LA HABANA – El déficit de medicamentos y la necesidad de acudir al mercado informal para acceder a buena parte de ellos constituyen preocupaciones de la ciudadanía en Cuba, país con acelerado envejecimiento demográfico y aumento de las llamadas enfermedades no transmisibles (ENT).
“Hace más de cuatro meses no llegaba el captopril y la hidroclorotiazida. A fines de abril pude comprarlas en la farmacia, pero no la cantidad establecida, porque sigue inestable el suministro, me comentó la dependienta”, refirió a IPS el comunicador social Leonardo Brito, de 41 años, quien vive en la oriental ciudad de Holguín.
Diagnosticado con hipertensión arterial a los 16 años, Brito toma diariamente tres tabletas de captopril y una de hidroclorotiazida “para mantenerme controlado, pero en semanas recientes tomaba apenas una, para estirarlas”.
Además de antihipertensivos y diuréticos, en los anaqueles de las farmacias cubanas llevan ausentes o son exiguos los suministros de antibióticos, ansiolíticos, antisicóticos, antihistamínicos e inyectables, entre los fármacos más demandados.
“Mi papá, jubilado y diabético, necesita tomar glibenclamida. La he buscado en el mercado negro, pero mi salario no permite comprarle el medicamento suficiente debido a los precios”, explicó a IPS la maestra Bárbara Cruz, residente en La Habana.
A inicios de mayo, Rita María García, directora de Operaciones y Tecnología del estatal Grupo de las Industrias Biotecnológica y Farmacéutica de Cuba (BioCubaFarma), informó a medios nacionales sobre el restablecimiento de la producción de algunos fármacos esenciales.
Reconoció que la disponibilidad, tanto de los de producción nacional como los importados, “continúa siendo muy compleja”, “no se logra satisfacer todas las necesidades” y “se va a mantener una afectación considerable por el momento”.
BioCubaFarma aporta 525 (61 %) de los 849 medicamentos del cuadro básico del Sistema Nacional de Salud cubano, que brinda fármacos gratuitos a la población de este país insular caribeño de 11,1 millones, caracterizada por un acelerado envejecimiento, lo que tensa la demanda en el sector.
García mencionó como causas del déficit la crisis económica y financiera y el recrudecido embargo del gobierno estadounidense contra el país.
Mediante licencias del Departamento del Tesoro estadounidense es posible comprar medicamentos e insumos médicos en aquel país, pero funcionarios gubernamentales cubanos reiteran que las sanciones de Washington entorpecen el acceso a créditos internacionales y operaciones comerciales, además de encarecer fletes para el traslado de materias primas.
Contexto
La pertinaz crisis económica que ya dura tres décadas afectó la infraestructura y calidad de los servicios de hospitales y policlínicas que integran el sistema de salud pública, universal y gratuito en la isla.
Complejiza esta situación la emigración de profesionales médicos, de enfermería y tecnólogos de la salud.
La pandemia de covid-19 asestó un golpe adicional a las industrias nacionales, incluidas las que producen medicinas e insumos médicos.
A la insuficiente producción agropecuaria interna se añade la necesidad de erogar cada año unos 2000 millones de dólares anuales para importar alimentos, lo que además de mantener una demanda insatisfecha lleva a que no pocas familias tengan dificultades en el acceso a una dieta saludable.
Tal combinación de factores, entre otros, representa un desafío para cumplir algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en el año previsto de 230, en específico el número tres, relacionado con la salud y el bienestar de las personas.
En contraste, la isla desarrolló desde la década de los 80 una industria biotecnológica que aporta ocho de las 13 vacunas del programa nacional de inmunización, así como medicamentos e insumos de alto valor agregado.
Sobresalen las vacunas contra la meningitis B y C y la Heberbiovac HB, contra la hepatitis B, esta última precalificada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y usada en países latinoamericanos.
“Si bien algunas dolencias pueden resolverse con medicina natural y métodos alternativos, hay urgencias que requieren fármacos que muchas veces no hay en los cuerpos de guardia de los hospitales”: Rosalía Armenteros.
Cuba fue el primer país de América Latina y el Caribe con vacunas anticovid propias, y con tres de ellas inmunizó en tiempo record a casi la totalidad de su población, incluida la infantil y adolescente.
Destaca asimismo la producción de vacunas terapéuticas como la CIMAvax-EGF contra el cáncer de pulmón, y fármacos como el Heberprot-P para las úlceras del pie diabético en estados avanzados, con evidentes mejoras en la calidad de vida, muestran estudios clínicos.
Gobiernos, organizaciones y fondos de la cooperación internacional, así como grupos de solidaridad e instituciones religiosas donan fármacos y material sanitario para paliar el déficit interno.
Importación y distribución informal
Junto con el desabastecimiento de alimentos y prolongados cortes de electricidad, la escasez de medicamentos durante la pandemia fue uno de los detonantes de las protestas sociales en julio de 2021 en más de 40 ciudades cubanas.
A fines de aquel mes, la Aduana General de la República aprobó, y luego ha renovado cada seis meses, la autorización temporal para que las personas naturales importen medicamentos –al igual que alimentos y aseo- sin carácter comercial en su equipaje acompañado, sin límite de cantidades y exenta del pago de los aranceles.
Tal posibilidad favorece que una parte de la población acceda a insumos deficitarios.
Ante la escasez en las instituciones estatales muchos fármacos traídos por personas desde el exterior se comercialicen en la economía sumergida a precios elevados, en un país cuyo salario medio equivale a 23 dólares y pensiones mínimas que no sobrepasan los nueve dólares, teniendo en cuenta la taza del mercado informal.
Un blíster de 10 tabletas de 500 miligramos de amoxicilina o ciprofloxacina, dos antibióticos muy demandados, ronda el equivalente a 1,70 dólares, mientras un blíster de 10 tabletas de 500 miligramos de diclofenaco con paracetamol o 10 tabletas de enalapril se cotizan en casi 1,40 dólares, comprobó IPS en uno de esos grupos.
También motiva disgustos en la ciudadanía el robo y corrupción que alimentan el mercado negro.
“En grupos de redes sociales se ofertan desde duralgina, captopril y ácido fólico hasta yodo, anestesia, algodón o hilo para suturas. Algunos son importados, pero otros evidentemente se producen acá o los sustraen de hospitales y farmacias, casi siempre vacías”, deploró en diálogo con IPS Maritza Rivero, una bibliotecaria de Holguín.
Damaris Carballo valoró, sin embargo, cómo en esta contingencia surgieron en el espacio digital redes de apoyo “donde personas comparten necesidades de medicamentos específicos y conectan con quienes desean compartirlos, ya sea porque reciben de algún familiar o amigo en el extranjero, o contribuyen a gestionar donativos de cubanas y cubanos residentes en el exterior”.
Carballo, una editora que labora en la capital cubana, contó a IPS que mediante una de estas redes solidarias accedió a la carbamazepina para su madre, de 62 años, “porque resultaba imposible adquirir la fenitoína, un antiepiléptico que la mantuviera estable y evitara convulsiones después de una crisis que tuvo el año pasado”.
Apuntó que no tuvo que pagar un centavo. “La persona que me la facilitó solo puso como condición que publicara en el grupo para qué la había empleado”, afirmó.
Buscar soluciones
Para Rosalía Armenteros, una médica jubilada que vive en La Habana, resulta necesario “buscar soluciones a largo plazo para evitar baches en la producción y distribución de medicamentos”.
Debe tenerse en cuenta, argumentó, que las vicisitudes de la vida diaria, el estrés y múltiples escaseces “impactan en la salud, con más rigor en personas con padecimientos crónicos y de la tercera edad”.
Armenteros explicó a IPS que “si bien algunas dolencias pueden resolverse con medicina natural y métodos alternativos, hay urgencias que requieren fármacos que muchas veces no hay en los cuerpos de guardia de los hospitales”.
En la isla viven casi 2,4 millones de personas de más de 60 años, equivalente a 21,6 % de la población, mientras se estima que unas 221 000 de las personas adultas mayores viven solas.
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Especialistas reconocen que además del acelerado envejecimiento demográfico, otro de los grandes desafíos del sistema de salud es el aumento de la incidencia de las ENT, para las cuales la disponibilidad de medicamentos y cambios en la alimentación y estilos de vida será esencial si se quiere evitar que disminuya la esperanza de vida, en 78,45 años.
Nueve de las 10 primeras causas de muerte en Cuba están relacionadas con ENT como las enfermedades del corazón, tumores malignos, enfermedades cerebrovasculares, enfermedades de las arterias, arteriolas y vasos capilares, diabetes mellitus, cirrosis y otras enfermedades crónicas del hígado, entre otras, de acuerdo con el Anuario Estadístico del Ministerio de Salud Pública del 2020.
La Encuesta Nacional de Salud de 2020 encontró que la prevalencia de la hipertensión arterial es de 37 %, aunque se reportó en 40,2 % de las mujeres.
La hipertensión es considerada el principal factor de riesgo para padecer y morir como consecuencia de un evento cardiovascular de manera prematura.
La prevalencia de diabetes en Cuba tendió al incremento de 4,04 % en 2010 a 6,67 % en 2019, y fue más frecuente en mujeres, corroboran estudios.
ED: EG