La revista de los asentamientos precarios argentinos, bajo amenaza

Una de las sedes en Buenos Aires de La Poderosa, la organización social que edita la revista La Garganta Poderosa y tiene desde comedores populares hasta locales donde enseña oficios a los adultos y da talleres de apoyo a niños y adolescentes en decenas de villas (asentamientos precarios) de la capital y el resto de Argentina. Crédito: Daniel Gutman/IPS
Una de las sedes en Buenos Aires de La Poderosa, la organización social que edita la revista La Garganta Poderosa y tiene desde comedores populares hasta locales donde enseña oficios a los adultos y da talleres de apoyo a niños y adolescentes en decenas de villas (asentamientos precarios) de la capital y el resto de Argentina. Crédito: Daniel Gutman/IPS

Entre los pasillos estrechos y oscuros de la Villa 21, a solo 30 minutos en bus del centro de la capital argentina, viven en la pobreza más de 50.000 personas. Allí nació en 2010 La Garganta Poderosa, la revista que dio una voz propia a los “villeros” y cuyos integrantes hoy se sienten bajo amenaza.

“Difícilmente un villero llega a los medios en Argentina. Para los demás somos los que no queremos trabajar. O somos peligrosos. La Garganta Poderosa es el grito que nos sale del alma”, dice Marcos Basualdo, en una de las sedes de la organización, un local angosto de piso de cemento y paredes sin pintar, donde el único mueble es un viejo armario metálico que guarda ejemplares de la revista.

Basualdo, un joven de 28 años, cuenta que fue después que su casa fue destruida por un incendio, en 2015, cuando se integró a La Poderosa, la organización social que creó la revista, y que está integrada por 79 asambleas vecinales de villas de todo el país.

Villa es el nombre con que se denomina en Argentina a los asentamientos informales, precarios y en general hacinados.

De aquel momento, Basualdo recuerda a IPS que “personas de distintos partidos políticos me preguntaron qué necesitaba, pero nadie me dio nada”.

“Entonces la gente de La Poderosa me acercó ropa, frazadas (mantas), comida, sin pedirme nada a cambio. Ahí quise sumarme a una organización autogestionada, que sirve para que nos ayudemos unos a otros y nos demos cuenta de que podemos”, detalla.

La Villa 21, la más grande de Buenos Aires, está al sur de la ciudad, a orillas del Riachuelo, un curso de agua contaminado desde hace al menos dos siglos, definido hace poco como una “cloaca a cielo abierto” por el Ministerio de Ambiente, que no cumple con una sentencia de la Corte Suprema de Justicia que lo condenó a limpiarlo.

Las pequeñas viviendas de paredes de ladrillos y otros materiales sin recubrir se enciman unas a otras y las familias no tienen servicios básicos y tampoco privacidad.

Al recorrerla, se pueden ver escenas inimaginables en otros lugares de la capital argentina, como un agente de la Prefectura –la fuerza de seguridad que custodia la zona- haciendo exhibición de un arma larga aunque no exista ningún peligro a la vista.

En todo el país, las villas no han dejado de crecer durante las últimas décadas. Relevamientos oficiales y de organizaciones sociales revelan que al menos tres de los 44 millones habitantes de este país sudamericano vive en villas, sin acceso a servicios básicos, lo que significa aproximadamente 10 por ciento de la población urbana.

En este pasillo de la Villa 21, un barrio precario de la capital de Argentina, está la vivienda donde en 2013, en un tiroteo entre bandas de narcotraficantes, murió de un balazo en la cabeza Kevin Molina, un niño de 9 años, mientras las fuerzas de seguridad prefirieron no intervenir, según las denuncias. Crédito: Daniel Gutman/IPS
En este pasillo de la Villa 21, un barrio precario de la capital de Argentina, está la vivienda donde en 2013, en un tiroteo entre bandas de narcotraficantes, murió de un balazo en la cabeza Kevin Molina, un niño de 9 años, mientras las fuerzas de seguridad prefirieron no intervenir, según las denuncias. Crédito: Daniel Gutman/IPS

La Garganta Poderosa, cuyo consejo de redacción está compuesto por “todos los vecinos de todas las asambleas” de la villas, también creció, tanto en su edición mensual impresa como en su activa participación en redes sociales y otros proyectos, como un libro, secciones radiales, videos y una película.

Ha entrevistado a políticos como los expresidentes Dilma Rouseff (Brasil) y José Mujica (Uruguay) o a astros del deporte como Lionel Messi y Diego Maradona y se instaló como un referente cultural en la Argentina, con sus características portadas donde los rostros de los protagonistas suelen aparecer dando un grito.

Con su escritura sonora, en un lenguaje más propio de la comunicación oral que escrita y lleno de modismos propios de la manera de hablar en las villas, su periodismo es reconocido internacionalmente y se estudia como ejemplo de comunicación alternativa en algunas universidades locales.

Su trabajo, como medio de expresión creativa y pacífica de una comunidad que vive inmersa en un entorno hostil, fue destacado incluso por el relator especial contra la Tortura de las Naciones Unidas, Nils Melzer, quien visitó la villa en abril.

Sin embargo, recientemente, luego de que denunciara abusos y detenciones arbitrarias cometidos por fuerza de seguridad en la Villa 21, el gobierno la señaló como cómplice del narcotráfico.

El 7 de este mes, todos los medios de comunicación fueron convocados por correo electrónico a una conferencia de prensa en el Ministerio de Seguridad de la Nación, “para desenmascarar la mentira de La Garganta Poderosa”.

Activistas de La Poderosa, en la avenida Iriarte, la principal de la Villa 21 de Buenos Aires, el 1 de junio, al partir hacia el Palacio de Tribunales para seguir un juicio contra seis miembros de fuerzas de seguridad por denunciadas torturas contra dos adolescentes de este asentamiento popular. Crédito: Cortesía de La Garganta Poderosa
Activistas de La Poderosa, en la avenida Iriarte, la principal de la Villa 21 de Buenos Aires, el 1 de junio, al partir hacia el Palacio de Tribunales para seguir un juicio contra seis miembros de fuerzas de seguridad por denunciadas torturas contra dos adolescentes de este asentamiento popular. Crédito: Cortesía de La Garganta Poderosa

Al día siguiente, la ministra Patricia Bullrich afirmó que la revista y la organización social que la sostiene buscan “liberar al barrio para que no esté controlado por el Estado legal sino por el Estado ilegal”.

“Es un mensaje que habilita la violencia contra nosotros. La ministra mostró imágenes de nuestro principal referente, Nacho Levy, y desde ese día ha recibido amenazas”, afirma a IPS una de las integrantes de La Poderosa, quien pide su anonimato por seguridad.

A pocos minutos de caminata del local de La Poderosa está la casa donde en 2013 fue muerto de un balazo en la cabeza Kevin Molina, un niño de 9 años, que, adentro de su casa, recibió un balazo en la cabeza durante un tiroteo entre dos bandas de narcotraficantes.

“Los vecinos llamaron a la Prefectura, pero los agentes no quisieron intervenir y dijeron que buscarían los cadáveres al día siguiente”, dice la activista de La Poderosa.

Es en las últimas semanas, sin embargo, cuando la situación está más tensa.

La acusación de la ministra Bullrich fue una respuesta a la repercusión que generó la detención del fotógrafo de La Garganta Poderosa, Roque Azcurriare, junto a su cuñado. Ocurrió en la noche del sábado 26 de mayo y solo los liberaron dos días más tarde.

Lucy Mercado y Marcos Basualdo, dos integrantes de la organización social de La Poderosa, posan delante de un mural en la Villa 21, un barrio precario de Buenos Aires, que homenajea a Marielle Franco, la política y activista de derechos humanos brasileña que fue asesinada en marzo en Río de Janeiro. Crédito: Daniel Gutman/IPS
Lucy Mercado y Marcos Basualdo, dos integrantes de la organización social de La Poderosa, posan delante de un mural en la Villa 21, un barrio precario de Buenos Aires, que homenajea a Marielle Franco, la política y activista de derechos humanos brasileña que fue asesinada en marzo en Río de Janeiro. Crédito: Daniel Gutman/IPS

Azcurriare intentó filmar con su teléfono celular el ingreso de agentes de la Prefectura a su casa, que está ubicada al fondo de un pasillo de pocos metros que nace en la casa de Iván Navarro, un adolescente que pocos días antes había realizado una estremecedora declaración contra agentes de la Prefectura en un juicio oral y público por malos tratos.

Navarro contó que, una noche de septiembre de 2016, él y un amigo, Ezequiel, fueron detenidos sin motivo en una calle de la villa, que los agentes los golpearon, amenazaron con matarlos, los desnudaron, quisieron obligarlos a tirarse al Riachuelo y finalmente les ordenaron correr para salvar su vida.

Por esa causa, impulsada por La Poderosa, están actualmente en prisión preventiva seis agentes de la Prefectura y se espera que la sentencia se conozca en las próximas semanas.[related_articles]

“A Iván Navarro lo detuvieron porque iba con una linda campera (chaqueta deportiva). Siempre es así aquí en la villa. Cuando una persona lleva unas zapatillas de marca, los agentes nunca piensan que las compró gracias a su trabajo, sino que son robadas”, dice Lucy Mercado, una mujer de 40 años nacida en Ciudad del Este, en la Triple Frontera entre Paraguay, Brasil y Argentina, y quien vive en Villa 21 desde niña.

“No es casualidad que esto esté pasando ahora. Ya en abril habíamos hecho seis denuncias por tortura contra la Prefectura. Y este juicio oral importantísimo. Nunca en la historia de nuestra organización habíamos logrado algo así”, contó a IPS otro activista de La Poderosa que también pidió no ser identificado.

La detención de Azcurriare le dio más visibilidad en Argentina al juicio contra los seis agentes de la Prefectura, al punto que el 1 de junio hubo una marcha desde la Villa 21 al Palacio de Tribunales, en la que participaron cientos de integrantes de organizaciones de derechos humanos.

“Ya no callamos porque no se trata del hostigamiento a un carismático reportero, sino del sometimiento sistemático a todo el pueblo villero”, dijo entonces la voz colectiva de La Garganta Poderosa a través de sus cuentas en redes sociales.

Edición: Estrella Gutiérrez

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