La cruzada contra la educación integral en sexualidad (EIS) entablada por sectores conservadores y religiosos, socava avances en Latinoamérica y podría agravar índices de embarazos precoces, enfermedades transmisibles y abuso contra niñas y adolescentes.
En Brasil donde el ultraderechista Jair Bolsonaro llegó a la presidencia el 1 de enero, apoyado por las iglesias neopetencostales, la cruzada ya tiene sus representantes con la ministra de Familia, Mujer y Derechos Humanos, la pastora evangélica, Damara Alves, y con el teólogo Ricardo Vélez en el la cartera de Educación.
Famosa al comenzar su mandato por el anuncio de “una nueva era” en las escuelas de Brasil, en que “los niños vestirán de celeste y las niñas de rosa”, Alves, una militante contra el aborto y a favor de la familia tradicional, fue más allá de una simple preferencia cromática, al anticipar que su gestión luchara contra la “ideología de género”.
Vélez, por su parte, es un ariete contra la EIS, porque “invade un espacio privado de las familias”, en el marco de una estrategia de mayor alcance de Bolsonaro de combatir esas políticas que considera “basura marxista” instalada en las escuelas.
“Iglesias y sectores conservadores crearon una narrativa que ha llevado a una cierta histeria colectiva contra eso que denominan ideología de género y la educación sexual escolar que estaría fomentando el homosexualismo y transexualismo. Es una imagen muy poderosa que ha infiltrado corazones y mentes de gran parte de la sociedad”, señaló a IPS la socióloga brasileña Jacqueline Pitanguy.
“La creación de narrativas apoyadas en ‘fake news’ (noticias falsas) que inculcan miedo en las familias, sobretodo eso de la ideología de género y la supuesta negación de lo masculino y femenino en las escuelas, fue un importante instrumento en la campaña electoral, aumentando la presencia de conservadores en gobiernos estaduales, en el legislativo y en la presidencia”, añadió desde Río de Janeiro.
La creciente influencia de esas fuerzas de un fundamentalismo conservador es precedente a la irrupción en escena de Bolsonaro, recordó Pitanguy, de organización no gubernamental Ciudadanía, Educación, Pesquisa, Información y Acción (Cepia).
“En las últimas décadas hubo un crecimiento acelerado de iglesias evangélicas neopentecostales que constituyen un formidable grupo de presión política con significativo número de representantes en el (Poder) Legislativo federal y local, con gran influencia electoral ya que los creyentes siguen la orientación de sus pastores y obispos”, recordó.
“Con apoyo de católicos y grupos conservadores del Congreso (legislativo) ya lograron retirar género y orientación sexual de los programas educacionales”, detalló.
Un “panorama adverso” que para Pitanguy tendrá efectos negativos en la salud sexual y reproductiva de los jóvenes brasileños, como una exposición mayor a las enfermedades sexualmente transmitidas y al embarazo precoz.
En Brasil, un país con 209 millones de personas, uno de cada cinco bebés nace de una madre entre 10 y 19 años según el gubernamental Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.
La EIS también “brinda herramientas para prevenir el abuso sexual infantil y la violencia de género. Numerosas experiencias muestras como los niños y niñas pueden identificar este tipo de situaciones y solicitar ayuda a los adultos”, reforzó a IPS la médica Alma Camacho, asesora regional sobre salud sexual y reproductiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
Según el Ministerio de Salud de Brasil, de 184.524 casos de violencia de género y abuso entre 2011 y 2017, 74,2 por ciento tuvieron como víctima niñas y adolescentes.
“La ausencia de educación sexual sobre igualdad de género, derechos sexuales y reproductivos, violencia, entre otras temáticas, dificulta la construcción de relaciones más igualitarias, disminuye el protagonismo de los jóvenes en sus vidas sexuales y reproductivas”, opinó Pitanguy.
Una violación a los derechos de una mayoría, según se desprende de un sondeo en diciembre de la firma encuestadora Datafolha, que reveló que 54 por ciento de los brasileños apoya a la EIS.
A partir de 2008, cuando los ministros de Salud y Educación de América Latina y el Caribe suscribieron en México la declaración “Prevenir con Educación”, “se identifican notables avances en las legislaciones nacionales que promueven la incorporación de la EIS en el sistema educativo formal”, contextualizó Camacho desde la sede regional de UNFPA en Ciudad de Panamá.
Casi todos los países de la región, destacó, cuentan con alguna norma que apunta a ese objetivo. Algunos incluso han incorporado la EIS como política pública, entre otros, Argentina, Colombia, Cuba y Uruguay, aunque su implementación no tiene un nivel suficiente de cobertura y grado, acotó la ginecóloga y cirujana.
Para Camacho, los países muestran “debilidades” en la incorporación de la EIS como política pública. “Esto hace que esos programas sean generalmente frágiles y dependientes de las coyunturas políticas de turno. A la vez incide en que sean más permeables a la influencia de grupos conservadores”, analizó.
“Estamos atravesando un momento difícil en la región por la fuerte presencia de estos grupos que difunden ideas erróneas acerca de la EIS y ejercen presiones a los gobiernos para desalentar su implementación. Varios países que habían avanzado, muestran retrocesos o estancamientos en el desarrollo de políticas y programas”, planteó la asesora de UNFPA.
En contraposición actualmente hay “un amplio cuerpo de evidencia científica sobre los impactos positivos de la EIS” como los de contribuir a retrasar la edad de la primera relación sexual, reducir el número de parejas sexuales y estimular el uso del preservativo y otros anticonceptivos, explicó.
En la región, cuatro de cada cinco embarazos de madres de entre 15 y 19 años no son planificados, según el informe Estado de la Población Mundial, publicado por UNFPA en 2018, lo que agrava los índices de mortalidad materna.
En México, con 129 millones de personas, anualmente hay 350.000 embarazos de niñas y adolescentes, más de la mitad no deseados, señala la Federación Internacional de Planificación de la Familia.
El país, donde 23 por ciento de las adolescentes de 12 a 19 años ya inició su vida sexual según estudios oficiales, cuenta desde 2015 con una Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes, que contempla la EIS y que en 2016 llegaba a 70,6 por ciento de los matriculados.
Sin embargo, “la mayoría se concentra en educación secundaria”, puntualizó Valeria Vásquez, de EligeMéxico, una red de jóvenes por los derechos sexuales y reproductivos, en un país al que organismos internacionales sitúan como de mayor incidencia mundial en abuso sexual infantil.
Tampoco están claros sus impactos. “El fenómeno es complejo y la visión integral es un gran avance pero también implica ser más rigurosos en su implementación y sobre todo, en su evaluación”, señaló a IPS desde Ciudad de México.
Al segundo país latinoamericano en población y extensión, llegó un mes antes que a Brasil un nuevo presidente, esta vez de izquierda, Andrés Manuel López Obrador, que ha prometido una gran reforma educativa, donde la profundización de la EIS debería estar incorporada.
Pero Vásquez teme que la alianza legislativa del partido gobernante, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), con el centroderechista Partido de Encuentro Social, obstaculice su promesa electoral de avanzar en la EIS y de colocar la reducción del embarazo adolescente como una de las grandes prioridades.
“Lo que más preocupa es la ambigüedad de sus posicionamientos ante estos temas”, con respuestas como “se pondrá en consulta” de los nuevos funcionarios, enfatizó, en un país donde la iglesia Católica ha impuesto graves retrocesos conservadores en temas como el derecho al aborto.
Pero algo positivo, a su juicio, es que “se están abriendo cada vez más espacios de discusión sobre estos temas. Ya sea por la presión de la sociedad civil organizada, o por la llegada de personas a estos espacios con ideas afines a las luchas sociales”, dijo la especialista mexicana.
Para Pitanguy, en el caso de Brasil, “hubo una demora e ineficiencia de los sectores progresistas en responder a este avance conservador” y en contraponer otra “narrativa sobre moral y costumbres” en el país, gobernado por el izquierdista Partido de los Trabajadores entre 2003 y 2016.
Hay que “considerar la complejidad de esta situación sociopolítica y cultural y ampliar los esfuerzos para defender los espacios ganados en materia de EIS”, renovando entre otras, estrategias de incidencia y comunicación y repensando alianzas, concluyó Camacho, la especialista regional.
Edición: Estrella Gutiérrez