Las tensiones políticas entre Cuba y Estados Unidos se han exacerbado en las últimas semanas, previo a la asunción de la nueva administración demócrata y la salida del presidente republicano Donald Trump con cuyo mandato los vínculos bilaterales sufrieron un franco deterioro.
“No hay duda de que la política de Trump ha tratado de fomentar el cambio de régimen por vías violentas y con todo el perjuicio posible. A tales efectos ha intentado tanto la asfixia económica como la desestabilización política”, valoró a IPS el analista político cubano Carlos Alzugaray.
A su juicio, “una parte importante de lo que ha hecho la administración republicana es enturbiar y hacer tóxico el clima político hacia Cuba, con el concurso de activistas residentes en el sur del (estadounidense) estado de Florida”.
El 1 de diciembre, un reporte en la televisión nacional cubana desclasificó información sobre alegadas acciones terroristas organizadas desde Estados Unidos contra la isla de 2017 a la fecha.
Según esa información, los autores intelectuales de dichos actos tenían relaciones con algunos integrantes del Movimiento San Isidro (MSI), que en noviembre protagonizaron una huelga de hambre y sed en demanda de la libertad del rapero Denis Solis, condenado a ocho meses de prisión bajo acusación de desacato contra un policía.
Los ayunantes fueron desalojados de su sede de la barriada capitalina en la noche del 26 de noviembre y las autoridades calificaron su acción de “farsa” y “show mediático”.
Los sucesos relacionados con el MSI abrieron asimismo un escenario inédito luego que unos 300 artistas e intelectuales, en su mayoría jóvenes, se congregaron el 27 de noviembre en las afueras de la sede del Ministerio de Cultura, en La Habana, para solicitar ser escuchados por las autoridades.
Aunque tales demandas suelen ser canalizadas a través de estructuras establecidas como las organizaciones gremiales, las autoridades conversaron y se comprometieron con una treintena de representantes del plural grupo a dialogar sobre asuntos como la libertad de expresión y los espacios para los artistas y el arte independiente, entre otros asuntos.
“La asistencia a la sede de dicho ministerio no respondió en una mayoría de los casos a una afinidad directa con la agenda del MSI, sino al rechazo hacia métodos y la demora de las instituciones culturales en acercarse a los artistas con preocupaciones previas”, comentó a IPS un intelectual participante en la iniciativa, que prefirió el anonimato.
Sin embargo, en un comunicado difundido este viernes 4, el Mincult cerró la posible continuación del contacto abierto la semana previa, tras recibir un día antes “un correo insolente” en el cual un grupo “que se ha erigido en voz de todos, pretende imponer, de modo unilateral, quiénes, con quién y para qué aceptarán dialogar”.
“Al pretender incluir entre los participantes a personas que se han autoexcluido hace mucho tiempo por sus agresiones a los símbolos patrios, delitos comunes y ataques frontales a la dirección de la Revolución Cubana, bajo el disfraz del arte, los que instrumentaron esta maniobra acaban de romper toda posibilidad de diálogo”, subrayó la nota oficial.
“El Ministro de Cultura no se reunirá con personas que tienen contacto directo y reciben financiamiento, apoyo logístico y respaldo propagandístico del Gobierno de los Estados Unidos y sus funcionarios. Tampoco lo hará con medios de prensa financiados por agencias federales estadounidenses”, concluyó.
No obstante, las puertas no se cerraron del todo. En años recientes, cartas públicas así como diálogos privados de escritores, artistas y cineastas, han mostrado inconformidad por actos de censura, así como limitaciones para el ejercicio de la creación y la difusión del arte.
“Para los jóvenes y para todos aquellos artistas que se reunieron frente al Mincult el 27 de noviembre, que no han comprometido su obra con los enemigos de la nación cubana, siguen abiertas las oportunidades de diálogo, como ha sido una práctica histórica de las instituciones culturales de la Revolución”, especificó el comunicado oficial.
El MSI, que agrupa a jóvenes artistas, periodistas y académicos contestatarios, nació en 2018 tras publicarse el polémico decreto ley 349, que suscitó preocupaciones en el gremio de artistas e intelectuales que lo consideraron un posible instrumento para ejercer la censura y coartar la libertad artística, aunque las autoridades negaron tal fin.
El 28 de noviembre, el director general de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores, Carlos Fernández de Cossío, manifestó verbalmente al Encargado de Negocios de Estados Unidos, Timothy Zúñiga-Brown, que Cuba no permitiría a su país, “ni a Estado alguno la injerencia en los asuntos internos”.
Fernández de Cossío transmitió al diplomático que acudir en varias oportunidades a San Isidro “donde su embajada conocía que se desarrollaba un evento de provocación política y social, y prestarse a transportar personalmente y apoyar a (algunos de los ayunantes) constituían graves violaciones de sus funciones como diplomático y como jefe de misión”, indicó una nota de la Cancillería.
A raíz de estos hechos, medios de prensa oficiales aluden a la puesta en marcha de una estrategia de golpe suave o guerra de cuarta generación, para incentivar un clima de ingobernabilidad y estallido social que, a la usanza de las llamadas revoluciones de colores, provoque la caída del gobierno de orientación socialista desde 1961.
Dichos medios se han referido a la circulación en redes sociales de incitaciones a la desobediencia civil, mientras ocurrieron acciones vandálicas contra la vidriera de una tienda en la populosa barriada capitalina de Vedado.
“Si bien no parece haber un plan abarcador de acciones, no hay duda de que la actual administración estadounidense ha estimulado el uso de la violencia en Cuba. Y lo ha hecho por medio de provocaciones de sus diplomáticos en La Habana”, consideró Alzugaray.
Opinó además que el gobierno cubano, “consciente de estos fines, evita que se produzca una ruptura que dificulte la vuelta al diálogo y a la recomposición del proceso de normalización que parece ser el objetivo de la futura administración de Joe Biden”.
El demócrata, vicepresidente de la administración de Barack Obama (2009-2017) durante la cual ocurrió el deshielo diplomático entre ambos países, entrará a la Casa Blanca el 20 de enero de 2021.[related_articles]
Durante su campaña electoral, Biden prometió devolver los nexos bilaterales al punto en que Obama los dejó aunque, dijo también, abogaría por mantener el embargo que Washington aplica contra La Habana desde 1962 e insistiría en el espinoso tema de los derechos humanos.
La actual administración republicana ha adoptado más de un centenar de medidas para cortar las principales fuentes de financiamiento y entrada de combustibles a la nación insular, con negativas repercusiones en la economía, las familias y el sector privado.
Los efectos de las sanciones estadounidenses combinados con los problemas estructurales de la economía cubana, la lentitud de las reformas económicas, la insolvencia financiera y los impactos de la pandemia de covid-19, resultan en un agudo desabastecimiento de productos y altos precios que agregan mayores tensiones a la vida diaria de una mayoría de la población.
Analistas consultados por IPS Cuba consideran que el diálogo franco e inclusivo será cada vez más necesario para la resolución de conflictos, teniendo en cuenta la heterogeneidad del tejido social cubano, los cada vez más complejos problemas y peligros globales y el inminente retiro de la llamada generación histórica que inició y lideró la revolución de 1959.
Del 16 al 19 de abril de 2021 el Partido Comunista de Cuba (PCC), el único legal en el país y considerado constitucionalmente “vanguardia organizada de la nación cubana”, celebrará su octavo Congreso, la más importante cita del comunismo en la isla y que se realiza cada cinco años.
En la cita calificada como la “de la continuidad histórica”, Raúl Castro debe entregar al presidente Miguel Díaz-Canel el cargo de primer secretario del PCC, tal y como lo anunció en abril de 2018, tras presentar a su designado al frente del gobierno.
El recambio generacional debería implicar un tipo de relación distinta en el sistema sociopolítico cubano, pues el capital simbólico para el ejercicio del poder diferirá del desarrollado por la generación histórica, valoran expertos.