Las Naciones Unidas conmemoraron el domingo 29 su Día Mundial de los Migrantes y Refugiados, envuelto en esta ocasión en una espiral de retórica antiinmigrante y de xenofobia generalizada.
Los ataques del neopopulismo de derecha han venido principalmente de dirigentes políticos de Europa, Estados Unidos y Australia, aunque también en el Sur en desarrollo se dan estas expresiones cuando enfrentan fenómenos migratorios.
«Los que no ponen límites claros a la migración pronto comenzarán a sentirse extraños en su propia tierra», dijo el austriaco Sebastian Kurz, cuyo derechista Partido Popular, ganó las elecciones el mismo domingo 29, lo que le asegura seguir como canciller del país.
El primer ministro de extrema derecha de Hungría, Viktor Orban, quien ha proclamado su intención de proteger a Europa de «una invasión musulmana» dice que «en el mundo de hoy, existen básicamente dos tipos de líderes: globalistas y patriotas».
Es un discurso muy similar al que blande continuamente en Estados Unidos el presidente Donald Trump, y que repitió en su intervención ante la Asamblea General de la ONU, el 24 de septiembre.
Con ese y otros argumentos, la administración Trump anunció el 26 de septiembre que Estados Unidos aceptará solo a unos 18.000 refugiados en 2020, de un total de 368.000 demandas de asilo que se anticipan para el año próximo. La cifra está muy por debajo del límite de 30.000 refugiados de este año, y es una pequeña fracción de los 110,000 permitidos por la administración de Barak Obama en 2016, su último año de gestión.
«En el centro de la política exterior de la administración Trump está el compromiso de tomar decisiones sobre la realidad, no sobre los deseos, y de impulsar resultados opcionales basados en hechos concretos», dijo el Departamento de Estado de Estados Unidos al hacer el anuncio.
En Francia, y en varios otros países europeos, existe el temor de un «gran reemplazo» de la «población blanca» original del país con nuevas llegadas, principalmente de naciones en conflicto en África y Oriente Medio.
Estos temores han sido vociferantemente reforzados por políticos de extrema derecha no solo en Estados Unidos, Hungría y Austria, sino también en Australia, la misma Francia, Gran Bretaña, Italia, Polonia y Suecia.
Alemania fue el único país en Europa que admitió alrededor de un millón de refugiados hasta fines de 2018, una decisión que tuvo altos costos políticos para la canciller Angela Merkel.
En un informe publicado el 19 de septiembre, las ONU (Organización de las Naciones Unidas) subrayó que se estima que el número de migrantes internacionales a nivel mundial alcance a 272 millones en 2019, un aumento de 51 millones desde 2010, que es superior al incremento de la población mundial.
Actualmente, los migrantes internacionales comprenden 3,5 por ciento de la población mundial, en comparación con 2,8 por ciento en 2000.
Según el Inventario sobre la Migración Internacional 2019, de la División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU (Desa), este año Europa alberga el mayor número de migrantes internacionales (82 millones), seguido por América del Norte (59 millones) y África del Norte y Asia Occidental (49 millones).
A nivel nacional, aproximadamente la mitad de todos los migrantes internacionales residen en solo 10 países, y Estados Unidos alberga la mayor cantidad de migrantes internacionales (51 millones), lo que equivale a aproximadamente a 19 por ciento del total mundial.
Alemania y Arabia Saudita reciben el segundo y tercer mayor número de migrantes (13 millones cada uno), seguidos por Rusia (12 millones), Gran Bretaña (10 millones), los Emiratos Árabes Unidos (nueve millones), Francia, Canadá y Australia (alrededor de ocho millones cada uno) e Italia (seis millones).
Mientras tanto, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) dice que en lo que va del año, más de 63.000 migrantes y refugiados han ingresado a Europa por mar, casi 30.000, o casi la mitad del número total anual de personas que han llegado en las últimas nueve semanas.
Aproximadamente cuatro de cada cinco migrantes o refugiados ingresan a Europa a través de Grecia o España, mientras los demás lo hacen principalmente por Italia, Malta o Chipre.
La agencia de las Naciones Unidas también ha lanzado cinco campañas para prevenir los riesgos de la migración irregular y alentar la toma de decisiones informadas entre los jóvenes migrantes centroamericanos.
Las campañas se llevan a cabo en México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua.
Brandon Wu, director de Políticas y Campañas de ActionAid USA, dijo a IPS, que la tendencia esperable es que los movimientos migratorios “sigan aumentando”.
El problema, a su juicio, es que ante este fenómeno, en lugar de abordar las causas profundas de la migración, los gobiernos en gran medida las soslayan.
«No estamos invirtiendo en soluciones a la crisis climática, ni en términos de reducción de emisiones ni de apoyo a las comunidades para que se adapten a los impactos climáticos. No estamos invirtiendo en seguridad alimentaria o para apoyar los medios de vida rurales», señaló.
Wu remarcó que los gobiernos, como sucede en el caso de Washington, no están cambiando las políticas exteriores dañinas que están generando conflictos y persecuciones en los países de origen.
«Una estrategia disuasoria de perseguir a los migrantes después que ya han abandonado sus hogares no puede ir muy lejos”, planteo el especialista, para quien “para revertir la tendencia de incremento de la migración, tenemos que abordar las razones por las que la gente se muda, y ningún gobierno está realmente abordando estos problemas en la manera correcta”.
Insistió que las medidas para mantener a los migrantes fuera de sus fronteras en los países de Europa y en Estados Unidos son claramente defectuosas.
«Es una solución temporal en el mejor de los casos, especialmente en el caso de Estados Unidos, que ahora depende de países terriblemente inestables políticamente como Honduras o El Salvador para absorber a los solicitantes de asilo», explicó el director de ActionAid en referencia a los acuerdos de Washington con esos países para mantener en sus territorios a los solicitantes de asilo, mientras se gestiona su pedido.
Wu resaltó que las soluciones políticas que sí servirían para proteger los derechos de los migrantes serían una combinación de dos estrategias.
Por un lado, dijo, se debería acogerlos en los países receptores y proporcionarles los mismos servicios sociales ofrecidos a los ciudadanos, y políticas eficaces (incluida la política exterior, la asistencia exterior, la política climática y otras), y por otro, se tendrían que abordar y contrarrestar las razones por las cuales las personas abandonan sus países de origen.
Jacqui Hunt, directora de la Oficina de Europa y Eurasia de Equality Now (Igualdad Ahora), señaló a IPS que las desigualdades sexuales preexistentes significan que las mujeres y las niñas ya enfrentan desventajas multifacéticas y esto se ve agravado por otros factores como la pobreza, antecedentes étnicos o culturales, discapacidad y edad.
Las mujeres generalmente tienen menos recursos para afrontar la migración, niveles más bajos de educación y a menudo están ausentes en la toma de decisiones respecto al fenómeno.
También agravan su vulnerabilidad las desigualdades legales, como los derechos de ciudadanía discriminatorios por sexo, dijo Hunt, quien ha encabezado varias de las exitosas campañas de Equality Now, incluida la creación de un Grupo de Trabajo de la ONU para centrarse en poner fin a la discriminación contra las mujeres en la ley y en la práctica.
Cuando las personas huyen de conflictos o desastres naturales, pierden su hogar, sustento y su red de relaciones sociales, planteó la activista.
En esas circunstancias, señaló, familias que anteriormente podían permitirse alimentar y educar a varios niños pueden recurrir a casar a sus hijas a cambio de una dote o simplemente porque significa que hay una persona menos que mantener.
Hunt dijo que los refugiados y los solicitantes de asilo a menudo se ven obligados a vivir en condiciones empobrecidas y desesperadas con opciones limitadas, lo que pone a las mujeres y niñas en mayor riesgo de asalto sexual, explotación y trata.
«La comunidad internacional necesita abordar la discriminación sexual subyacente que enfrentan las mujeres y las niñas y cómo esto también tiene un impacto desproporcionado en la migración de las mujeres y las niñas. Debería colocarse esta dimensión en el centro de las discusiones e implementación de políticas», planteó.
Esto, dijo, requiere un enfoque sensible al género que involucre a las mujeres en todos los niveles de toma de decisiones. Los gobiernos deben fortalecer sus compromisos para tomar medidas y ser responsables de sus compromisos y protecciones legales.
La activista declaró que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU y otras iniciativas internacionales pueden ayudar a guiar el camino.
T: MF