En esta aldea del sur de Honduras, en una de las zonas deprimidas del país, el acceso al crédito es escaso, la banca no apoya a la agricultura y la naturaleza castiga con constantes sequías extremas.
Pero desde hace dos años, otra historia empieza a ser forjada desde Paso Real, una aldea de unas 60 familias con un total de poco más de 500 personas, en el municipio de San Antonio de Flores, a 72 kilómetros de Tegucigalpa.
Aquí un grupo de agricultores familiares de un poco más de 100 personas se cansó de tocar las puertas de la banca para un crédito blando y apostó por un nuevo modelo de financiamiento que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) decidió experimentar en este país centroamericano.[pullquote]3[/pullquote]
La iniciativa se conoce como centros financieros de desarrollo (CFD) y de momento se aplica solo en dos regiones deprimidas de Honduras: en Lempira, en el occidente del país, y en la Mancomunidad de Municipios del Norte de Choluteca (Manorcho), al sur.
Ambas zonas forman parte del llamado corredor seco de Honduras, que conforman al menos 12 de los 18 departamentos del país, afectados por el impacto del cambio climático.
Paso Real es parte de Manorcho, conformada por su municipio y otros tres –Pespire, San Isidro y San José-, que engloban una población de algo más de 53.000 habitantes del norte del departamento de Choluteca, en un área donde la población sobrevive de la agricultura y ganadería de subsistencia.
Rafael Núñez, es uno de los líderes de Grupo Ideal, una empresa productora asociativa que ha incorporado a la agricultura familiar el componente del cultivo y comercialización de la tilapia, un pez de agua dulce muy popular para el consumo en América Central. También cuentan con cría de ganado y siembra de hortalizas.
Núñez está contento de lo que han logrado. Si bien su familia ya poseía algunas tierras, “de nada nos servía porque nadie nos daba créditos”.
“Venían los bancos y evaluaban la propiedad, pero ofrecían una miseria de préstamos a intereses asfixiantes. Nunca nos dieron crédito y eso que tocábamos muchas puertas”, explicó Núñez a IPS.
“Pero ahora, no los ocupamos, hemos tenido acceso a créditos en el Centro Financiero de Desarrollo de la Manorcho a intereses blandos”, añadió sonriente.
En su relato, Núñez dijo que como los bancos no les prestaban, tuvieron que hacer uso de las tarjetas de crédito o dinero plástico a tasas de interés de 84 por ciento anual, lo que les tenía ahogados, mientras que ahora los préstamos que obtienen en el CFD son accesibles y a una tasa de interés de 15 por ciento anual.
“No ha sido fácil levantarnos porque aquí la banca no cree en la agricultura, menos en la agricultura familiar. Yo colecciono las libretas de banco que usted ve y un día las voy enmarcar e iré a esos bancos a decirles: gracias pero ya no los necesitamos, nos levantamos con opciones más dignas que nos han brindado gente e instituciones que creen en nosotros”, dijo con orgullo Núñez.
El productor compartió sus vivencias en el marco de un encuentro centroamericano promovido por la FAO para que representantes de organizaciones relacionadas con la agricultura familiar y del gobierno conocieran estas experiencias innovadoras que se promueven en el corredor seco hondureño.
Núñez mostró a los participantes en el encuentro las instalaciones de producción de tilapia que tienen en las aguas de la represa de usos múltiples José Cecilio del Valle, ubicada en el pueblo.
El Grupo Ideal es netamente familiar y cada uno de los hermanos, 11 en total, se dividen las labores y ofrecen trabajo directo al menos a 40 personas de la zona y en forma indirecta a poco más de 75. Ellos están convencidos en que su esfuerzo puede ser imitado por otros pequeños agricultores.
Dentro de sus satisfacciones, Núñez relata que han empezado a mejorar la dieta nutricional de la zona.
“Nosotros comemos con los trabajadores, trabajamos hombro a hombro con ellos y antes a la hora del almuerzo solo traían arroz, frijoles y espaguetis (pasta), ahora ya traen pollo, carne, tilapia y hasta camarón”, aseguró.
Como requisito para trabajar en el grupo, sus empleados deben enviar a sus hijos a la escuela. “Este es un proyecto integral y queremos crecer con la aldea porque aquí casi no hay fuentes de empleo”, acotó.
Marvin Moreno, el especialista de FAO que impulsa estos dos centros financieros experimentales, dijo a IPS que actualmente con este modelo se ha permitido a las pequeñas familias organizarse para acceder a oportunidades que les permitan salir de la pobreza.
En el CFD participan los gobiernos locales, las organizaciones de desarrollo que trabajan en la zona y grupos de mujeres, jóvenes y agricultores entre otros, a los que se da prioridad en los créditos.
El modelo tiene dos características: la solidaridad y la inclusión. Es solidario porque si alguien obtiene un crédito, todos se vuelven avales para garantizar el pago del préstamo, y es incluyente porque no discrimina.
“La prioridad son familias pobres en condición de subsistencia, pero también tenemos familias con más recursos, pero que igual tienen limitaciones al crédito”, detalló Moreno.
“Es cuestión de dar una oportunidad a la gente y aquí estamos demostrando como el acceso al crédito está cambiando vidas y desde esa perspectiva debe verse como un derecho a ser contemplado en las políticas públicas de un país”, agregó.
Esa visión es compartida por Abel Lara, un pequeño agricultor salvadoreño que tras conocer la experiencia dijo a IPS que esta “bolsa común de recursos donde se agrupan varios esfuerzos para poner a disposición el crédito solo viene a comprobar que desde los territorios y su realidad es posible levantar la agricultura familiar”.[related_articles]
Los dos CFD instalados por la FAO en Honduras han logrado movilizar cerca de 300.000 dólares mediante una alianza público-privada, entre la comunidad, organizaciones y gobiernos locales.
Ello ha permitido algo más de 800 pequeños productores accedan a créditos que por ahora van desde 150 a 3.000 dólares, con plazos de amortización de entre 12 y 36 meses.
En el caso de la Manorcho, César Núñez, alcalde de San Antonio de Flores, aseguró a IPS que “la gente está empezando a creer que el centro financiero es una opción real de cambio y aquí todos apostamos a sacar adelante estos municipios pobres, golpeados por la naturaleza pero con potencial para salir adelante”.
En un país de 8,4 millones de habitantes, donde 66,5 por ciento vive en condiciones de pobreza, el acceso al crédito como incentivo a la agricultura familiar puede cambiar las perspectivas de vida a unas 800.000 familias que a lo largo del corredor seco viven en condiciones deprimidas.
Estas experiencias, según la representante de la FAO en Honduras, María Julia Cárdenas, serán parte de las propuestas de diálogo regional que impulsará el Consejo Agropecuario Centroamericano para colocar en la agenda regional el desarrollo de la agricultura familiar.
Editado por Estrella Gutiérrez