La pesca costera en las islas del Pacífico se ha convertido en la fuente de alimentación y sustento para muchas personas que han perdido sus empleos, especialmente en las urbes y el sector del turismo, por el eco de los cierres fronterizos y otras restricciones establecidas en el mundo para contener la pandemia de covid-19.
Esos impactos por la pandemia se han producido pese a que los territorios insulares del Pacífico no han tenido casos de covid hasta ahora, según datos de organizaciones nacionales y regionales.
Los gobiernos y las organizaciones de asistencia al desarrollo tratan de satisfacer las necesidades de supervivencia del aquí y ahora, al tiempo que tratan de responder a las consecuencias de largo plazo en los recursos pesqueros y los ecosistemas marinos de la costa.
«En Vanuatu, no tenemos ningún caso de covid-19. Pero a nuestro alrededor el mundo está medio cerrado y los ingresos que los indígenas suelen obtener del turismo han desaparecido, se han detenido por completo», Leias Cullwick, directora ejecutiva del Consejo Nacional de Mujeres de Vanuatu en Port Vila.
El turismo representa aproximadamente 40 por ciento del producto interno bruto (PIB) de Vanuatu, un país compuesto por un archipiélago de más de 80 islas, localizado en el sur del océano Pacífico, en Oceanía.
«Pero todavía tenemos nuestra propia tierra para cultivar y podemos pescar peces en el mar», agregó Cullwick en su diálogo con IPS.
La pesca de subsistencia y en pequeña escala en las zonas costeras es una fuente fundamental de nutrición e ingresos para las comunidades de las islas del Pacífico.
En ellas, 50 por ciento de los hogares costeros de la región obtienen un ingreso primario o secundario de la pesca, mientras que 89 por ciento de los hogares generalmente consumen mariscos semanalmente, según la Comunidad del Pacífico (SPC, en inglés), la organización intergubernamental regional de desarrollo de Oceanía, integrada por 26 países y territorios.
La recesión económica generada por la covid solo ha aumentado la importancia de los medios de vida tradicionales y las fuentes de alimentos.
En una reunión en agosto de la Agencia de Pesca del Foro de las Islas del Pacífico, su director general, Manu Tupou-Roosen, hizo hincapié en que «es fundamental que las pesquerías continúen operando en este crítico momento, proporcionando ingresos muy necesarios para apoyar la recuperación económica, así como para mejorar la contribución a la seguridad alimentaria de nuestros pueblos».
Sin embargo, el gran incremento del flujo de residentes urbanos de retorno a sus aldeas y pueblos de origen, ha tenido consecuencias en algunas áreas.
Andrew Smith, subdirector de pesca costera del SPC, dijo a IPS que entre la gente llegada de las urbes muchos desconocen el área o los métodos de pesca, así que “capturan especies protegidas, o con el tamaño insuficiente o equivocadas”, dañando la actividad y los ecosistemas, según denunciaron pescadores tradicionales.
La situación, dijo desde Noumea, en Nueva Caledonia, sede de la Comunidad, ha generado algunos conflictos porque los migrantes hacia zonas rurales costeras debido a la covid, cometen actos violatorios de las leyes nacionales y también contrarios a las tradiciones culturales de los lugares a los que llegan.
En encuestas realizadas por WorldFish antes de julio en 43 comunidades rurales en las Islas Salomón y Vanuatu, entre 46 por ciento y 55 por ciento de las personas entrevistadas, respectivamente, afirmaron que había una escasez de alimentos en las comunidades.
Pese a que en la región insular del Pacífico no ha habido casos de covid, las restricciones a las grandes concentraciones y el cierre de fronteras, para evitar la propagación del virus, han disminuido drásticamente las actividades del comercio.
Vanuatu, por ejemplo, se encuentra bajo un estado de emergencia extendido hasta el 31 de diciembre y el gobierno promueve el distanciamiento interpersonal y prácticas especiales de higiene.
«Cuando estalló la covid-19, nuestro país paralizó los principales mercados por un par de meses. Ahora se levantaron las restricciones, los pescadores volvieron a faenar, pero la venta de lo que capturan es difícil porque los ingresos de la gente se redujeron”, explicó Cullwick sobre una situación que se repite por los pequeños territorios insulares del Pacífico.
La pesca costera, que en muchos casos van de la propia costa hasta los arrecifes exteriores, suelen ser capturas de subsistencia y venta del excedente.
En Vanuatu y las Islas Salomón, la pesca de subsistencia representa 71 por ciento y 75 por ciento, respectivamente, de la captura costera total cada año. Y en lo que va de año se ha constatado un incremento de la actividad, para obtener mayores alimentos del mar, tanto para alimentarse como para obtener recursos económicos.
Se trata de una presión adicional sobre los recursos costeros del Pacífico insular, que ya están siendo afectados por el cambio climático, una mayor explotación debido al crecimiento de la población y la degradación ambiental de los hábitats marinos por factores como la contaminación, la urbanización y los desastres naturales.
«La región está un poco más acostumbrada a lidiar con ciclones tropicales, que siempre son devastadores, pero se trata de desastres que aunque ocurren con relativa frecuencia, en general su impacto es localizado y más corto”, planteó Smith.
La covid, por el contrario, “ha tenido un impacto inmediato y tendrá un efecto a muy largo plazo en toda la región, que se parece más a un desastre de combustión lenta”, aseguró. A esta la creciente crisis global se suman otras como la climática, que “es de combustión aún más lenta”, añadió.
En síntesis, hay que afrontar «estos múltiples factores estresantes tanto en los recursos como en los hábitats «, dijo Smith, de SPC desde la sede en Nueva Caledonia, un territorio bajo dominio francés.
Esa intergubernamental Comunidad del Pacífico está en consultas con los gobiernos de la región sobre la cristalización de una repuesta colectiva a la crisis multidimensional, donde un elemento neurálgico es lograr un equilibrio entre satisfacer las necesidades de supervivencia a corto plazo y gestionar las repercusiones a largo plazo.
Una estrategia para abordar la seguridad alimentaria inmediata es alentar a más hogares a dedicarse a la acuicultura y establecer piscifactorías.
El gobierno de Vanuatu ha sido de los primeros en apoyar esta iniciativa, al brindar en forma gratuita alevines de tilapia (Oreochromis) y alimento para su desarrollo a las familias que decidieron construir un estanque para cultivar esa especie.
Esta es una forma de mejorar la nutrición y aliviar aún más la sobrepesca cerca de la costa, consideran los especialistas.
La SPC también está ayudando a los países a instalar dispositivos de agregación de peces cerca de la costa, a los que los pescadores locales pueden acceder fácilmente.
Un resultado positivo es que la crisis de la pandemia ha generado un renovado debate nacional y regional sobre el papel clave de la ordenación pesquera comunitaria para los territorios insulares del Pacífico en la Oceanía.
En ese sentido, Smith aseguró que hay «un claro reconocimiento por parte de los líderes pesqueros, así como a nivel ministerial, de la importancia que tiene la gestión eficaz de la pesca comunitaria».
La piedra angular de este enfoque es aumentar la capacidad de las comunidades costeras para gestionar sus prácticas pesqueras y adoptar iniciativas que garanticen el futuro de sus recursos marinos, con el apoyo de gobiernos y organizaciones de desarrollo.
Es un elemento importante sobre el que basarse es la Estrategia de Noumea 2015, considerada “un nuevo canto para la pesca costera», con una visión regional de la gestión sostenible de la pesca para el futuro entre los países y territorios insulares del Pacífico sur.
T: MF