sus artes de hábil cocinera y repostera.

Apuntó que, junto con la extracción de todo el humo, “el diseño aprovecha mejor el calor, algo que debe usarse en un sauna” que se construye aledaño a la cocina, para el disfrute de la familia y potenciales turistas.

Casimiro es partidario de incorporar las energías limpias a los procesos agrícolas, pero, sostuvo, “hacen falta más incentivos, mejores políticas y apoyo financiero para que las familias campesinas dispongan de energía suficiente para sus labores y mejoren el confort de sus viviendas y la calidad de vida”.


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Desde 2014, Cuba dispone de la Política para el desarrollo perspectivo de las Fuentes Renovables de Energía y su uso eficiente.

Resulta un asunto de seguridad nacional la modificación sustancial de la matriz energética nacional, muy dependiente de la importación de combustibles fósiles y golpeada por cíclicos déficits energéticos.

Sin embargo, normas con ciertas exenciones aduaneras y otros estímulos para ampliar el aporte de las energías solar fotovoltaica, eólica, biomasa e hidroeléctrica en este país insular caribeño parecen todavía insuficientes ante los elevados precios de estas tecnologías, la crisis económica interna y el escuálido poder adquisitivo de una mayoría de las familias cubanas.

Las fuentes limpias significan apenas 5 % de la generación eléctrica en la isla, un panorama que el gobierno quiere transformar radicalmente, con una ambiciosa meta que propone 37 % de participación para 2030, algo cada vez de más difícil cumplimiento.

ED: EG

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