Las expresiones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, contra México empiezan a permear la recién iniciada campaña presidencial de este país latinoamericano, al obligar a los candidatos a pronunciarse al respecto.
En la más reciente de sus comentarios coléricos, el magnate republicano exigió el domingo 1 a México en un mensaje por Twitter que controle la migración indocumentada y el tráfico de drogas, so pena de ponerle fin al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), suscrito entre los dos vecinos y Canadá y cuya renegociación, iniciada el pasado agosto, afronta días cruciales.
“Después de las declaraciones de Trump todo está en el aire. Vamos a ver un ir y venir de declaraciones de las partes negociadoras y los candidatos. Cualquier signo de tener cualquier cosa en común con Trump es suicidio político para los candidatos”, dijo Manuel Pérez Rocha, investigador asociado del estadounidense Instituto para el Estudio de Políticas.[pullquote]3[/pullquote]
El experto, cuya organización tiene su sede en Washington, resaltó a IPS que “lo importante es seguir analizando las propuestas de los candidatos y ver cómo se posicionan frente al TLCAN”.
La octava, y presumiblemente la última, ronda de negociaciones está programada para comenzar el día 8 en Washington y cerrar el proceso el día 16, para dejar el pulir el texto y los detalles del nuevo tratado.
Luego de las siete rondas previas, los avances divulgados por los tres socios son escasos, en unas negociaciones marcadas por la rispidez de las posturas y su confidencialidad.
De los 30 capítulos que se discuten en otras tantas mesas, los equipos negociadores ya concluyeron los de buenas prácticas regulatorias, transparencia, medidas sanitarias y fitosanitarias, así como los de pequeñas y medianas empresas, competencia y anticorrupción.
Las prioridades de Estados Unidos incluyen nuevas medidas fitosanitarias, mayor protección de la propiedad intelectual, medidas laborales y ambientales y la posible eliminación del capítulo de resolución de controversias, que instituye paneles especiales para abordar prácticas comerciales abusivas.
Mientras, México se enfoca principalmente en los temas de energía, comercio digital y pequeñas y medianas empresas.
Canadá, por su parte, prioriza la inclusión de estándares laborales, ambientales y de género, mayor flujo migratorio, pueblos indígenas, la revisión del mecanismo de resolución de diferencias, un mercado de compras gubernamentales más abierto y salarios más altos.
La renegociación del tratado, vigente desde 1994, abarca también temas no incluidos en el texto original, como el mismo de energía, así como el comercio electrónico y las actividades digitales.
El replanteamiento del acuerdo la impuso Trump, quien lo incluyó como una prioridad en la campaña que lo llevó a la Casa Blanca en enero de 2017.
El TLCAN y sobre todo los exabruptos de Trump sobre México y los mexicanos han empezado a aparecer en la campaña para las elecciones presidenciales del 1 de julio, aunque solo el favorito en los sondeos lo haya abordado explícitamente.
Andrés López Obrador, abanderado de la coalición “Juntos Haremos Historia” dijo el domingo 1 que “no vamos a descartar la posibilidad de convencer a Donald Trump de su equivocada política exterior y en particular de su despectiva actitud contra los mexicanos, vamos a ser muy respetuosos del gobierno de Estados Unidos, pero vamos a exigir también respeto para los mexicanos”.
El tres veces candidato a la presidencia mexicana manifestó su apoyo al TLCAN, pero aclaró que “sería conveniente firmar acuerdos después del 1 de julio”, cuando espera conquistar finalmente la jefatura del Estado al frente de una alianza de los izquierdistas Movimiento Regeneración Nacional y Partido del Trabajo, junto con el conservador Encuentro Social.
Quien no se ha referido a la renegociación es el segundo en liza según las encuestas, Ricardo Anaya, candidato de la Coalición por México al Frente, conformada por el derechista Partido Acción Nacional y el centrista Partido de la Revolución Democrática y el centroderechista Movimiento Ciudadano.
Igualmente, el candidato oficialista José Meade, al frente del bloque del conservador Partido Revolucionario Institucional, el Verde y Nueva Alianza, no mencionó el TLCAN ni a Trump en lo que va de campaña.
En lo que han coincidido los aspirantes a gobernar el país desde el 1 de diciembre por seis años es en soslayar la propalada promesa de Trump de construir un muro fronterizo entre los dos países.
“México tiene que levantarse de las negociaciones para reformar el tratado y esperar a que un nuevo gobierno se haga cargo del proceso. No es posible tolerar tanto insulto y amenazas de Trump”, planteó a IPS el académico Alberto Arroyo, miembro de la coalición no gubernamental México Mejor sin TLCs.
La manufactura automotriz, la maquila –zona libre de impuestos para la producción y ensamblaje textil o de maquinaria y electrodomésticos, destinados a la reexportación-, la agroexportación y los servicios financieros figuran entre los sectores ganadores de los 24 años de liberalización comercial con sus dos socios.
Entre los mayores perdedores, los especialistas académicos y activistas de los sectores afectados, figuran el sector alimentario en general y en particular la pequeña agricultura, incluida la tradicional del maíz y el frijol, parte de la dieta básica mexicana.
Por ende, el TLCAN impulsó la dependencia comercial de México con su vecino, con quien el intercambio equivale a más de 80 por ciento de sus ventas externas totales.
En consecuencia, las importaciones de Estados Unidos pasaron de 151.000 millones de dólares en 1993 a 614.000 millones en 2017, para un salto de 307 por ciento. Mientras, sus exportaciones crecieron de 142.000 millones a 525.000 millones, en una subida de 270 por ciento.
“Cualquier interrupción de la relación económica podría tener efectos adversos sobre la inversión, la productividad y la competitividad norteamericana”, señala el estudio “La renegociación y modernización del TLCAN”, elaborado por el Servicio de Investigación Legislativa (CRS, en inglés) del Congreso estadounidense.[related_articles]
Añade el informe publicado en febrero que “adicionalmente, Canadá y México podrían considerar la imposición de tarifas en represalia sobre las exportaciones de su vecino si éste se retirase del tratado”.
Estados Unidos reportó en 2017 un déficit comercial de 89.600 millones de dólares con sus dos socios, en comparación con 9.100 millones en 1993.
“No está claro cómo la administración Trump espera reducir el déficit comercial a través de la renegociación”, destaca el análisis.
En otra de sus acometidas, Trump amenazó a sus socios con imponer tarifas extraordinarias a la entrada de acero y aluminio si no había “una renegociación favorable” del tratado, en beneficio de su país.
Para Pérez Rocha, los mexicanos celebrarían el fin del TLCAN por ser “un destructor neto de empleos, por permitir que las empresas transnacionales devasten el ambiente”.
Añadió que, a su juicio, la mayoría de los 123 millones de mexicanos apoyarían el fin del tratado “por destruir los medios de vida de millones en el área rural, por ser instrumento de las corporaciones para revertir políticas sanitarias y ambientales, así como provocar que México sea el país latinoamericano con más obesos”.
El especialista propuso la postergación de la renegociación para la nueva administración, porque “este gobierno ha sido incapaz de velar por intereses de los mexicanos. Se necesita una vuelta a la sociedad, una nueva manera de interactuar con todos los sectores sociales”.
Por su parte, Arroyo, quien prepara un estudio sobre el impacto del TLCAN sobre la economía mexicana, se pronunció por un tratado que respete “los derechos humanos, económicos, sociales, culturales y ambientales, la soberanía nacional de cada país y un verdadero desarrollo económico”.
El informe del CRS concluye en que la perspectiva de la renegociación es “incierta”.
Hoy por hoy, Estados Unidos y México se parecen cada vez más a lo que el periodista inglés Alan Riding alguna vez describió como “vecinos distantes”.
Edición: Estrella Gutiérrez