La cooperación médica de Cuba hoy supone varios desafíos: demostrar el prestigio de su modelo sanitario, reafirmarse como fuente de ingresos económicos y reactivar una forma de solidaridad que algunos gobiernos contrarios al de La Habana han llegado a denostar como trata de personas.
Autoridades de 15 naciones, en su mayoría latinoamericanas y caribeñas, además de Italia, Francia y Andorra, en Europa, solicitaron ya profesionales de la salud cubanos para ayudarlos a enfrentar el coronavirus presente en 175 países y causante de la muerte de cerca ya de 45 000, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Unos 600 integrantes, de los cuales más de la mitad son mujeres, conforman las 14 brigadas del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias Henry Reeve, que cooperan para contener la pandemia.
“Quienes cumplimos misión internacionalista lo hacemos de manera voluntaria, nadie nos obliga. Nos solicitan porque nuestro personal está altamente calificado y trabajamos de manera solidaria”, dijo Yaquelín Guerra, una licenciada en Enfermería que ha prestado servicios en Venezuela y Bolivia.
Integrante de la brigada que partió el 28 de marzo hacia San Cristóbal y Nieves, en el Caribe insular, Guerra argumentó a IPS que “personas enfermas están muriendo de manera injusta. Las personas no deben morir cuando existen profesionales capacitados para luchar por su salud”.
Dicho contingente fue constituido en septiembre de 2005 por el expresidente Fidel Castro (1926-2016) para brindar asistencia a las y los damnificados tras el paso del huracán Katrina por el sur de Estados Unidos, ayuda que rechazó la administración norteamericana de la época.
Debe su nombre al estadounidense Henry Mike Reeve (1850-1876), quien se alistó como voluntario en la primera de las tres guerras cubanas por la independencia (1868-1878) de la colonia española y llegó a convertirse en general de brigada del Ejército Libertador.
Las misiones de colaboración médica cubana se remontan a 1963, con la primera enviada a Argelia. Desde entonces, unos 407 000 profesionales, técnicos y personal sanitario han prestado servicios en 164 naciones, indican datos oficiales.
Desde 2011, el país caribeño de gobierno socialista reorganizó los servicios de salud, a tono con el proceso de actualización de su modelo económico y social que, entre otras estrategias, estimula el desarrollo de los servicios médicos y de salud y llama a ampliar los mercados para su exportación.
También el Programa de Cooperación Médica fue restructurado en tres modalidades. En una primera, Cuba asume los gastos cuando se trata de naciones muy pobres; en la segunda, los gastos se comparten con el país receptor de la colaboración y en la tercera, la isla caribeña recibe ingresos.
En todas las variantes, precisan informes, sobresale la aplicación del principio de la solidaridad, pues las y los profesionales cubanos se ubican, por lo general, en zonas a donde no suelen acudir los médicos de los países beneficiarios, ya sea por su lejanía, difícil acceso o riesgo sanitario.
Según el Ministerio de Salud Pública, al cierre de 2019 unos 29 000 de sus médicos laboraban en 65 naciones, bajo las tres modalidades establecidas.
En la actualidad, esta nación insular dispone de nueve médicos por cada 1000 habitantes, para la población local de 11,2 millones.
En el caso de la Henry Reeve, 28 brigadas con casi 8000 profesionales se han desplegado en 22 países, para lidiar con los efectos de inundaciones, huracanes, terremotos y epidemias.
Sobresalen las tres brigadas que enfrentaron el virus del ébola en Sierra Leona, Guinea Conakry y Liberia (2014-2015), por solicitud del entonces secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon y la entonces directora general de la OMS, Margaret Chan, al expresidente Raúl Castro (2008-2018).
Desde el 11 de marzo, momento en que Cuba notificó sus primeros tres casos con la covid-19 y la OMS la declaró como una pandemia, el país acumula un total de 212 personas infectadas, de las cuales seis fallecieron, según datos oficiales del 1 de abril.
Vladimir Palacios, residente en la localidad de Bejucal, al sur de La Habana, manifestó a IPS sentirse preocupado “de que sigan abandonando el país más médicos y nos quedemos sin personal en las comunidades, pues las cifras de infectados por coronavirus crecen a diario y temo que el virus se expanda muy rápido”.
El 29 de marzo, el ministro de Salud Pública, José Ángel Portal, explicó durante una videoconferencia que Cuba dispone de suficientes recursos humanos para colaborar con otras naciones, aunque aclaró que las autoridades evaluaban “a punta de lápiz”, el envío de profesionales de la salud al exterior, a fin de no afectar el servicio a la población local.
“Las personas deben estar tranquilas; siempre tendremos profesionales trabajando y haciendo pesquisas, además de estudiantes de Medicina dispuestos a apoyar en esta tarea”, dijo a IPS la epidemióloga Elizabeth Oliva, minutos antes de partir el 28 de marzo como brigadista a San Cristóbal y Nieves.
La exportación de servicios profesionales, entre ellos los médicos, constituye el primer rubro de la economía cubana, y en 2018 estos últimos alcanzaron los 6400 millones de dólares, según datos de la estatal Oficina Nacional de Estadísticas. El indicador no precisa que porcentaje corresponde a la colaboración médica.
Tales ingresos cobran mayor importancia tras prohibirse, al menos hasta el 24 de abril, la entrada al país de visitantes foráneos debido a la covid-19, con un contundente impacto en el turismo, otro de los sectores estratégicos.
Ello agrega mayores tensiones e incertidumbres a la economía cubana, sumida en una crisis desde 1991, agravada por el embargo que desde 1962 aplica Estados Unidos y que la admiración del presidente Donald Trump reforzó con medidas que revierten el breve acercamiento bilateral de 2015 a 2017.
Las misiones médicas cubanas devinieron otro punto de conflicto entre Washington y La Habana, y objeto de polémicas, tras el retiro de varios de estos contingentes de Brasil, Ecuador y Bolivia, por cuestionamientos de los nuevos gobiernos de esos países que las autoridades cubanas consideraron inaceptables.
El 12 de abril se cumplirá el primer año del secuestro de los doctores Landy Rodríguez y Assel Herrera por presuntos miembros del grupo islámico Al Shabab cerca de la frontera de Kenia con Somalia, suceso que agregó tensiones al tema de la cooperación internacional cubana.[related_articles]
El 23 de marzo, el Departamento de Estado de Estados Unidos exhortó a rechazar la cooperación cubana para enfrentar la covid-19, al considerarla una forma de explotación laboral y con subyacentes intereses económicos.
El cubano Ministerio de Relaciones Exteriores respondió que “la campaña de descrédito del gobierno de Estados Unidos es inmoral (y) particularmente ofensiva para Cuba y el mundo en momentos de una pandemia que nos amenaza a todos”.
Una de las principales críticas a la cooperación médica es que la mayor parte de los ingresos de dichos servicios quedan en manos del Estado.
Las autoridades cubanas argumentan que ese dinero contribuye a sostener el sistema universal y gratuito de salud. Para este año, la salud y asistencia social absorberán un 28 por ciento del presupuesto del Estado, una erogación del equivalente a 12 740 millones de dólares.
En mayo de 2017, en su 70 Asamblea, la OMS entregó el Premio de Salud Pública en Memoria del Dr. Lee Jong-wook al Contingente Henry Reeve, especialmente por la exitosa labor de 250 especialistas en África, en la lucha contra el ébola.
El 23 de marzo, el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) indicó en una carta al presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, sentirse emocionado por la imagen de 53 médicos y enfermeros cubanos llegando a la norteña región italiana de Lombardía, para socorrer a las víctimas del coronavirus.
Tres días después, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos actualizó su política sobre visas para profesionales médicos, con el fin de atraer personal de salud extranjero a fin de combatir la rápida expansión de la covid-19 en esa nación norteamericana, nuevo epicentro de la pandemia.
Este artículo contó con los aportes de Patricia Grogg, desde La Habana.
E: EG