KINGSTON – A menos de la mitad de la temporada de huracanes de este año en el Atlántico, Jamaica y sus vecinos caribeños ya estaban contando los costos de los daños a la infraestructura y las pérdidas de cultivos por el paso de tres tormentas tropicales: Elsa, Grace e Ida.
Y tras una temporada en 2020 que batió récords, la región del Caribe insular está en vilo ante el apogeo de la temporada de huracanes y tormentas tropicales que acaba al finalizar noviembre.
Los daños causados por las tormentas y los huracanes no son nuevos en el Caribe, pero el aumento de la frecuencia e intensidad de estos sistemas supone un nuevo ajuste de cuentas para una región sumergida en los impactos del cambio climático. Según los datos, es probable que los efectos se agraven en los próximos 20 años, antes de lo previsto.
El sexto informe de evaluación (AR6) del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado el 9 de agosto, confirmó lo que los científicos de la región venían diciendo desde hace años: la frecuencia e intensidad de los huracanes aumentará, y las inundaciones, sequías y periodos de sequía serán más prolongados y frecuentes.
Además, el nivel del mar está subiendo más rápido de lo previsto y las olas de calor son más intensas y se producen con más frecuencia.
El AR6, catalogado como el Código Rojo para la humanidad, ofrece una visión aterradora del clima mundial y de lo que está por venir. También confirma que, para la mayoría de los pequeños estados insulares en desarrollo, los PEID, la emergencia climática ya está ocurriendo.
En un intento de poner de manifiesto la realidad de lo que se está convirtiendo rápidamente en el mayor reto de la región, dos destacados científicos del clima desglosaron el AR6 para poner de relieve las cuestiones que deberían preocupar a los dirigentes y a los ciudadanos del Caribe.
En un documento titulado “¡Caribe amenazado! 10 conclusiones urgentes para el Caribe”, los profesores Tannecia Stephenson y Michael Taylor, codirectores del Grupo de Estudios Climáticos (CSG, en inglés) de la Universidad de las Indias Occidentales, con sede en Mona, cerca de Kingston, lanzaron una advertencia.
“Ahora podemos decir con mayor certeza que el cambio climático está empeorando nuestro tiempo. Está afectando la intensidad de las olas de calor, las sequías, las inundaciones y los huracanes, todo lo cual está impactando al Caribe”, alertaron.
“El Caribe debe estar preparado para la nueva normalidad de las intensidades climáticas… El duro mensaje es que todo el mundo tiene que formar parte de la solución”: Tannecia Stephenson.
En una entrevista conjunta con IPS, Taylor y Stephenson señalaron que el calentamiento global no ha disminuido, sino todo lo contrario.
Reiteraron la advertencia del IPCC de que el mundo superará los 1,5 grados Celsius de aquí a 2040 e instaron a los líderes caribeños a presionar colectivamente para lograr mayores reducciones de gases de efecto invernadero en la próxima 26 Conferencia de las Partes (COP26) sobre el cambio climático.
La COP26 de la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que aglutinará a delegados gubernamentales, especialistas climáticos y representantes de la sociedad civil organizada, tendrá lugar en la ciudad escocesa de Glasgow, del 31 de octubre al 12 de noviembre de 2021, en unas negociaciones para avanzar en la mitigación y adaptación a la crisis climática cada vez más palpable.
El AR6 ofrece cierta esperanza, en el sentido de que considera que todavía se está a tiempo de limitar el calentamiento global a entre 1,5 y 2,0 grados, respecto a los límites preindustriales. Pero Stephenson subrayó que es urgente reducir las emisiones de forma más drástica.
Eso no será fácil para el Caribe, añadió Taylor, aunque la contribución de la región a las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero ya es baja, inferior a 2 % del total según diferentes estimaciones.
“La región debe reducir aún más drásticamente su huella climática, mediante un mayor uso de las energías renovables, la preservación de los bosques marinos y terrestres y la reducción de las emisiones procedentes de los residuos y el transporte”, consideró.
La conclusión para el Caribe, acotó Stephenson, es que la región se enfrentará a múltiples amenazas simultáneas con cada aumento adicional de la temperatura. El calentamiento atmosférico y la mayor acidez de los mares y océanos afectarán al turismo y a la pesca, así como al futuro de la economía azul de la región.
A juicio de la codirectora de CSG, “el Caribe debe prepararse para hacer frente a la escasez de agua y al aumento del nivel del mar, lo que repercute en las zonas bajas y en las numerosas islas pequeñas de la región”.
Los 20 países que conforman la Comunidad del Caribe (Caricom), entre miembros plenos y asociados, se han unido en torno al lema “1,5 grados para permanecer vivos”, basado en la premisa de que la viabilidad de los territorios depende de que las temperaturas planetarias se mantengan por debajo o a 1,5 grados por encima de los niveles preindustriales.
Pero con las temperaturas globales ya en 1,1 de los 1,5 grados, el calentamiento está ya superando el ritmo de respuesta de la región.
“Si alguna vez hubo un momento para intensificar la campaña mundial en favor de los 1,5 grados, es ahora”, dijo Stephenson, quien fue la única experta caribeña que participó en la elaboración el último informe del IPCC.
“La región debe reducir aún más drásticamente su huella climática, mediante un mayor uso de las energías renovables, la preservación de los bosques marinos y terrestres y la reducción de las emisiones procedentes de los residuos y el transporte”: Michael Taylor.
Según ese AR6, las emisiones netas de dióxido de carbono a mediados de siglo pueden limitar el calentamiento global a 1,5 o 2,0 grados. Sin embargo, el Grupo de Estudios Climáticos ha advertido que se alcanzará la elevación de 1,5 grados incluso antes de 2040, cuando se esperaba que las temperaturas llegasen a ese nivel.
Las señales están por todas partes. El verano boreal pasado, el CSG informó de un aumento del número de días y noches calurosos en el Caribe. Las previsiones también indican que en los próximos 10 años las temperaturas diurnas y nocturnas en la región aumentarán entre 0,65 y 0,84 grados.
Al mismo tiempo, el CSG pronosticó una reducción de las precipitaciones de 20 % en algunos lugares y de hasta 30 % en otros. Las tendencias también reflejan un aumento del número de periodos de sequía y de su frecuencia e intensidad.
Entre 2013 y 2017, las sequías han barrido el Caribe desde Cuba, en el norte, hasta Trinidad y Tobago, en el sur, e igualmente ha sucedido en los países continentales caribeños, como Belice, Guyana y Suriname, al igual que otros países latinoamericanos con costas al Caribe, como México y naciones centroamericanas, Colombia y Venezuela.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
El anterior informe de evaluación del IPCC, lanzado en 2014 y conocido como AR5, presentó abundantes pruebas que vinculan los cambios catastróficos con las actividades de los seres humanos, señaló Stephenson.
La científica destacó que las incidencias en el cambio climático inducidas por el hombre son visibles en los extremos de olas de calor, fuertes lluvias, sequías y ciclones tropicales. Como consecuencia, en el verano boreal de 2020, los incendios forestales y las precipitaciones extremas causaron muertes y obligaron a evacuaciones en todas las regiones del mundo, mientras en paralelo había nevadas y lluvias heladas en otras partes.
Esta intensidad y frecuencia de los fenómenos extremos de calor se están convirtiendo rápidamente en un motivo de preocupación para la región, ya que los extremos pueden afectar al uso de la energía, la productividad agrícola, la salud y la demanda y disponibilidad de agua.
Por ello, Stephenson instó a los dirigentes caribeños a dar máxima prioridad a la seguridad del agua en sus planes de mitigación de la crisis climática.
Tres de los países con mayor escasez de agua del mundo están en el Caribe. Se habla de escasez de agua cuando un país tiene menos de 1000 metros cúbicos de recursos de agua dulce por habitante.
Taylor y Stephenson coinciden en que la región tiene un papel que desempeñar en la determinación de la gravedad de la situación. En los 10 puntos de su estudio, desafían a los líderes a intensificar los esfuerzos para mantener los límites actuales del calentamiento global. A su juicio, los gobernantes caribeños deben tener posiciones colectivas sobre la mitigación, la adaptación y las pérdidas y daños, incluso cuando el mundo ya se ha comprometido a un cierto nivel de aumento e impacto.
De cara a la COP26, los líderes regionales deben seguir respaldando la meta de los 1,5 grados, pero además también deben apoyar el Plan de Cinco Puntos para la Solidaridad, la Equidad y la Prosperidad, que exige el cumplimiento de las promesas hechas en el Acuerdo de París sobre cambio climático, aprobado al fines de 2015 en la COP21 celebrada en la capital francesa.
Si no hay más remedio, la región seguirá viéndose gravemente afectada y deberá realizar grandes inversiones para apuntalar las infraestructuras críticas, la mayoría de las cuales se encuentran a lo largo de la costa, dijo otro destacado científico del clima, Ulric Trotz.
Utilizando Jamaica como ejemplo, este veterano experto señaló las obras de protección costera que se realizaron en el país por 65,7 millones de dólares a lo largo de un tramo de 2,5 kilómetros de la península de Palisadoes, en 2010, después de que el aeropuerto internacional quedara aislado de la capital, Kingston, por fenómenos meteorológicos extremos consecutivos.
“El Caribe debe estar preparado para la nueva normalidad de las intensidades climáticas”, dijo Stephenson. “El mensaje desnudo es que todo el mundo tiene que formar parte de la solución”, insistió.
T: MF / ED: EG