GINEBRA – La guerra en el este de Europa puede reducir casi a la mitad el crecimiento del comercio mundial y golpear a los países más pobres, a pesar del peso relativamente pequeño en la actividad comercial global tanto de Ucrania como de Rusia, según un reporte de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
El pueblo de Ucrania “está sintiendo la peor parte del sufrimiento y la destrucción, pero es probable que las personas de todo el mundo sientan los costos en términos de reducción del comercio y la producción”, indicó una nota técnica de la OMC.
El impacto llegará “a través del aumento de los precios de los alimentos y la energía, y la reducción de la disponibilidad de bienes exportados por Rusia y Ucrania”.
Los países más pobres “corren un alto riesgo por la guerra, ya que tienden a gastar una fracción mayor de sus ingresos en alimentos en comparación con los países más ricos. Esto podría afectar la estabilidad política”.
La OMC proyecta que la crisis puede reducir el crecimiento del producto bruto mundial entre 0,7 y 1,3 puntos porcentuales, lo que lo haría crecer solo entre 3,1 % y 3,7 % en 2022.
El comercio mundial, en 2021 unos 22 billones (millones de millones) de dólares en bienes y seis billones en servicios, debió crecer 4,7 % este año según proyectó la OMC en octubre, pero ese crecimiento puede reducirse a entre 2,4 y 3,0 %.
Si bien la participación de Rusia y Ucrania en el comercio y la producción mundiales en general es relativamente pequeña, son proveedores importantes de productos esenciales, en particular alimentos y energía.
Ambos países suministraron 25 % del trigo, 15 % de la cebada y 45 % de los productos de girasol, según cifras de la OMC de 2019. Solo Rusia representó 9,4 % del comercio mundial de combustibles, incluida una participación de 20 % en las exportaciones de gas natural.
Moscú y Kiev también son productores clave de insumos para las cadenas de valor industriales. Rusia es uno de los principales proveedores de paladio y rodio, insumos esenciales en la producción de convertidores catalíticos para automóviles, y atendió 26 % de la demanda mundial de paladio en 2019.
La producción de semiconductores depende en gran medida del neón suministrado por Ucrania.
Las interrupciones en el suministro de estos insumos podrían afectar a los fabricantes de automóviles en un momento en que la industria se está recuperando de la escasez de semiconductores.
Algunas regiones se verán más afectadas por la guerra que otras. Es probable que Europa, el principal destino de las exportaciones rusas y ucranianas, experimente la peor parte del impacto económico.
La reducción de los envíos de cereales y otros productos alimenticios también impulsará los precios de los productos agrícolas, con consecuencias negativas para la seguridad alimentaria en las regiones más pobres, subrayó el reporte de la OMC.
África y Oriente Medio son las regiones más vulnerables, ya que importan más de 50 % de sus necesidades de cereales de Ucrania y Rusia. En total, 35 países de África importan alimentos y 22 importan fertilizantes de Ucrania, Rusia o ambos.
Algunos países del África subsahariana se enfrentan a la posibilidad de que suban los precios del trigo entre 50 y 85 % como resultado del impacto de la guerra en los envíos de cereales de la región.
También se afectan países de América Latina y el Caribe, pues por ejemplo Nicaragua importa 80 % de su trigo de Rusia y Guyana compra 83 % de su aceite de girasol a Ucrania.
“Es probable que la crisis actual exacerbe la inseguridad alimentaria internacional en un momento en que los precios de los alimentos ya son históricamente altos debido a la pandemia covid-19 y otros factores”, advierte la nota de la OMC.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha señalado que los precios de los alimentos subieron en promedio 12,6 % en marzo con respecto a febrero –cuando tropas rusas invadieron Ucrania- y están 33,6 % por encima de los valores de marzo de 2021.
La OMC ya advierte que uno de los riesgos a más largo plazo es que la guerra podría desencadenar una desintegración de la economía global en bloques separados.
Las sanciones económicas –impuestas por las naciones occidentales sobre Rusia- podrían hacer que las principales economías avancen hacia un “desacoplamiento” en función de consideraciones geopolíticas, con el objetivo de lograr una mayor autosuficiencia en la producción y el comercio.
Incluso si no surgen bloques formales, los actores privados podrían optar por minimizar el riesgo reorientando las cadenas de suministro.
En criterio de la OMC, “mantener los mercados abiertos será fundamental para garantizar que las oportunidades económicas permanezcan abiertas para todos los países”.
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