ROMA – La pesca ilegal, no declarada y no reglamentada afecta el sustento de los pescadores, la economía mundial, la sostenibilidad de las especies acuáticas y contribuye a contaminar océanos y mares, señaló un nuevo reporte de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El reporte se difunde al coincidir este 5 de junio el Día Mundial del Ambiente con el de la lucha contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada, al tiempo que se inicia formalmente el Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas.
La FAO apeló esta vez a los consumidores para que apoyen la pesca responsable y sostenible “eligiendo cuidadosamente lo que compra y lo que come”, pues la pesca ilegal “tiene mayores repercusiones en su vida de lo que usted cree”.
La pesca al margen de las normas viola las medidas de conservación y ordenación destinadas a proteger el medio ambiente acuático y garantizar que las especies no resulten sobreexplotadas o amenazadas, recordó el informe.
Explicó que cuando los pescadores utilizan artes de pesca prohibidas, pescan especies no autorizadas, capturan cantidades excesivas, faenan fuera de temporada, u operan en zonas vulnerables y protegidas, amenazan la sostenibilidad de los recursos acuáticos vivos y perjudican a los hábitats frágiles.
La sobrepesca suele dejar a las poblaciones reproductoras tan agotadas, que los peces no son capaces de recuperarse, a la vez que se destruyen sus hábitats, como manglares y arrecifes de corales.
Los consumidores, en este caso, “pueden informarse sobre las especies vulnerables y sobreexplotadas de su zona, y asegurarse de que el pescado y otros productos acuáticos que adquiere no están amenazados”, por la actividad de sobrepesca.
La economía global se afecta con la pesca indebida porque añade miles de millones de dólares a los costos que soportan los consumidores y la comunidad mundial. Se calcula que 20 por ciento de las capturas totales proceden de ese tipo de pesca y en algunas zonas costeras de países en desarrollo, hasta 45 por ciento.
Los circuitos económicos se afectan cuando se falsifican los documentos para ahorrarse derechos y aranceles, o el pescado se envía a través de varios países para eludir los impuestos, o cuando las capturas ilegales se transfieren en el mar a otros buques.
Se pierden oportunidades de trabajo, disminuyen los ingresos por exportación y los consumidores pueden además verse engañados con el fraude pesquero, por el peso reducido de los productos, la sustitución de especies, etiquetado incorrecto y publicidad engañosa.
A los consumidores se les recomienda buscar en las etiquetas el lugar de origen y los medios de producción.
Existe una relación directa entre la pesca ilegal y los aparejos de pesca abandonados en el mar. Cada año acaban en los océanos ocho millones de toneladas de basura plástica, y 10 por ciento corresponde al sector pesquero. Hay buques ilegales que abandonan sus aparejos de pesca cuando temen ser capturados.
Las artes de pesca abandonadas pueden atrapar y matar a otras especies, incluidas aquellas amenazadas y vulnerables, desde tortugas hasta ciertos tiburones.
Consumidores y pescadores pueden informar de aparejos de pesca abandonados, perdidos o descartados que encuentren, apoyar el reciclaje y los programas de recompra de artes de pesca, y cada pescador debe informarse acerca de cómo mantener adecuadamente sus aparejos.
La ilegalidad pesquera incrementa la pobreza porque perjudica a las comunidades que dependen de la pesca para su sustento y seguridad alimentaria.
A la pesca se dedican más de 40 millones de personas en el mundo, y otros 19 millones a la acuicultura. A lo largo de toda la cadena de valor en el sector hay más de 200 millones de empleados.
Los habitantes de zonas costeras, en particular las comunidades insulares, dependen del océano para su alimentación y supervivencia económica, y los pescadores en pequeña escala que siguen las normas y reglamentos se ven especialmente afectados.
La pesca ilegal hace que en el sector se empleen más trabajadores migrantes de bajo costo, dando lugar a veces a formas modernas de esclavitud. Son pescadores vulnerables por la falta de formación, el desconocimiento del idioma y el incumplimiento de las normas laborales y de seguridad internacionales.
La recomendación de la FAO a los consumidores es “elegir pescado fresco, de temporada y disponible localmente, a fin de apoyar a las comunidades costeras”.
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