Este año comenzó en Cuba entre conjeturas sobre el rumbo de las relaciones con Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump, y al finalizar nadie duda de que el deshielo bilateral se congeló y se alejan las esperanzas de vivir en un país sin conflicto con el vecino del norte.
Puestos a pensar sobre lo bueno y lo malo para Cuba durante 2017, muchas personas coincidieron ante IPS en que lo peor ha sido la llegada de Trump a la Casa Blanca y el retroceso en los vínculos diplomáticos entre La Habana y Washington, reanudados en 2015, tras el acercamiento iniciado el 17 de diciembre de 2014, con Barack Obama (2009-2017).
“Había una expectativa de avance positivo, se sabía que el camino era difícil y lento de recorrer, pero se abrió una esperanza de entendimiento que Trump cerró”, dijo la profesora universitaria Reina Fleitas.
En su opinión, la política del republicano mandatario estadounidense hacia Cuba es negativa tanto para la reunificación y las comunicaciones familiares, como para el desarrollo del país.
“Todas las decisiones de Trump respecto a Cuba” integran “la peor noticia” de este año, recalcó, a su vez, el escritor y periodista Rafael Grillo.
En tanto, Pedro Ramírez abundó en que “el estancamiento y empeoramiento” de las relaciones con Estados Unidos “perjudica de manera transversal, y directa, a toda la sociedad cubana, particularmente al débil sector cuentapropista”.
Aunque crítico con la gestión de Obama hacia este país insular caribeño, por quedarse a medias, el economista e investigador Esteban Morales considera que el triunfo de Trump frustró la continuidad de una política que “tal vez” el anterior mandatario esperaba de la también demócrata Hilary Clinton si resultaba electa.
“Trump adoptó su política hacia Cuba dentro de un contexto que le ha permitido continuar presionando a este país”, señaló.
El presidente escogió Miami y un público especialmente adverso al gobierno de Raúl Castro para anunciar el 16 de junio su retorno a la guerra fría en los vínculos con Cuba.
“Estoy cancelando todo el acuerdo bilateral del último gobierno (de Obama). Estoy anunciando una nueva política”, señaló antes de recalcar que esa fue su promesa de campaña.
El cambio se traduce en un reforzamiento del embargo de más de medio siglo de Washington contra La Habana.
Por disposiciones y regulaciones emitidas el 8 de noviembre por los departamentos de Estado, Tesoro y Comercio, empresas y viajeros de Estados Unidos tienen prohibido cualquier tipo de transacciones con unas 180 entidades cubanas que la nación norteña considera relacionadas con instituciones militares de Cuba.
La directora general para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores, Josefina Vidal, replicó de inmediato que esta lista de empresas “restringidas” es “arbitraria, integrada por una diversidad de entidades cubanas supuestamente vinculadas, de manera infundada, al sector de la defensa y la seguridad nacional”.
El escritor y periodista Leonardo Padura agregó entre las malas noticias la decisión de Obama de despedirse con la cancelación de “los privilegios migratorios de los cubanos”.
Con esa medida, acordada con las autoridades cubanas, puso fin a la política de pies secos/pies mojados, que daba a inmigrantes cubanos un trato preferencial para obtener la residencia y otros beneficios.
El 12 de enero, ocho días antes de culminar su mandato, Obama dio además por terminado el Programa de Parole de Médicos Cubanos, destinado a recibir a esos profesionales que abandonasen sus misiones oficiales en terceros países.
Con esas medidas, Obama explicó que los migrantes locales pasaban a tener igual trato que “los migrantes de otros países».
Acusaciones no probadas y rechazadas por Cuba de supuestos ataques acústicos que según Washington afectaron la salud de diplomáticos estadounidenses y sus familiares en La Habana, agravaron en el segundo semestre del año las tensiones bilaterales, con especial impacto en la emigración cubana hacia el vecino.
Bajo la justificación de que «Cuba no tomó las medidas apropiadas para proteger” a sus diplomáticos, Washington retiró el 29 de septiembre a 60 por ciento de sus funcionarios en esta capital, redujo la actividad consular a emergencias y emitió un alerta de riesgo contra los viajes de ciudadanos estadounidenses a Cuba.
El 3 de octubre, la administración estadounidense exigió a La Habana retirar de su embajada a 15 diplomáticos encargados de las áreas consular y comercial.
A esta decisión siguió la suspensión del proceso de visados en su sede diplomática en La Habana y se anunció que la tramitación de esos documentos se trasladaba a su embajada en Colombia, en el caso de los inmigrantes.
La buena noticia para estas personas es que ya se están transfiriendo desde Washington las aplicaciones a visas de inmigrantes de Cuba en la embajada de Estados Unidos en Bogotá.
Los aspirantes a este tipo de visados “están comenzando a recibir notificaciones de entrevistas programadas”, confirmó a IPS un funcionario del Departamento de Estado, vía correo electrónico.
“Se espera que las primeras citas regulares se concreten en enero próximo”, agregó.
A su vez, un vocero de la embajada de Colombia ante La Habana comentó a IPS que este proceso comenzó a fines de noviembre, en el cual los solicitantes reciben “una carta de invitación” de la sede diplomática estadounidense en la capital colombiana que los habilita para solicitar el visado colombiano y viajar a ese país.
Las solicitudes de no inmigrantes, para visitas temporales, familiares u otros motivos se pueden gestionar en la embajada estadounidense de cualquier país, lo que obviamente elevará los costos “ya de por sí altos”.
Así lo habían previsto en su momento analistas como Carlos Alzugaray, quien consideró que las medidas de Washington tendrían un impacto muy perjudicial en los acuerdos migratorios.[related_articles]
En la última revisión bilateral de esos convenios, vigentes desde 1994 y 1995, la delegación cubana alertó nuevamente sobre el impacto negativo de la suspensión del otorgamiento de visas en el consulado de los Estados Unidos en La Habana.
Eso, planteó, “obstaculiza seriamente las relaciones familiares y los intercambios de todo tipo entre ambos pueblos”.
Durante esta reunión, celebrada en Washington el 11 de diciembre, los representantes de Cuba instaron al gobierno de Estados Unidos a cumplir su obligación de emitir no menos de 20.000 documentos de viaje anuales a ciudadanos cubanos para emigrar a ese país.
Además, reiteraron la disposición de dar continuidad a estas rondas migratorias que se efectúan cada seis meses.
En la ocasión, ambas delegaciones coincidieron en que tras la eliminación de la política de “pies secos-pies mojados” y del “Programa de Parole para Profesionales Médicos Cubanos” disminuyó la emigración irregular de Cuba hacia Estados Unidos.
Al respecto, se conoció que las aprehensiones de migrantes cubanos en los puertos de entrada de Estados Unidos disminuyeron en 64 por ciento desde el año fiscal 2016 al 2017, y las interdicciones marítimas se redujeron en 71 por ciento.
Según el Departamento de Estado, Washington sí cumplió en el año fiscal 2017 el plan de 20.000 visas anuales para cubanos.
Editado por Estrella Gutiérrez