Más megaciudades igual a más presión sobre los bosques

En 1990 había solo 10 megaciudades en el mundo, ahora el número se ha triplicado y son 33 las urbes con más de 10 millones de habitantes. Se espera que las megalópolis suban a 43 para 2030, situadas mayormente en países del Sur en desarrollo. Una explosión urbana que presiona sobre los recursos naturales y en especial sobre los bosques. Crédito: Desmond Brown / IPS
En 1990 había solo 10 megaciudades en el mundo, ahora el número se ha triplicado y son 33 las urbes con más de 10 millones de habitantes. Se espera que las megalópolis suban a 43 para 2030, situadas mayormente en países del Sur en desarrollo. Una explosión urbana que presiona sobre los recursos naturales y en especial sobre los bosques. Crédito: Desmond Brown / IPS

Dos tercios de la población mundial se proyecta que vivirán en ciudades en ciudades en 2050. Un proceso que ya está provocando una presión adicional sobre los bosques, incrementando sus talas para incrementar la producción agrícola.

China, India y Nigeria están entre los países que protagonizan el incremento de la urbanización del planeta, donde se pasará del actual 55 por ciento de la población mundial viviendo en áreas urbanas, a un 68 por ciento en las próximas décadas, según cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Luc Gnacadia, exministro de Medio Ambiente de Benín y ex secretario ejecutivo de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD), afirmó que a medida que más personas se mudan a las ciudades y más de ellas se transforman en megaciudades, más presión se ejerce sobre los bosques.

Eso es así porque la población urbana tiene ingresos más altos y tiende a consumir más, en el caso alimentario más productos de origen animal o procesados, lo que requiere mayores porciones de tierra desarboladas para responder a esta demanda.

«El sistema que tenemos, que es el de la extracción de recursos naturales para atender patrones de consumo basados en el derroche, todavía es el sistema dominante», dijo Gnacadia a IPS, durante el Congreso Internacional sobre Suelos, que acogió la capital de Turquía entre el lunes 17 y el miércoles 19.

«Hay menos gente (en el mundo rural) que produce más para las ciudades, lo que significa que pueden estar minando el suelo, talando el bosque y haciendo que nos volvamos cada vez más vulnerables a las perturbaciones climáticas y contribuyendo a esas perturbaciones», dijo el especialista beninés.

Gnacadia subrayó que la neurálgica capa boscosa del planeta se está perdiendo por lo que describió como un mal uso de la tierra para la actividad agropecuaria.

La expansión de la frontera agrícola a nivel mundial se está produciendo mediante la errada formula de invadir y desmantelar ecosistemas tan indispensables como intocados, incluidos los bosques.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) puntualizó durante el Congreso que la expansión de las plantaciones y las áreas urbanas está ejerciendo una presión no sostenible sobre los bosques y sus recursos, lo que perjudica a las comunidades rurales y exacerba los efectos negativos del cambio climático.

«Si queremos disminuir esto, primero debemos considerar el potencial de la tierra y la capacidad de desmonte. Para que se puede usar adecuadamente la tierra, se debe identificar claramente antes la manera sostenible de hacerlo, antes de tomar decisiones», dijo Gnacadia.

Luc Gnacadia, exministro de Medio Ambiente de Benín y ex secretario ejecutivo de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, en su entrevista con IPS en Ankara, durante el Congreso Internacional sobre Suelos, celebrado en la capital turca entre el 17 y 19 de junio. Crédito: Desmond Brown / IPS
Luc Gnacadia, exministro de Medio Ambiente de Benín y ex secretario ejecutivo de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, en su entrevista con IPS en Ankara, durante el Congreso Internacional sobre Suelos, celebrado en la capital turca entre el 17 y 19 de junio. Crédito: Desmond Brown / IPS

«Cuando usamos la tierra para la agricultura, debemos trazar un mapa claro de esa tierra e identificar dónde goza de buena salud y asegurarnos de evitar su degradación. Todo lo que hagamos debe tener un objetivo. Utilizamos la tierra pero nos aseguramos de que no pierda su productividad, y no agotamos todos sus nutrientes”, planteó.

«Para las tierras que están experimentando alguna degradación, debemos adoptar medidas para reducirla… Se debe evaluar si aún existe, en términos socioeconómicos, el potencial para restaurarla y devolverla a la vida. Si existe ese potencial, entonces hay que hacerlo», añadió.

En  1990 había solo 10 megaciudades en el mundo, que ahora se han triplicado para alcanzar al número de 33 las urbes con más de 10 millones de habitantes. Se proyecta que para 2030 serán 43 las megalópolis y la mayoría se situarán en países del Sur en desarrollo.

Tokio es la ciudad más populosa del mundo con unos 37 millones de habitantes, seguida de Nueva Delhi con alrededor de 29 millones y Shanghái con 26 millones. Pero se prevé que la capital de India supere la población de la capital japonesa en 2028.

Mariam Akhtar-Schuster, copresidenta de la Interfaz Ciencia-Política de la CNLUD, dice que los países deben implementar un mecanismo integral de planificación del uso de la tierra para poder satisfacer las demandas y necesidades de los hogares y, al mismo tiempo, administrar y conservar de manera sostenible la naturaleza.[related_articles]

«Tenemos que considerar que la población urbana también tiene una demanda de leña y de madera para cocinar y como material de construcción. Todas estas necesidades están afectando los bosques», dijo la especialista de origen alemán a  IPS.

«Si se produce una expansión no regulada de las áreas urbanas, los bosques cercanos se verán dañados, pero incluso si los bosques no se talan para crear espacio para las viviendas,  son una fuente de leña para cocinar y esto puede conducir a un inmenso proceso de degradación», añadió.

Akhtar-Schuster hizo hincapié en que la reducción y degradación de los bosques es un problema de gobernabilidad ambiental,

Por ello, a su juicio, «se deben crear procedimientos y regulaciones, sobre cuanta madera se permite sacar de los bosques y cuán lejos deben establecerse los mecanismos de control de los bosques para evitar la tala ilegal y la eliminación de madera para atender la demanda diaria».

La planificación urbana también debe considerar que se necesita infraestructura para la energía, recalcó Akhtar-Schuster, para insistir en que los bosques son altamente vulnerables al uso humano y esto debe ser atendido.

«No estoy diciendo que no se deban usar los bosques, pero tienen que usarse de forma sostenible y eso significa que hay que establecer muchas regulaciones, especialmente si se produce una expansión urbana», dijo la funcionaria de la Interfaz de la CNULD.

Consideró que «se requieren años y años y años hasta que un pequeño retoño se convierta en un gran árbol y esta dimensión temporal debe considerarse en cualquier planificación”.

“Debes tener una visión de muy largo plazo si deseas administrar tus bosques de manera sostenible y siempre tendrás que verificar la condición sobre si hay un rejuvenecimiento natural de los bosques, tendrás que controlar también la estructura de la edad de los bosques próximos a las áreas urbanas para que siempre se mantenga saludable», añadió Akhtar-Schuster.

Otras situaciones que han disminuido los bosques y han cambiado para mal el uso de la tierra tienen su origen en la demanda mundial de productos básicos como el caucho o el aceite de palma.

En el tratamiento de la explotación de esos recursos se recordó especialmente en Ankara los casos de países como Indonesia y Papua Nueva Guinea, donde los gobiernos otorgaron amplias concesiones de tierras a las empresas para impulsar sus economías.

T: MF

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