En América Latina y el Caribe hay 9,4 millones de jóvenes desempleados, 23 millones que no estudian ni trabajan ni están en capacitación, y más de 30 millones sólo consiguen empleo en condiciones de informalidad, de acuerdo con un nuevo informe de la OIT.
“El escenario del empleo juvenil en la región es preocupante, y se complicará aún más cuando se sienta el impacto del coronavirus sobre la economía regional”, dijo el lunes 16 el brasileño Vinicius Pinheiro, director regional de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), con sede en esta ciudad de Lima.
En la actualidad algo más de 52 millones de personas entre 15 y 24 años están en la fuerza de trabajo regional, incluyendo los ocupados y quienes están desocupados pero buscan activamente un empleo, según el nuevo estudio de la OIT Tendencias mundiales del empleo juvenil 2020.
Pero la tasa de participación laboral de los jóvenes ha estado descendiendo de forma persistente, aunque leve, desde 2000, cuando era de 53,7 por ciento, a 2020, cuando se la estima en 48,7 por ciento.
La tasa de desempleo juvenil prevista para 2020 es de 18 por ciento. Esta proporción es poco más del doble de la tasa general y tres veces más que la de los adultos, una situación que se repite en casi todos los países.
El desempleo es considerado como la punta del iceberg por la OIT, pero además está la alta tasa de informalidad, de 62,4 por ciento para los jóvenes, 10 puntos porcentuales sobre la de los adultos: la mayoría de los empleos disponibles para ellos son precarios, con bajos ingresos, sin protección ni derechos.
El ocho de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que componen la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, dedicado al trabajo decente y crecimiento económico, reconoce que la creación de empleos de calidad desafía a casi todas las economías del planeta.
Pinheiro destacó que “la falta de oportunidades de trabajo decente causa desaliento y frustración entre los jóvenes, lo cual incluso puede repercutir sobre la gobernabilidad y afectar el desarrollo social de la región, porque en muchos casos afecta las trayectorias laborales durante toda su vida”.
Recordó que “cuando hay una crisis, los jóvenes están entre los primeros en perder sus empleos, principalmente los que están en la economía informal, y en sectores como turismo, transporte, comercio no electrónico y otros servicios en los cuales el teletrabajo no es una opción”.
Por ello teme que en América Latina y el Caribe “el coronavirus contagiará los mercados laborales y afectará los indicadores de empleo juvenil”. Una proyección de la OIT mostró que en el mundo pueden perderse 25 millones de empleos por la pandemia.
Adicionalmente, el informe de la OIT recoge que en la región “una quinta parte de los jóvenes son ninis, lo que significa que ni están adquiriendo experiencia en el mercado de trabajo, ni recibiendo ingresos provenientes de un trabajo, ni mejorando su educación o sus competencias”.
También asienta que en el caso de los ninis, la tasa de mujeres, 28,9 por ciento, duplica a la de los hombres, de 14,6 por ciento de jóvenes que no laboran, ni estudian, ni participan de algún programa de formación para el trabajo.
La mayor parte de esas 15,3 millones de mujeres jóvenes tienen dificultades para acceder al mercado laboral, a la capacitación o al estudio debido a sus ocupaciones no remuneradas en el hogar.
Las diferencias de género en la región también se notan en el desempleo, pues la tasa de las mujeres jóvenes, 22 por ciento, está casi siete puntos porcentuales por encima del 15,2 por ciento de los hombres en 2020.
Son cifras altamente preocupantes, subrayó Pinheiro, por lo que la OIT insistirá en “redoblar esfuerzos para generar oportunidades de empleo productivo adecuado para la próxima generación de trabajadores”.
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