GINEBRA – La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) confirmó este jueves 17 la muerte de 63 senegaleses en aguas del Atlántico, al naufragar la precaria embarcación en que viajaban con la intención de arribar como migrantes a Europa.
Safa Msehli, portavoz de la OIM, confirmó en esta ciudad suiza que fueron rescatados 38 sobrevivientes, 37 de Senegal y uno de Guinea-Bissau, por un buque pesquero español que les acercó a la isla de Sal, en el archipiélago de Cabo Verde, a más de 300 kilómetros al oeste de la costa senegalesa.
La embarcación, tipo piragua, de madera y 20 metros de eslora, zarpó el 10 de julio del puerto pesquero de Fass Boye, en el noroeste de Senegal. De acuerdo con autoridades senegalesas, partieron 101 migrantes con el objetivo de ganar las costas de España.
Pronto quedó a la deriva, decenas de ocupantes perecieron por falta de provisiones o hipotermia, y sus cuerpos fueron arrojados al mar, según las primeras informaciones.
“A partir del séptimo día a la deriva se quedaron sin provisiones, lo que costó la vida a más de 50 % de los ocupantes, que fueron arrojados por la borda debido a la descomposición de los cuerpos”, según un reporte del capitán del pesquero a la Cruz Roja, que participa en la atención de los sobrevivientes.
Msheli observó que “estas muertes frecuentes en el mar, ya sea en la ruta del Atlántico o en el Mediterráneo, hablan de la desesperación y de miles de personas que se embarcan en un viaje en busca de una vida mejor o huyendo de la pobreza extrema o un conflicto”.
El 12 de agosto la Armada de Marruecos rescató del mar a 134 senegaleses que trataban de migrar a España y cuya embarcación también partió de Fass Boye.
Según datos de la OIM, el año pasado perecieron 559 personas al naufragar embarcaciones con las que esperaban llegar a las españolas Islas Canarias, en el Atlántico, y en lo que va de 2023 otros 327, en 15 naufragios registrados.
La mayoría de los migrantes proceden de los países de África occidental, y Senegal, el país más al oeste en tierra firme, es lugar tanto de origen como de tránsito para estas migraciones irregulares.
Y en el Mediterráneo central la OIM estima que se han perdido este año 1800 vidas -muertos o desaparecidos-, de náufragos que desde costas de Libia o Túnez han tratado de ganar las de Malta o el sur de Italia.
También se han registrado naufragios con pérdidas de decenas de vidas en el Mediterráneo oriental, principalmente de migrantes que desde el Medio Oriente tratan de llegar a Grecia o alcanzar el sur italiano.
En el caso del Atlántico, las autoridades de Cabo Verde, que brindaron auxilio de emergencia a los náufragos de Fass Boye, reiteraron sus llamados a que mediante acciones globales se trate de detener la corriente migratoria en embarcaciones precarias que cobran numerosas vidas.
Msehli comentó al reportar el caso que “faltan vías seguras y regulares para la migración, que es lo que da lugar a que los contrabandistas y traficantes se aprovechen de las personas y las exponga a estos viajes tan arriesgados”.
Tanto en el Atlántico como en el Mediterráneo, y también en el Canal de la Mancha que separa a Francia del Reino Unido, los migrantes de África y Asia son fácil presa de traficantes que les extorsionan y transportan en barquichuelos inseguros que naufragan con frecuencia.
Finalmente se informó que, atendidos en un refugio en la isla de Sal, los sobrevivientes serán repatriados a Senegal según coordinan las autoridades del país y las de Cabo Verde.
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