“Entre los siete y ocho años, a esa edad empecé a migrar a México”, recuerda Yeison Orozco, un guatemalteco de 24 años oriundo de San Pedro Sacatepéquez, en el departamento de San Marcos. El joven se vinculó al mundo de la comercialización de hortalizas y verduras desde niño. Viajaba los fines de semana unos 90 kilómetros desde su localidad.
“El proceso de ventas nos llevaba entre 10 y 12 horas, en un día. Era muy sacrificado. Yo acompañaba a mi mamá a vender a Tapachula, en México, porque allá la verdura se vendía más cara que en Guatemala. Se ganaba casi cinco veces más por cada unidad vendida. Deja mucha rentabilidad, pero la calidad de vida es mala” comenta Yeison, quien al cumplir sus 16 años dejó esta ocupación.
Ofilia Marisela Orozco, de 40 años, es la madre de Yeison, recuerda los motivos de la migración de ella y su hijo: “Hace 22 años que empecé a viajar al Sur de México, a Tapachula, por necesidad económica. Yeison tenía unos tres años cuando viajé por primera vez. Él era mi primogénito y yo no tenía quién me lo cuidara así que lo llevé conmigo”.
Los Orozco, al igual que muchos marquenses de municipios fronterizos, se trasladaban a México con un permiso temporal y se dedicaban a la comercialización y venta de verduras y hortalizas. Son migrantes transfronterizos, es decir, trabajadores migratorios que conservan su residencia habitual en un Estado vecino al que normalmente regresan. Las actividades a las que normalmente se dedican este tipo de migrantes son: agricultura, comercio o servicios.
Si se habla de migración transfronteriza, los departamentos de San Marcos y Huehuetenango son los lugares de origen más frecuentes de este tipo de migrantes y su destino por excelencia es la frontera sur de México.
La población de migrantes transfronterizos de San Marcos y Huehuetenango representa casi 80 por ciento del flujo total, según datos de la “Encesta sobre Migración en la Frontera Sur de México -reporte trimestral de resultados julio-septiembre 2016- (EMIF)”, publicado por distintas instituciones mexicanas.
Según la EMIF 2017, entre 2005 y 2015 el flujo de migrantes transfronterizos guatemaltecos hacia México se ha casi duplicado (de 366.000 en 2005 a 725.000 en 2015). El flujo de migrantes transfronterizos que permanece 24 horas o menos se dedica a servicios y comercio (unos 142.000), de los cuales 30 por ciento son mujeres.
La migración transfronteriza se convirtió en una realidad rutinaria para Yeison quien, al cumplir 16 años, reflexionó sobre el tipo de futuro que deseaba para sí mismo y así decidió que era hora de optar por otro camino y hacer un esfuerzo consciente para encaminar su vida hacia un futuro más próspero.
“Decidí ponerme a estudiar más en serio y así terminar mis estudios. Mientras estudiaba, conseguí trabajo en una panadería local en la que laboró por tres años,” cuenta, con su voz firme pincelando los recuerdos de esfuerzos de antaño.
Durante su jornada, que iniciaba a las tres de la mañana y finalizaba a las 10 de la noche, intercalaba el trabajo con los estudios. Con un aplicado esfuerzo e incansable dedicación logró entrar a la universidad estatal y se graduó de técnico en producción agrícola, lo cual le abrió las puertas para optar a su trabajo actual.
“Ahora trabajo como técnico encargado de la Ventanilla Única Municipal de Empleo (VUME) que tiene un énfasis en el tema juventud rural” indica el joven.
Esta ventanilla, ubicada en Tejutla, San Marcos, por su enfoque rural es diferente al resto de ventanillas que promueve el Ministerio de Trabajo (MINTRAB).
Es un proyecto piloto en el que están involucrados la alcaldía municipal, el Ministerio de Trabajo (MINTRAB) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), a través de su Programa Enfoque Integrado de País (ICA) para la Promoción del Empleo Rural Decente en Guatemala.
El MINTRAB ha implementado un total de 22 ventanillas en todo el país que tienen como objetivo la desconcentración de los servicios públicos de empleo del ministerio.
El proyecto piloto de la VUME implementada en Tejutla ofrece a la población rural dos tipos de servicios: la intermediación laboral (vincular empleadores y jóvenes que buscan empleo) y la promoción del autoempleo y fomento de emprendimientos en zonas rurales, esto último es lo que la hace distinta.
Ventanilla con enfoque rural
En el departamento de San Marcos siete de cada 10 personas se encuentran en el área rural. La mitad de su población juvenil se encuentra laborando y más de 60 por ciento se encuentra en el sector agrícola.
Según recomendaciones recogidas en el “Diagnóstico para la formulación de políticas activas de empleo con enfoque en la ocupación rural juvenil” en cinco municipios de San Marcos, es de suma importancia estructurar un modelo de intervención a la población juvenil rural en el sector agrícola y de transformación para generar valor agregado a su actividades productivas.
Walter Rodolfo Morales, de 23 años, vive en la aldea Agua Tibia, Tejutla, San Marcos. “Yo me aboqué a la VUME para obtener empleo, pero en cambio, encontré algo muy distinto” comenta el joven risueño y trabajador.
“La VUME nos ha apoyado con capacitaciones enfocadas en el fortalecimiento de capacidades administrativas y mercadeo, y en algunos casos, nos facilitan algunos insumos” cuenta Walter, apuntando hacia uno de sus campos de producción de zanahoria y papa.
El técnico de la VUME de Tejutla, Yeison, visita regularmente a jóvenes como Walter, como parte del seguimiento a los proyectos de emprendimiento y autoempleo se capacita a los emprendedores en temas financieros, administrativos, nuevas tecnologías, buenas prácticas agrícolas.
Otro tipo de servicio que ofrece la VUME de Tejutla relacionado a la promoción del autoempleo y fomento de emprendimientos en zonas rurales – en alianza con Instituto Técnico de Capacitación y Productividad (INTECAP)– es la formación para el trabajo por medio de capacitaciones en áreas como: repostería, herrería, panadería, electricidad entre otras.
Y por último, pero no menos importante, brinda apoyo a jóvenes rurales en intermediación financiera (vinculación con cooperativas, capital semilla, entidades financieras o proyectos, entre otros) y alianzas interinstitucionales.
Una de estas alianzas es con la Asociación de Desarrollo Integral de Jóvenes Emprendedores (ADIJE), a cuyos socios el proyecto ICA facilita insumos a las ideas de negocios por medio de capital semilla.
“Mi comunidad se llama Buena Vista El Rosario, aquí se producen diferentes verduras: col de Bruselas, zanahoria, papa, arveja dulce, entre otras más. La producción de col les cambió la vida a muchas personas, pues es una fuente de ingresos ya que es exportada en otros países”, indica Gladis Bámaca Gómez, de 21 años de edad.
La joven se inscribió en la VUME de Tejutla y fue electa para participar en el proyecto “La Factoría del emprendimiento y la micro, pequeña y mediana empresa”, que ha ya formado y capacitado a más de 75 jóvenes del altiplano del país.
“Me han capacitado en la gestión de proyectos. Ahora estoy gestionando el proyecto para maquilado de mini vegetales para mi comunidad” comenta con emoción la muchacha. Buena Vista El Rosario ya cuenta con el centro de acopio y grupos de productores con sistemas de mini riego, por tanto, pueden producir durante todo el año.
“La agricultura es algo bueno. Nuestros padres nos han enseñado y los jóvenes podemos mejorar la producción con (una) nueva visión y nuevos conocimientos. En nuestro país hay falta de oportunidades y pensamos que emigrar es la solución, (pero) a veces estamos equivocados pues también tenemos oportunidades aquí,” comenta firmemente Gladis.
Ella, cuando tenía cuatro años, se separó de su padre que migró hacia Estados Unidos. Con el paso del tiempo, su padre, Cipriano Bámaca, regresó y ahora produce hortalizas para su exportación, al igual que muchas familias de su comunidad.
Desde su inauguración en marzo de 2017, la ventanilla única municipal de VUME ubicada en Tejutla con enfoque rural ha apoyado y atendido a un total de 450 jóvenes rurales con sus diferentes servicios.
“Trabajo con alegría, aunque hay que adentrarse a las lejanas comunidades para apoyar a los y las jóvenes. Me llena mucho ayudar acompañar a los jóvenes” relata Yeison, quien está próximo a graduarse de ingeniería en agronomía. Será el primer universitario de su familia.
Concluye Yeison con una reflexión sobre la importancia de apoyar a los jóvenes rurales: “Somos dinámicos, trabajadores, luchadores, llenos de esperanza y apasionados. En 10 o 15 años estaremos al frente de empresas, proyectos, puestos públicos, etcétera. La sostenibilidad de cualquier proceso va de la mano [de] la juventud. Los jóvenes somos el hoy y somos el futuro”.
Este artículo fue publicado originalmente por la Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe. IPS lo distribuye por un acuerdo especial de difusión con esta oficina regional de la FAO
Revisado por Estrella Gutiérrez