LA HABANA – Cuando Leo Junior interpreta en escena alguna canción quien encarna el personaje, la cubana Yanela Lasaga, siente que además de ofrecer un espectáculo artístico contribuye a construir un país menos patriarcal y más inclusivo.
“Le devuelvo a la sociedad un ejemplo de que es posible sobreponerse a las dificultades y prejuicios”, explicó Lasaga cuando apagadas las luces y desmontado el escenario IPS preguntó cómo cree que el transformismo puede ayudar a moldear una sociedad con menos prejuicios.
Asumirlo como experiencia de vida “ha significado empoderarme, ayudar a romper miedos y mitos en la sociedad relacionados con las orientación sexual e identidad de género. Antes de sumarme al grupo yo vivía muy retraída, tenía mucho miedo del qué dirán”, confesó.
Lasaga, de 43 años, perdió a sus padres muy joven. Enfatiza: “Mi familia son mis tres hijos. Son mi primer público, quienes me ayudan a vestir, bailan conmigo o me sugieren qué número musical interpretar. Me ven con orgullo. También tengo una nieta”.
Esta ahora estudiante de segundo año de la especialidad agropecuaria del curso para trabajadores en la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, en la capital cubana, aspira a que “las personas nos miren con otros ojos. Más allá de mujeres lesbianas o bisexuales, somos artistas, personas que aportamos a la sociedad”.
Lasaga integra el grupo de mujeres y hombres participantes en el primer festival de transformistas afrodescendientes, una experiencia pionera en Cuba que se desarrolla desde el 3 de febrero al 3 de marzo en La Habana.
“Además de un grupo de transformistas haciendo arte, propiciamos conversatorios y espacios de reflexión académicos y con las comunidades sobre salud y la defensa de la identidad cultural afrodescendiente”: Argelia Fellove.
La iniciativa no competitiva es coordinada por el proyecto sociocomunitario Afrodiverso, nacido en 2018 en el habanero municipio de Arroyo Naranjo, enfocado en el empoderamiento de mujeres lesbianas y bisexuales negras y mestizas, la defensa de la estética afro y el trabajo contra las violencias basadas en el género.
Además de incentivar el talento artístico aficionado, Afrodiverso desarrolla actividades para mejorar la vida espiritual de niñas, niños, adolescentes y jóvenes, al igual que de personas adultas mayores en comunidades vulnerables de la capital cubana.
“El festival no busca crear un “gueto”, sino visibilizar esta expresión artística desarrollada por personas negras y mestizas en Cuba”, explicó a IPS la fundadora y lideresa de Afrodiverso, Argelia Fellove.
Agregó que “además de un grupo de transformistas haciendo arte, propiciamos conversatorios y espacios de reflexión académicos y con las comunidades sobre salud y la defensa de la identidad cultural afrodescendiente”.
Durante el mes de actividad, el festival proyecta actividades en alianza con la Sección de Identidades, Diversidad y Comunicación Social (Seres), de la Sociedad Cubana de Psicología, la Red Barrial Afrodescendiente, la Asociación Cubana de Naciones Unidas, el Museo Casa de África y la Asociación Cultural Yoruba de Cuba.
Se suman además la no gubernamental Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y el estatal Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), entre otros proyectos civiles e institucionales.
Remover estereotipos
Desde hace más de una década, Fellove, de 56 años, sobresale por el ejercicio del transformismo masculino como vehículo para intentar modificar conductas y estereotipos dominantes.
Lo hace mediante Alberto, el salsero de Cuba, caracterización con la cual incentiva masculinidades libres de machismo y violencias, a partir de un proceso de sensibilización que inició hace casi dos décadas cuando se vinculó al Cenesex, donde aprendió sobre género y derechos sexuales.
Se trata de un desafío ante prejuicios y escasa visibilidad de una manifestación artística en la cual ha predominado la presencia de hombres, aunque comienzan a sumarse más mujeres.
Reconocidas actrices cubanas asumieron roles de personajes masculinos en el cine y la televisión, pero casi siempre relacionados con el llamado teatro bufo o vernáculo y el de variedades, mediante actuaciones que reproducían estereotipos tradicionales de género.
Aunque el transformismo no está relacionado con la orientación sexual e identidad de género, quienes lo asumen por lo general son personas con sexualidades no heteronormativas.
La Constitución vigente desde 2019 proscribe toda forma de discriminación, incluidas las relacionadas con el género, color de la piel, orientación sexual y la identidad de género.
Pero arraigados patrones culturales reproducen sesgos y patrones discriminatorios que tienden a limitar el desempeño, crecimiento profesional y reconocimiento de mujeres y hombres transformistas.
Fellove lamentó que en las otras 14 provincias cubanas, y sobre todo el transformismo masculino, tenga muchos menos espacios que en La Habana, donde son muy pocos los lugares donde pueden presentarse.
“Todavía hay que insistir en muchos lugares para estar en una presentación. Si no te llaman es porque o no te conocen o no quieren reconocer que estás. Somos artistas y tenemos derecho a tener un espacio físico”, apuntó.
Con los colores del arcoíris
Para contribuir a cambiar este panorama Afrodiverso impulsa desde abril de 2022 la peña cultural Oshumare, nombrada por la deidad del panteón yoruba, andrógina, visualizada como una serpiente con colores del arcoiris.
Dedicada a la diversidad de género, la peña acoge una feria de afroemprendimientos, un espectáculo cultural con transformistas, así como conversatorios sobre buenas prácticas en salud y protección ante las infecciones de transmisión sexual y el VIH/sida.
Ocurre en las tardes del primer sábado del mes en el Callejón de Hamel, proyecto sociocultural y comunitario en el municipio de Centro Habana fundado en abril de 1990 por el pintor, escultor y muralista Salvador González (1948-2021).
Resultó el primer mural en la vía pública dedicado a la cultura afrocubana y sus disímiles prácticas religiosas.
Como parte de su labor dedicada al rescate, defensa y promoción de la africanidad en la cultura nacional, el Callejón acoge talleres de creación para niñas, niños, adolescentes y jóvenes, ciclos de conferencias, espectáculos y presentaciones de solistas y agrupaciones musicales destacadas.
Tanto Oshumare como el primer festival de transformismo afrodescendiente promueven un acercamiento a la música de origen africano, así como a sus lenguas y literatura.
“La gente se suma a estos espacios con sentido de pertenencia, lo cual es muy parecido al principio de la oralidad africana, en la cual importa no solo las verdades inherentes que transmite, sino también las comunidades que ayuda a construir”, destacó a IPS el profesor Ismael González, instructor de Literatura en la Casa de la Cultura del municipio habanero de Diez de Octubre.
Poeta y miembro de la Uneac, González fue invitado a desarrollar charlas centradas en la valorización de la oralidad, incluidos cantos rituales, refranes, proverbios que aportan normas de vida, sabiduría y experiencia y que, aunque recrean una ficción, dialogan directamente con la realidad.
La defensa del componente afrodescendiente de la sociedad cubana impulsó al joven Luis Alejandro de la Rosa, de 30 años, a sumarse a Oshumare y ser uno de los participantes en el festival.
Si bien con el nombre artístico de Alexa Adams sale con seguridad al escenario e interpreta varios números musicales, De la Rosa valoró de “complejo ser un artista transformista en la Cuba de hoy, dada la persistencia de una sociedad machista”.
Al conversar con IPS, este profesor de veterinaria en el Instituto Politécnico Agropecuario Rubén Martínez Villena, en La Habana, sostuvo que si bien “muchas personas entienden el transformismo como una profesión, otras lo ven como algo negativo y te insultan”.
Para esa sociedad más inclusiva a la cual se aspira “además de demostrar que hacemos arte, independientemente de nuestra orientación sexual, buscamos romper estereotipos sociales sobre las personas negras y mestizas”, remarcó De la Rosa.
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Programa contra discriminación racial en Cuba necesita más impulso
Durante el más reciente Censo de Población en 2012, 35 % de los 11,1 millones de personas en la isla se reconocieron como personas mestizas o negras.
Desde noviembre de 2019 Cuba dispone de un Programa nacional contra el racismo y la discriminación racial, política pública que aspira a eliminar sesgos y desventajas asociadas al color de la piel que subsisten, pese a estrategias gubernamentales para el avance social de grupos que cargan con desventajas históricas.
Investigaciones confirman que las personas negras y mestizas en Cuba se encuentran sobrerrepresentadas en la franja social de mayor pobreza, viviendas con regulares o malas condiciones constructivas, así como en los centros penitenciarios.
El color de la piel en intersección con otros factores como género, edad, localización geográfica, orientación sexual o identidad de género tienen a acentuar o mitigar las condiciones de marginalización social.
“Somos educadores populares. Apuntamos al crecimiento personal de cada persona dentro del proyecto, que cada una se reconozca socialmente mediante el arte y apoyándolas en su trabajo o desarrollo de emprendimientos”, argumentó Fellove.
Y añadió que “la itinerancia (que va de un lugar a otro) de Afrodiverso nos permite tejer alianzas, en constante diálogo con la comunidad y aportando nuestras experiencias”.
ED: EG