Bachelet se despide con críticas a la guerra y a la represión

Durante cuatro años alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet dejará ese cargo en Ginebra, Suiza, el 31 de agosto, y regresará a Chile, país del que fue dos veces presidenta, en 2006-2010 y 2014-2018. Foto: Acnudh

GINEBRA – La alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, criticó nuevamente a Rusia este jueves 25 por su agresión a Ucrania, y a gobiernos represores como el de Myanmar, en una rueda de prensa en la que confirmó que el 31 de agosto dejará ese cargo y regresará a Chile.

“Ayer se cumplieron seis meses desde la agresión armada de Rusia. Seis inimaginables y terroríficos meses para el pueblo de Ucrania, y 6,8 millones de personas han tenido que huir de su país”, dijo en un destacado pasaje de su exposición en la sede alterna de la ONU en esta ciudad suiza.

Además “millones más han quedado desplazadas internamente. Hemos documentado que al menos 5587 civiles han sido asesinados y 7890 heridos. De estas víctimas, casi 1000 son niños y niñas. Y continúan los enfrentamientos”.

Hay un “riesgo impensable” para la población y el ambiente por las hostilidades cerca de la planta nuclear de Zaporiyia, que debe ser desmilitarizada de inmediato.

“Hago un llamado al presidente ruso para cesar el ataque armado contra Ucrania”, afirmó.

“Se cumplieron seis meses desde la agresión armada de Rusia. Seis inimaginables y terroríficos meses para el pueblo de Ucrania, y 6,8 millones de personas han tenido que huir de su país”: Michelle Bachelet.

Respecto de América Latina –Bachelet recordó que fue dos veces presidenta de Chile, en 2006-2010 y 2010-2014- tuvo elogios para el nuevo gobierno de Colombia, las madres de los desaparecidos en México, los pueblos indígenas de Perú y los familiares de los caídos durante las protestas callejeras en Venezuela.

En Colombia, “la administración entrante –del presidente Gustavo Petro- se ha comprometido en cambiar su enfoque en la política de drogas, de una óptica punitiva a una más social y de salud pública”, indicó Bachelet.

“Atendiendo una de las causas profundas de la violencia en Colombia, este enfoque podría ser instrumental para proteger de mejor manera los derechos de los campesinos, las comunidades indígenas y afrocolombianas, y de las personas que usan drogas, tanto en ese país como de manera global”, expresó.

Dijo que durante sus cuatro años de gestión tuvo el privilegio de tratar “con muchas personas defensoras de derechos humanos valientes, enérgicas y extraordinarias”, como “las determinadas madres de las personas desaparecidas en México”.

“Compartí el dolor de un padre en Venezuela que me enseñó las medallas deportivas que su hijo adolescente había ganado, antes de que lo mataran durante las protestas de 2017” contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro.

Elogió igualmente “la sabiduría y la fuerza de los pueblos indígenas en Perú, que están en la primera línea del cambio climático, la minería y la tala forestal ilegales, y defienden sus derechos a pesar de enfrentar serios riesgos”.

Según Bachelet, los tres principales problemas globales para los derechos humanos estos cuatro años han sido “el profundo impacto de la pandemia covid-19, los efectos cada vez mayores del cambio climático, y las repercusiones de las crisis alimentarias, de combustible y financieras que ha ocasionado la guerra contra Ucrania”.

Sostuvo que “importantes movimientos de protesta ocurrieron en todas las regiones del mundo, demandando el fin del racismo estructural, el respeto por los derechos económicos y sociales, y en contra de la corrupción y abuso de poder”.

En muchos casos, esos movimientos estuvieron “acompañados de violencia, amenazas y ataques en contra de manifestantes y defensores de derechos humanos, y a veces en contra de periodistas”.

Hubo una mención especial sobre Myanmar y la masiva represión lanzada, desde hace precisamente cinco años, contra la etnia minoritaria rohinyá, lo que forzó al exilio a unas 700 000 personas en la vecina Bangladesh.

Bachelet dijo que “la catástrofe de derechos humanos en Myanmar (también conocida por su antiguo nombre de Birmania) continúa empeorando, con el ejército (el Tatmadaw) manteniendo operaciones militares en Kayah y Kayin, en el sureste; el estado de Chin en el noroeste; y las regiones de Sagaing y Magway en Bamar”.

El ejército dio un golpe de estado en febrero de 2021, reprimió severamente las protestas en su contra en las principales ciudades, encarceló a la dirigencia opositora y acentuó las operaciones en las regiones fronterizas habitadas por etnias minoritarias, de las que han surgido grupos de resistencia armada.

La alta comisionada de la ONU criticó al Tatmadaw porque “el uso del poder aéreo y la artillería en contra de comunidades y áreas residenciales se ha intensificado”, y ya en ese país de 54 millones de habitantes “más de 14 millones de personas necesitan asistencia humanitaria”.

Entre los hechos positivos Bachelet colocó el reconocimiento del derecho a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible, aprobado por la Asamblea General de la ONU el mes pasado y el cual “marcó la culminación de muchos años de abogacía por parte de la sociedad civil”.

Otro logro ha sido “un progreso sostenido hacia la abolición de la pena de muerte”.

Destacó que aproximadamente 170 Estados han abolido o introducido moratorias a ejecuciones, en la ley o en la práctica, o las han suspendido por más de 10 años, y la

República Centroafricana, Chad, Kazajstán, Papúa Nueva Guinea y Sierra Leona están entre los que han dado pasos hacia la completa abolición.

Otros Estados, incluyendo a Liberia y Zambia, están considerando la abolición, y algunos como Malasia suprimen la pena de muerte para muchos delitos, pero “sigue habiendo preocupaciones sobre el uso creciente o el reinicio de la pena capital en otros países, incluyendo Irán, Arabia Saudita, Myanmar y Singapur”.

China y Vietnam continúan clasificando datos sobre la pena de muerte como secreto de Estado, limitando la posibilidad de escrutinio, criticó Bachelet.

Por otra parte, dijo que durante todo su mandato insistió “en lograr un mayor reconocimiento de la indivisibilidad e interdependencia de los derechos económicos sociales y culturales con los derechos civiles y políticos. Los efectos de la pandemia y de la guerra en Ucrania han evidenciado esta interdependencia”.

Finalmente tuvo palabras de elogio para las mujeres defensoras de derechos humanos y para los periodistas “de Ginebra y del resto del mundo, por el indispensable trabajo que hacen. Cuando levantamos una alarma, es crucial que suene alto y eso solo es posible cuando los medios mundiales difunden las historias”.

A-E/HM

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