La minería bitcóin que impulsa El Salvador va cuesta arriba

El Salvador es uno de los países del mundo que más aprovecha la energía geotérmica, de la que tiene una gran riqueza, como sus vecinos de América Central. Foto: LaGeo

SAN SALVADOR – Que un país como El Salvador, pobre y con muchas necesidades sociales, se embarque en un esfuerzo por atraer la llamada minería del bitcóin, que demanda una enorme cantidad de energía y no genera empleos masivos, es como una extravagancia que no se termina de digerir.

“En El Salvador los recursos no son abundantes, no son bien distribuidos, estamos luchando porque haya justicia climática y/ energética y yo creo que esto va a venir a agravar la situación, ciertamente”, señaló a IPS el ambientalista Ricardo Navarro, director del Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada, filial local de la internacional Amigos de la Tierra.

Tampoco los analistas y economistas terminan de entender cuál es el objetivo último de la decisión del gobierno salvadoreño de volver el bitcóin una moneda de curso legal, según anunció el presidente Nayib Bukele, en un video exhibido durante la Conferencia Bitcóin 2021, celebrada en Miami el 4 y 5 de junio.

“Tengo la impresión de que es una decisión improvisada, sin ninguna base técnica”, dijo a IPS el economista Carlos Acevedo, expresidente del Banco Central de Reserva (BCR) de El Salvador.

Entre la gente común, son muchos los que también se devanan los sesos tratando de entender la movida de Bukele.

Una encuesta de la Universidad Francisco Gavidia reveló el 8 de julio que 95 por ciento de los encuestados dijo que es el dólar la moneda que valora para la estabilidad de su economía familiar, y solo uno por ciento dijo que era el bitcóin

Minería bitcóin y caseríos sin luz

Se ha indicado a la geotermia como la fuente para la minería bitcóin en el país, pero no está del todo claro de dónde sacará el gobierno de Bukele la cantidad de energía necesaria para mantener activadas las computadoras que realizan el “minado”, dijeron expertos consultados por IPS.

Se conoce como minería bitcóin al proceso mediante el cual cientos o miles de poderosas computadoras, alojadas en instalaciones llamadas “granjas mineras”, tratan de descifrar por medio de complejísimas operaciones matemáticas, los enredos criptonómicos que están detrás de un bitcóin, previamente encriptado.

Al encontrarlo, tras un consumo intensivo de electricidad, se dice que se ha “extraído” un bitcóin, como si de sacarlo de la tierra se tratara. Se valida por el resto de “mineros” o sistemas informáticos dedicados a eso y se pone en circulación.

Y mientras el gobierno busca promover ese tipo de actividad, aún hay caseríos que carecen de electricidad.

Para contar sus historias, IPS ha recorrido caseríos y comunidades en el área rural de El Salvador que, con gran sacrificio y esfuerzo, han montado sus propios y pequeños proyectos hidroeléctricos para autoabastecerse, dado que las dos empresas privadas distribuidoras de electricidad en el país los han marginado.

En este país de 6,7 millones de habitantes, 97,6 % de la población posee servicio de electricidad, pero en el área rural ese dato baja a 95,2 %. El restante 4,8 % utiliza velas, candiles y otros medios  para iluminar sus noches, según cifras de la Encuesta de Usos Múltiples, publicada en 2020.

El líder comunitario de Joya de Talchiga, Juan Benítez, al borde del dique que los propios pobladores construyeron para establecer la Minicentral Hidroeléctrica El Calambre, con la que las 40 familias de este caserío montañoso del este de El Salvador pudieron contar finalmente con electricidad. Foto: Edgardo Ayala / IPS

“Yo vería con buenos ojos si dijeran: miren, vamos a ver cómo incrementamos la energía geotérmica abriendo algunos pozos y producir electricidad para cantones que no tienen”, enfatizó Navarro.

A nivel internacional, las críticas a la minería bitcóin, desde el punto de vista ambiental, se refieren a la enorme cantidad de electricidad que consume, suficiente para iluminar ciudades enteras o incluso países, y la generación de emisiones de gases de efecto invernadero que ello conlleva.

“La mayoría de las minas (de bitcóin) han estado en China donde dos terceras partes de la matriz es energía sucia, basada en carbón”, que es barata porque esa nación ha invertido en ese tipo de infraestructuras energéticas, explicó a IPS el experto en sostenibilidad y medioambiente, Juan Marco Álvarez.

Pero la idea de que el gobierno salvadoreño dedique sus esfuerzos a la atracción de “mineros” de esa criptomoneda, aprovechando que muchos están saliendo de China, no termina de cuadrar.

 Una ley para bitcoinizar el país

La Asamblea Legislativa salvadoreña, dominada por el partido Nuevas Ideas, del presidente Bukele, aprobó el 9 de junio la Ley Bitcóin, que le da vida como moneda de curso legal, y con ello El Salvador, un pequeño país centroamericano, se convirtió en la primera nación en el mundo en legalizar la criptomoneda.

Hasta ahora es el dólar la moneda que usa la población desde que El Salvador dolarizó su economía en noviembre de 2000, y convivirá con el bitcóin a partir del 7 de septiembre, cuando la nueva ley entrará en vigencia.

Economistas locales e internacionales han fustigado la movida de Bukele, conocido por su estilo personalista de gobernar, en el que cualquier medida importante es anunciada por él con un tuit y no por los funcionarios del área que corresponde.

Parte de la Central Geotérmica Ahuachapán, una de las dos de su tipo con cuenta El Salvador, al menos hasta ahora, para procesar esa energía renovable proveniente del calor de las profundidades de la tierra. Foto: Edgardo Ayala / IPS

¿Pozos geotérmicos ficticios?

El mismo 9 de junio, Bukele dijo en un tuit: “He girado instrucciones al presidente de LaGeo (nuestra empresa pública de energía geotérmica) para que ponga en marcha un plan que ofrezca instalaciones para la minería de bitcóin con energía que proviene de nuestros volcanes: barata, 100 % limpia y con cero emisiones. ¡Esto evolucionará rápido!”.

Agregó que los ingenieros de esa empresa estatal, LaGeo, le acababan de informar que han abierto un nuevo pozo que proveerá de aproximadamente 95 megavatios (MW) de energía 100 % limpia, cero emisiones, proveniente de los volcanes salvadoreños.

El tuit es acompañado por un corto video que muestra a un par de empleados de LaGeo tratando de controlar un chorro de vapor que sale a gran presión de un tubo que es parte de lo que se entiende es un pozo geotérmico recién perforado o abierto.

Estamos “comenzando a diseñar toda una granja minera alrededor”, detalló Bukele.

Sin embargo, el presidente no aclaró si se trataba de un pozo localizado en alguna de las dos estaciones de geotermia existentes en el país, o uno nuevo localizado en un lugar desconocido.

Una planta está ubicada en el departamento de Ahuachapán, en el oeste del país, y la otra en las inmediaciones de Berlín, municipio del oriental departamento de Usulután.

En conjunto, ambas estaciones poseen una capacidad instalada de 204,4 MW y una producción neta equivalente a 21,8 % de la energía eléctrica que se genera en El Salvador, lo que le convierte en uno de los países con mayor aprovechamiento geotérmico. El resto de la matriz eléctrica la componen, según datos oficiales, la hidroelectricidad (27,75 %), la solar (10,78 %), biomasa (17 %), el búnker (15,94 %)y el diesel (0,04 %).

Se ha especulado mucho sobre la existencia real del anunciado nuevo pozo, dado que la información es escasa y poco más se conoce que lo dicho por el presidente en su tuit.

“Para empezar, los pozos (geotérmicos) de 95 MW no existen en ningún país del mundo. No he visto listas de pozos más productores, pero hasta donde sé, el pozo más productor del mundo debe andar por los 40 MW”, aseguró el expresidente de LaGeo, José Antonio Rodríguez, en una de sus redes sociales.

El experto agregó que el pozo que más energía produce en El Salvador es el TR-18ª, de la estación en Berlín, que aporta unos 20 MW.

Además, abrir un pozo geotérmico es caro, pues ronda entre 15 y 20 millones de dólares, y eso lo hace inviable a corto plazo, aunque sí puede ser factible a mediano plazo, en unos cuatro o cinco años, estimó Álvarez.

Por su parte, Acevedo, el expresidente del BCR, señaló que no ve ningún incentivo para que los “mineros” se trasladen a El Salvador, dado el alto costo de la electricidad, cuyo precio promedio ronda los 12 centavos de dólar por kilovatio/hora, versus los tres o cuatro centavos que cuesta en los países más competitivos, como China o Kazajistán.

Parque solar en el departamento de La Paz, en el centro de El Salvador, de la primera planta de energía fotovoltaica del país, con 320 000 paneles, una de las mayores instalaciones de esta fuente renovable en América Central. Foto: Edgardo Ayala / IPS

Además, el clima tropical salvadoreño, que en el día ronda los 30 grados Celsius, no es el mejor ambiente para que se instalen los equipos informáticos para el minado, y dada su potencia y sofisticación, generan mucho calor. Por eso suelen instalarse en países con climas fríos.

“En un país como Islandia necesitas sistemas de aire acondicionado para enfriar eso, ya imagínate en el caso de El Salvador”, con semejante calor, comentó el economista, quien presidió el BCR entre 2009 y 2013, durante el primer gobierno del izquierdista Frente Farabundo Martí Liberación Nacional.

Una forma viable, sin embargo, de atraerlos es que sean las propias compañías interesadas en venir a “minar” aquí las que desarrollen sus propias plantas de energía solar, la energía más limpia, para autoabastecerse, acotó por su parte el ambientalista Álvarez.

De lo contrario, tendrían que conectarse a la red nacional y ello implicaría restarle energía a la población, incluyendo a la industria, dijo.

Un experimento con caducidad

Antes de entrar en vigor, ya se pronostica que el bitcóin podría tener su fin en El Salvador más temprano que tarde, pues enfrenta una serie de contradicciones con una economía dolarizada, por ejemplo en lo relacionado al comercio exterior, que está también amarrado al dólar, señaló Acevedo.

El economista dijo que El Salvador paga por las importaciones de bienes y servicios, que en 2019 alcanzaron los 12 000 millones de dólares, con las exportaciones y las remesas enviadas al país. Ambos rubros aportaron 6000 millones cada uno ese año, para así equilibrar la balanza de pagos.

Pero sí, por hacer un cálculo, la mitad de esas remesas se envían en bitcoines, como espera el actual gobierno que suceda, para que los salvadoreños en el exterior no paguen por las transferencias, entonces se generaría un hueco en esa balanza de 3000 millones para pagar las importaciones de bienes y servicios, añadió.

“Ahí las cuentas ya no cuadran, porque tendríamos que pagar 12 000 millones pero solo tendríamos 9000 millones de dólares”, acotó Acevedo.

“Por eso creo que eso no va a durar mucho”, sostuvo, entre otras razones.

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El líder comunitario de Joya de Talchiga, Juan Benítez, al borde del dique que los propios pobladores construyeron para establecer la Minicentral Hidroeléctrica El Calambre, con la que las 40 familias de este caserío montañoso del este de El Salvador pudieron contar finalmente con electricidad. Foto: Edgardo Ayala / IPS

Parte de la Central Geotérmica Ahuachapán, una de las dos de su tipo con cuenta El Salvador, al menos hasta ahora, para procesar esa energía renovable proveniente del calor de las profundidades de la tierra. Foto: Edgardo Ayala / IPS

Parque solar en el departamento de La Paz, en el centro de El Salvador, de la primera planta de energía fotovoltaica del país, con 320 000 paneles, una de las mayores instalaciones de esta fuente renovable en América Central. Foto: Edgardo Ayala / IPS

ED: EG

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