Desastres de menor escala pero mayor frecuencia generan hasta la mitad de las pérdidas humanas producto de desastres en América Latina y el Caribe entre 1990 y 2014, señaló este lunes 6 la FAO.
Según un documento de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y UNISDR-Américas, elaborado para servir como base para una estrategia regional de gestión de riesgos para el sector agrícola de América Latina y el Caribe, en la región ha ocurrido un incremento en las pérdidas asociadas con desastres de pequeña escala, conocidos como “fenómenos extensivos”.
Se trata de eventos de pequeña escala pero alta frecuencia que generan menores pérdidas de vidas (menos de 25 víctimas fatales) y daños a la infraestructura (menos de 300 viviendas destruidas), por lo cual pasan comúnmente pasan desapercibidos en la opinión pública.
Los fenómenos intensivos, en cambio, son aquellos que causan impactos mayores y comúnmente atraen atención mediática, generando una reacción de la comunidad humanitaria.
Entre 1990 y 2014, por cada evento intensivo hubo 177 eventos extensivos. De manera acumulada, estos “desastres silenciosos” generaron más de la mitad de pérdidas humanas: 22.400 personas. Más de 90 por ciento de las personas que se vieron afectadas por desastres en dicho periodo, lo fueron por eventos extensivos: un total de 115 millones de personas.
“Este tipo de desastres socavan la capacidad de recuperación de las personas y de los sistemas agrícolas, incrementando su vulnerabilidad con cada nuevo golpe”, explicó Anna Ricoy, oficial de Gestión de Riesgo de la FAO.
La región construye su estrategia de gestión del riesgo
Como parte de su plan de erradicación del hambre – Plan SAN CELAC– los países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños solicitaron apoyo a la FAO para construir una estrategia regional de gestión de riesgo de desastres para el sector agrícola y la seguridad alimentaria y nutricional.
Desde el 7 al 9 de marzo, expertos regionales, ministros y autoridades gubernamentales trabajarán para sentar las bases de esta estrategia durante un evento paralelo en la V Plataforma Regional para la Reducción del Riesgo de Desastres en las Américas que se lleva a cabo en Montreal, Canadá.
“Es fundamental vincular la gestión del riesgo con la erradicación del hambre”, explicó Ricoy, quien agregó que la estrategia regional estará en línea con el principal acuerdo de políticas de esta naturaleza a nivel global, el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030.
Clima y cambio climático: la principal amenaza
Los desastres vinculados al clima son los que más afectan hoy en día a la región, totalizando 70 por ciento de las emergencias.
Se prevé que el cambio climático incrementará la variabilidad climática y la frecuencia y magnitud de los eventos extremos y según el Índice de riesgo climático global, 5 de los 10 países con mayor riesgo son de América Latina y el Caribe: Guatemala, Honduras, Haití, Nicaragua y República Dominicana.
Por ello, una de las recomendaciones de la FAO para la estrategia regional de gestión de riesgos es la necesidad de articular los esfuerzos de adaptación al cambio climático con la gestión del riesgo de desastres.
Uso sostenible de los recursos naturales
El deterioro de los recursos naturales es un factor que incrementa el riesgo, por lo que su gestión sostenible se vuelve una necesidad a la hora de enfrentar los riesgos.
La restauración de bosques y tierras degradadas, por ejemplo, favorece el control de la erosión y la regulación de sequías o inundaciones, contribuyendo a reducir el impacto de los eventos climáticos.
Según la FAO, la estrategia regional de gestión de riesgos de desastre debe considerar la planificación territorial y el uso de suelos, fomentando acciones de recuperación de recursos naturales degradados.
Proteger el sector agrícola y la agricultura familiar
El sector agrícola es particularmente vulnerable a los desastres naturales. Estos dañan los cultivos alimentarios y los recursos que sostienen la seguridad alimentaria regional.
FAO estima que entre 2003 y 2013, el 22 por ciento de las pérdidas y daños causados por desastres de mediana y alta intensidad en países en desarrollo afectaron al sector agrícola.
Esta situación cobra especial importancia en una región productora de alimentos como es América Latina y el Caribe, sector que sufrió el 13 por ciento de los daños causados por desastres, el cual emplea prácticamente un tercio de la población activa.
Otra de las recomendaciones de la FAO para la estrategia regional de gestión de riesgos para los sectores agrícolas es focalizar la atención en la agricultura familiar. “Es necesario adoptar innovaciones tecnológicas y de gestión ajustadas a las necesidades de estos productores”, explicó Ricoy.
Anticiparse a los riesgos con un enfoque integral
Según la FAO, los países deben pasar de responder a emergencias a gestionar los procesos complejos que conducen a estas situaciones, adoptando mayor énfasis en la reducción y gestión del riesgo de desastre.
Esto requiere adoptar un conjunto de prácticas interrelacionadas en todos los sectores de manera integral y continua.
En ese sentido, la estrategia regional de gestión de riesgos puede convertirse en una herramienta fundamental en este proceso, ya que dará una guía clara a los países de la región sobre cómo mejorar su prevención, preparación, respuesta y recuperación.
Este artículo fue publicado originalmente por la Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe. IPS lo distribuye por un acuerdo especial de difusión con esta oficina regional de la FAO.
Revisado por Estrella Gutiérrez