El embarazo en la adolescencia, además de que puede perjudicar el desenlace vital de miles de jóvenes y de sus familias, tiene un costo de oportunidad anual superior a 1000 millones de dólares, en promedio para los países de América Latina y el Caribe, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
Cada año en la región millón y medio de adolescentes dan a luz, lo que significa que cada minuto nacen cuatro bebés de madres menores de 19 años, señaló el informe difundido este jueves 12 por el UNFPA en esta capital.
Esas cifras “de por sí alarmantes, se tornan más críticas al observar que muchos de estos embarazos son consecuencia de la falta de información, el limitado acceso a métodos anticonceptivos y la violencia sexual y de género”, dijo Virginia Camacho, asesora regional del Fondo en salud sexual y reproductiva.
“Estos embarazos, que se podrían haber evitado, se traducen en menos oportunidades”, subrayó la experta.[pullquote]3[/pullquote]
El UNFPA evaluó los costos sociales del embarazo adolescente para los Estados y para las madres, comparando las situaciones registradas por las mujeres que fueron madres durante su adolescencia (madres tempranas), con aquellas que fueron madres entre los 20 y los 30 años (madres adultas).
La brecha madres tempranas-madres adultas midió niveles educativos alcanzados, participación en el mercado de trabajo, ingresos obtenidos, costos asistenciales para el Estado relacionados con la atención de la gestación, el parto y el puerperio, y los impuestos directos e indirectos que pagan las mujeres.
El estudio se aplicó a seis países, Argentina, Colombia, Ecuador, Guatemala, México y Paraguay, y encontró que ese costo de oportunidad bordeó en promedio 0,35 por ciento del producto interno bruto (0,22 por ciento del PIB en Argentina pero 0,58 por ciento en Colombia).
Esos porcentajes equivalen, en promedio, a 1242 millones de dólares anuales por país (137 millones en Paraguay, 4165 millones de dólares en México), perdidos por la menor posibilidad de las madres jóvenes en materia de ingresos, actividad laboral y como ahorro de egresos al Estado.
El estudio encontró que las mujeres que fueron madres en la adolescencia tuvieron tres veces menos oportunidades de obtener un título universitario que las que decidieron postergar su maternidad a la vida adulta (18,6 versus 6,4 por ciento).
Las mujeres que fueron madres tempranas ganan en promedio 24 por ciento menos que quienes lo fueron en la vida adulta. Los ingresos laborales anuales de las primeras equivalen a 3068 dólares, mientras que los de las segundas alcanzan a 4015 dólares.
Los Estados pierden un promedio de 124 millones de dólares anuales en impuestos sobre la renta y al valor agregado, que se dejan de percibir debido al embarazo adolescente (cinco millones en Paraguay, 585 millones en México).
Las tasas de embarazo no deseado rondan 70 por ciento entre las adolescentes embarazadas de los seis países, y el gasto estatal en atender ese segundo grupo promedia 36 millones de dólares anuales (211 millones en México, 55 millones en Ecuador, cinco millones de dólares en Paraguay).
Finalmente, el estudio proyectó escenarios que puede traer la pandemia covid-19, por un menor acceso de los jóvenes a anticonceptivos y posible incremento de embarazos no deseados por la exposición de las muchachas a abusos sexuales en el contexto del confinamiento.
Bajo esos supuestos, puede haber en América Latina otro medio millón de embarazos adolescentes que, además de sus consecuencias vitales y de salud, acarrearía costos adicionales estimables en 607 millones de dólares anuales.
Según la Organización Mundial de la Salud, América Latina y el Caribe tiene, después de África subsahariana, la más alta tasa de embarazo adolescente. En todo el mundo 16 millones de muchachas de 15 a19 años, y un millón de niñas menores de 15, dan a luz cada año, la mayoría en países de ingresos bajos y medianos.
A-E/HM