Mujeres rurales de Bangladesh cambian su futuro al acceder a la educación superior

Nila Kispotta (centro) posa junto a miembros de su familia, en su aldea, en el noroeste de Bangladesh. Como muchas niñas rurales, acceder a la educación superior era un imposible para ella, pero ahora estudia un diplomado en el privado Instituto de Enfermería de Moimuna, un centro sin fines de lucro, gracias a una beca. Foto: Farid Ahmed / IPS
Nila Kispotta (centro) posa junto a miembros de su extensa familia, en su aldea, en el noroeste de Bangladesh. Como muchas niñas rurales, acceder a la educación superior era un imposible para ella, pero ahora estudia un diplomado en el privado Instituto de Enfermería de Moimuna, un centro sin fines de lucro, gracias a una beca. Foto: Farid Ahmed / IPS

Nila Kispotta, una joven de 19 años del grupo étnico oraon, se ha convertido en un ejemplo por su excepcional logro para su pobre aldea, situada en el distrito de Thakurgaon, en el extremo noroeste de Bangladesh,  donde nació y creció.

Hija de una familia de campesinos que sobreviven como jornaleros, Kispotta soñaba desde muy niña con una vida diferente. Entonces, cuando logró llegar a la educación superior, donde el primer paso va a ser un diploma en Ciencias de la Enfermería y Partería, alcanzó algo que su familia y su comunidad ni siquiera habían soñado que fuera posible.

«Las niñas son en su mayoría las más afectadas por la pobreza en nuestra sociedad, pero yo continué mi lucha contra viento y marea. Solo una pequeña ayuda puede cambiar la vida de muchas niñas», dijo Kispotta a IPS.

Habría sido imposible para Kispotta estudiar enfermería sin apoyo financiero.

Después de matricularse en una escuela misionera cristiana, fue a una universidad local durante dos años antes de inscribirse en el Instituto de Enfermería Moimuna -situado  en Thakurgaon y unos 460 kilómetros de la capital, Daca-, una nueva institución educativa sin fines de lucro.

El Instituto está avalado por el Consejo de Enfermería y Partería de Bangladesh y ofrece un diploma de tres años en enfermería por el equivalente a unos 1500 dólares, que incluye matrículas, alojamiento, uniformes y libros.

Según el presidente de la Junta Directiva del Instituto,  Saifullah Syed, el centro fue diseñado para garantizar que las niñas rurales tengan la oportunidad de recibir una educación, a pesar de sus realidades  económicas.

«Ofrecemos becas con base en las necesidades (de las postulantes) y estamos creando un fondo de becas para que las niñas pobres puedan recibir respaldo», dijo Syed a IPS.

Las becas, explicó,  se financian con contribuciones voluntarias y el fondo es administrado por un consejo de fideicomisarios.  Además, añadió,  donantes individuales pueden apoyar directamente a estudiantes determinados.

«Es el instituto de menor costo del país, y las tarifas cubren tan solo el costo de funcionamiento de los cursos, que se hacen difícil de desarrollar ya que muchos estudiantes pobres están inscritos aquí debido a las facilidades de las becas», afirmó Syed.

Kispotta, que estudia el primer año de enfermería, dijo que gracias a la beca “es fácil para mí continuar con los estudios para el diploma en enfermería en un instituto privado, porque se me han eliminado las tasas de matrícula», dijo.

Tras lograr el diplomado, la joven tiene claro que hará: obtener una licenciatura sobre la misma disciplina.

«Ella es nuestro orgullo», dijo a IPS  Gabriel Kispotta, un pariente lejano de Kispotta que vive en Thakurgaon. «Ninguno de nosotros ha pasado la escuela secundaria», dijo, y agregó que en el área viven una quincena de familias oraon, uno de los grupos tribales minoritarios de Bangladesh, donde 98 por ciento son bengalíes.

Estudiantes asisten a una clase de anatomía en el Instituto de Enfermería de Moimuna en el distrito de Thakurgaon, en el noroeste de Bangladesh. El primer grupo de alumnos y alumnas en este centro privado sin fines de lucro incluye a 20 estudiantes rurales de familias pobres, la mayoría chicas adolescentes rurales. Foto: Farid Ahmed / IPS
Estudiantes asisten a una clase de anatomía en el Instituto de Enfermería de Moimuna en el distrito de Thakurgaon, en el noroeste de Bangladesh. El primer grupo de alumnos y alumnas en este centro privado sin fines de lucro incluye a 20 estudiantes rurales de familias pobres, la mayoría chicas adolescentes rurales. Foto: Farid Ahmed / IPS

Thakurgaon y los distritos contiguos de este país densamente poblado del sur de Asia tienen una población de algo más de  1,2 millones, de los cuales un millón vive en áreas rurales. En esta zona, la tasa de alfabetización es de poco menos del 42 por ciento.

El Instituto, ubicado en su propio campus, abrió a principios de este año con un primer grupo de 20 estudiantes desfavorecidos, en su mayoría niñas rurales.

Cuenta con modernos laboratorios, una biblioteca, una residencia estudiantil y un gran y exuberante campo deportivo,  donde  estudiantes y profesores practican atletismo, fútbol, ​​balonmano y cricket. También hay un hospital dentro del recinto,  el Hospital Moimuna Mata Shishu, que atiende y otorga medicinas en forma gratuita a los aldeanos en situación de pobreza.

«Es un hospital especializado para mujeres y niños, pero funcionamos como un hospital general porque al centro vienen todo tipo de pacientes que reciben servicios casi gratuitos», dijo a IPS el director del hospital,  M.A. Momin.

Momin, un cirujano civil retirado de un hospital gubernamental y quien también es docente en el Instituto,  dijo que tanto el hospital como el instituto estaban dotados de personal médico capacitado que pudo educar eficazmente a los estudiantes de enfermería.

El plan de estudios del Instituto ofrece una variedad de cursos que incluyen inglés, informática,  enfermería básica, anatomía y fisiología. El objetivo es formar a los estudiantes con un estándar superior que les permita continuar su formación en otros centros superiores en zonas urbanas.

«Hay una gran escasez de enfermeras y enfermeros calificados en el país y estamos haciendo todo lo posible para producir enfermeras de calidad que brinden oportunidades a los estudiantes elegibles pobres, especialmente a las niñas rurales», dijo la directora del Instituto, Lucy Biswas.

La mayoría de los condiscípulos de Kispotta tiene antecedentes financieros similares a ella.

Joya Rani, quien llegó al Instituto desde el vecino distrito de Panchagar, dijo a IPS que necesitaba urgentemente apoyo financiero ya que no tenía forma de financiar su educación.

«Tener la oportunidad de estudiar aquí sin ningún costo es un hito en mi vida… He luchado toda mi vida y no quiero perder la pelea», dijo a IPS. «Ciertamente intentaré convertirme en una buena enfermera y encontrar un trabajo en un gran hospital de la capital», dijo Rani.

Otra estudiante, Sweety Akter, dijo que antes de inscribirse en el Instituto de Enfermería de Moimuna, logró ganar una pequeña cantidad de dinero trabajando como profesora privada.

Esos fondos se destinaron a mantener a su familia. «Ahora se me acabaron los recursos y a veces se me dificulta administrar el dinero para la comida en el albergue», dijo Akter a IPS.

Eso sucede porque solo un puñado de estudiantes recibe apoyo financiero completo, debido  a limitaciones de fondos, explicó la dirección del Instituto.

Biswas, quien administró varios centros gubernamentales educativos de enfermaría antes de asumir la dirección del Instituto de Enfermería de Moimuna, dijo a IPS: que “sin apoyo económico, muchas estudiantes habrían desertado porque provienen de familias muy pobres».

Reconoció que pese a que la matrícula y los costos de la residencia son los más baratos de cualquier otro centro similar en Bangladesh, los costos no siempre son asumibles por muchos jóvenes rurales, porque sus familias deben dedicar todos sus ingresos a sobrevivir.

«Las estudiantes son tan pobres que tenían como pagar teléfonos inteligentes y los costos de conexión a  internet para seguir las clases en línea desde sus hogares mientras duró el cierre de las aulas durante la pandemia”,  explicó Biswas.

Este país de 151 millones de habitantes  entró en un confinamiento nacional a fines de marzo, que se flexibilizó dos meses después, aunque la movilización tuvo restricciones hasta agosto.

«Entonces regresaron a los albergues estudiantiles para continuar sus estudios, con el distanciamiento de seguridad», dijo la directora. Kispotta está de nuevo en el campus que está segura que será un trampolín para una vida distinta a la que parecía destinada.

T: MF

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