Opinión

Urge un Fondo Mundial para Medios y Periodismo

Este es un artículo de opinión de Simone Galimberti, cofundador de las organizaciones nepalíes Engage y Good Leadership.

Imagen: Cima

KATMANDÚ –  Ha habido una serie de propuestas para sostener el periodismo en todo el mundo, desde incentivos fiscales y subsidios hasta la idea de asignar 1 % del producto interno bruto de los países a un aumento drástico de la ayuda oficial al desarrollo (AOD) para el periodismo independiente en el Sur global.

El debate ha sido intenso y con razón.

Lo que se necesita es un proyecto a largo plazo que establezca una arquitectura mundial de apoyo al periodismo serio y fiable, independientemente del tamaño y el modelo de negocio de los medios que lo producen. En medio de estos llamamientos a gobiernos y organizaciones asistenciales para que hagan más, por fin algo se está moviendo.

Sin embargo, las necesidades exigen una verdadera ambición y visión de futuro que en la práctica se traduce en una gobernanza mundial coherente para salvaguardar los medios de comunicación fiables en todo el mundo.

El Fondo Internacional para los Medios de Comunicación de Interés Público (IFPIM, en inglés), anunciado inicialmente por Francia durante el Foro de la Paz de París en 2022, está tomando forma y ya se ha seleccionado una cohorte piloto inicial de medios de comunicación.

Debido a su forma híbrida de gobernanza, independiente pero respaldada tanto por gobiernos como por grandes filántropos, el FIPIM podría convertirse en la mayor fuente de fondos para los medios de comunicación de todo el mundo.

Según la información facilitada en su sitio web, ya ha recaudado 50 millones de dólares de más de 15 gobiernos, organizaciones asistenciales y entidades corporativas, pero la ambición es mucho mayor.

El Centro de Asistencia Internacional a los Medios (Cima, en inglés), una iniciativa de la bipartidista Fundación Nacional para la Democracia, una entidad financiada por el legislativo Congreso estadounidense, calcula que el gasto global para apoyar a los medios independientes en todo el mundo debería ser de 1000 millones de dólares al año.

El autor, Simone Galimberti

La realidad sobre el terreno -teniendo en cuenta también cuántos medios de comunicación tradicionales están luchando con los ingresos y la disminución de lectores- podría requerir una cifra mucho mayor.

Si la situación ya era grave antes de la pandemia, la covid fue el golpe de gracia para muchos medios de comunicación de todo el mundo que ya estaban siendo atacados por los efectos perjudiciales de las grandes empresas tecnológicas y sus plataformas de medios sociales. Y ahora también hay que hacer frente a un uso aún más amenazador y perturbador de la inteligencia artificial.

Aunque las tecnologías basadas en la inteligencia artificial (IA) pueden ofrecer algunos elementos positivos sobre cómo los medios de comunicación se relacionan con el público, los riesgos son enormes

“Las tecnologías basadas en la IA también tienen un enorme potencial para dañar nuestros ecosistemas de información y amenazar los derechos humanos fundamentales en los que se basan los sistemas de medios de comunicación sólidos e independientes y las sociedades libres», reza una resolución aprobada en la anual Asamblea General del Instituto Internacional de la Prensa (IPI), celebrada en Viena el 25 de mayo.

Con este sombrío panorama, el panorama de los medios de interés público se está convirtiendo rápidamente en lo que los expertos definen como “desiertos de noticias”. Todos deberíamos estar muy atentos a los peligros asociados a sus consecuencias.

Al fin y al cabo, como explica el informe sobre Tendencias Mundiales en libertad de expresión y desarrollo de los medios, publicado por la Unesco, se trata de una cuestión vital porque el periodismo es un bien público que debe protegerse a toda costa.

En tal escenario, es un alivio el hecho de que el IFPIM aspire a alcanzar los 500 millones de dólares, una búsqueda que es en sí misma un hito. Sin embargo, no es suficiente.

Una cuestión a tener en cuenta es el hecho de que nos encontramos ante un panorama fragmentado en esta línea del sector. Existe ya un pequeño pero cada vez más visible e impactante ecosistema, todavía en construcción, formado por agencias mixtas que apoyan a medios independientes de todo el mundo.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Algunos de los más importantes son el Fondo de Inversión para el Desarrollo de los Medios (MDIF, en inglés), que adopta un enfoque más inversor que el enfoque todavía en construcción del IFPIM y que ya ha sido capaz de ofrecer diversas opciones de financiación.

El MDIF ya ha invertido 300 millones de dólares en 148 medios de comunicación de 47 países. Además, cada vez hay más organizaciones «intermediarias».

Algunas de ellas, como Pluralis, actúan más como inversores (entre sus propios patrocinadores está el MDIF). Otras ofrecen un paquete combinado, financiero y de desarrollo de capacidades, como Free Press Unlimited IMS (International Media Support), mientras que United for News adopta un enfoque de mercado consistente en vincular los anuncios con los medios de noticias locales en línea.

BBC Media Action e Internews, por su parte, son intermediarios más cercanos al terreno.

Aunque cada una de estas organizaciones representa un modelo distinto de apoyo y son diferentes entre sí, todas pretenden mejorar la viabilidad de unos medios de comunicación sólidos e independientes.

Curiosamente, estamos asistiendo a una polinización cruzada de este tipo de iniciativas, ya que sus financiadores suelen estar interrelacionados entre sí, con una importante fundación filantrópica o un donante bilateral que apoya varias iniciativas al mismo tiempo.

Y no mencionamos los mecanismos que varias instituciones bilaterales occidentales están poniendo en marcha exclusivamente para salvaguardar y proteger a los periodistas en peligro.

Por ejemplo, el anunciado Reporters Shield (Escudo de Reporteros), lanzado este mes por  la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), está especialmente diseñado para hacer frente las llamadas demandas estratégicas contra la participación pública, conocidas por su sigla en inglés SLAPP.

Sin duda, el IFPIM va a ser un catalizador destacado, pero está mostrando acertadamente su compromiso de asociarse con otras partes interesadas clave.

El reciente Memorando de Entendimiento firmado en 2022 por Reporteros sin Fronteras (RSF) y el Foro sobre Información y Democracia -una iniciativa global que lidera el debate sobre la salvaguarda del periodismo y que tiene su sede en RSF- con el IFPIM, es prometedor pero no suficiente.

Si la ambición del IFPIM es convertirse en un fondo mundial de apoyo a los medios de comunicación y al periodismo, similar a los mecanismos de financiación que se utilizan para luchar contra el VIH y la tuberculosis, todos los actores que invierten en los medios de comunicación independientes deben unirse de verdad.

El hecho de que algunas de las principales organizaciones filantrópicas destinen recursos a distintos fines podría ser un elemento positivo en un enfoque coordinado a escala mundial para promover el periodismo y los medios de comunicación.

Esta intención común permitiría crear un verdadero ecosistema mundial que devolvería a los medios de comunicación la importancia que solían tener y los convertiría, una vez más, en un pilar central del debate público.

En primer lugar, los gobiernos con capacidad fiscal suficiente deberían hacer todo lo necesario para apoyar a su propia industria mediática. Algunos de ellos en Europa ya lo están haciendo y también en Estados Unidos se está debatiendo una nueva legislación y otras herramientas financieras, incluidos vales en metálico para que los ciudadanos compren suscripciones.

Pero si queremos salvaguardar el periodismo y los medios de comunicación en todo el mundo, es esencial impulsar los medios públicos y privados que trabajan con integridad en el Norte, incluidas las redacciones heredadas.

No se trata solo de ofrecer incentivos, descuentos u otras ayudas financieras, o de garantizar que las plataformas propiedad de las grandes tecnológicas paguen lo que deben a las redacciones, como está empezando a ocurrir lentamente.

También se trata de volver a convencer a la gente, incluidos los jóvenes, para que lean noticias, en línea y fuera de línea.

También hay que dar prioridad a iniciativas masivas de concienciación en las que participen escuelas y universidades, de modo que un usuario común de noticias pueda convertirse también en periodista ciudadano o en escritor de opinión.

En segundo lugar, debería establecerse una financiación verdaderamente global y masiva para los medios de comunicación y el periodismo, incluso mediante la fusión de entidades existentes. El resultado podría convertirse en un mega financiador o donante de donantes, un verdadero Fondo Mundial para los Medios y el Periodismo.

Todos los grandes gobiernos y organizaciones filantrópicas inyectarían recursos financieros y conocimientos técnicos que luego se filtrarían a otros actores más pequeños de la cadena de suministro.

En un posible ecosistema de protección de los medios de comunicación y el periodismo, habría suficientes espacios para organizaciones intermediarias como las que ya operan cerca de las empresas de medios de comunicación sobre el terreno, especialmente en el Sur global.

El periodismo y el florecimiento de los medios de comunicación también deberían convertirse en un área central de atención de las Naciones Unidas. A pesar de la obvia resistencia que pueda surgir en ciertos campos, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, debería incluirlo en su ambiciosa Agenda Común.

Dos de sus 12 pilares estratégicos, «promover la paz y prevenir los conflictos» y «fomentar la confianza», deberían reforzarse con iniciativas centradas en los medios de comunicación. Un código de conducta mundial que promueva la integridad en la información pública, uno de los hitos de «fomentar la confianza», debería ir acompañado de otras acciones más audaces.

No olvidemos que la Unesco ya ha participado en la promoción de los medios de comunicación con dos programas, como el Programa Internacional para el Desarrollo de la Comunicación (PIDC) y el Fondo Mundial para la Defensa de los Medios, una herramienta de protección más estrecha y centrada en los periodistas.

Algo favorable en la actualidad es que el impulso para salvar a los medios de comunicación está ganando fuerza.

Sin embargo, es indispensable asegurarse de que la atención se va a centrar en medidas a medio y largo plazo y no en soluciones a corto plazo.

Sin un diseño y una ambición globales, es seguro que la situación no hará más que empeorar. Todos los actores globales, junto con los profesionales y activistas sobre el terreno, deben unirse. El nivel y la velocidad de los debates sobre el futuro de los medios de comunicación deben aumentar.

Solo con cambios profundos en los mecanismos de financiación del periodismo podrán seguir funcionando y prosperando los medios de comunicación serios y fiables, tanto del Norte como del Sur, ya sean heredados o nuevas empresas que prosperan en internet.

No hay cortafuegos que detenga la decadencia del periodismo. Solo la urgencia y las acciones audaces ofrecen la mejor oportunidad de garantizar un New Deal (nuevo pacto) para los medios de comunicación y el periodismo mundiales.

Simone Galimberti es cofundador de las organizaciones nepalíes Engage y Good Leadership (El buen liderazgo). Sobre todo, escribe análisis y artículos de opinión acerca de la participación de los jóvenes en las Naciones Unidas, el desarrollo social y los derechos humanos.

RV: EG

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