Todavía hay diferencias en la tipificación de los femicidios, pero el concepto comienza a afianzarse en Argentina. Ya no se habla de “crímenes pasionales” sino de asesinatos de género. El cambio de lenguaje es el primero de los muchos pasos que faltan para erradicar la cultura de violencia.
Los cambios conceptuales son el resultado de las movilizaciones feministas como la del 3 de junio de 2015 y las de este año, que se tradujeron en multitudinarias marchas bajo la consigna de “Ni Una Menos”. Entre ellas se destaca la última del 19 de este mes, tras el brutal asesinato de la adolescente Lucía Pérez.
La joven de 16 años, de la ciudad bonaerense de Mar del Plata, fue drogada, violada y empalada hasta morir, un caso que unió a miles de mujeres y hombres, bajo una misma consigna: “basta de femicidios”.[pullquote]3[/pullquote]
“Fue una movilización profundamente radical, de hermandad entre mujeres de identidades diversas que hacen de la diferencia una fuente de su poder”, dijo a IPS la coordinadora del Programa Sur-Sur del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), Karina Bidaseca, también de la Red de Derechos Humanos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
«Si tocan a una, saltamos todas», «Vivas nos queremos», fueron otras consignas sentidas que trascendieron las fronteras nacionales, de América Latina hasta algunos países europeos como España y Francia, “lo que marca la posibilidad de imaginar y tejer un nuevo proyecto societal que cuestiona la cultura patriarcal en todas sus dimensiones”, agregó Bidaseca, autora del libro “Escritos en los cuerpos racializados. Lenguas, memoria y genealogías (pos)coloniales del feminicidio» (UIB).
La última movilización fue precedida por un “paro” de mujeres de una hora, bajo el lema “Si mi cuerpo no importa produzcan sin mí”.
“Fue un paro de mujeres, inédito en la historia de las movilizaciones de mujeres, que muestra a través de esa consigna un cuerpo que se rebela al capital, que advierte el daño que está causando la crueldad en la malla simbólica y en la reproducción del capitalismo en el reparto de las riquezas que producimos las mujeres en las casas y fuera de nuestras casas”, agregó Bidaseca.
Desde el 25 de noviembre de 2014, está vigente el Primer “Registro Nacional de Femicidios” de la Justicia Argentina, que comprende todas las causas por homicidios de mujeres (niñas, adolescentes y adultas) y perpetrados por varones por razones asociadas a su género.
Según ese informe, durante 2015, 235 mujeres fueron asesinadas por esa condición. En 20 por ciento de los casos había denuncias previas por violencia de género y a 70 por ciento las mató un conocido en el que alguna vez habían confiado. Apenas 7 casos tuvieron condena.
Pero ese y otros registros considerados indispensables para diseñar políticas públicas contra la violencia de género, presentan diferencias con los de organizaciones no gubernamentales.
Según el documento elaborado por La Casa del Encuentro a partir de informes de prensa, hubo 286 femicidios, además de otros 42 “vinculados” de hombres y niños en 2015. Bajo este concepto se incluyen las personas asesinadas al intentar impedir el femicidio o “atrapadas en la línea de fuego”.
También involucra a quienes tienen vínculo afectivo o familiar con la víctima, o que fueron asesinados por el femicida para castigar y destruir psicológicamente a quien consideran su propiedad.
Además, el informe considera a “las víctimas colaterales”. Entre 2008 y 2015, 2.518 hijas e hijos quedaron huérfanos, 1.617 de los cuales eran menores de edad.
“Consideramos que tiene que haber ajustes porque hay diferencias de conceptos”, explicó a IPS la presidenta de La Casa del Encuentro, Ada Rico.
Por ejemplo, los expedientes enviados a la Corte no monitorean los casos de “agresores suicidas” (que se matan después del femicidio). Tampoco de robo con asesinato tras un abuso sexual.
“Si un hombre roba pero abusa y asesina a la víctima mujer es femicidio a todas luces”, enfatizó.
Según la organización, 50 por ciento de los femicidios incluyen abuso sexual seguido de muerte, y el restante 50 por ciento se da en el marco de relaciones de pareja, antes conocidos como “crímenes pasionales”.
“Hoy hay mucha más visibilidad en los medios de los casos de femicidio y otro tratamiento. Cuando comenzamos en 2008, se hablaba de crímenes pasionales, una forma de justificar la conducta del agresor. Hoy se habla de violencia de género y de femicidios”, destacó Rico.
Para ella, el movimiento “Ni Una Menos”, que contribuyó al cambio conceptual, es un reflejo de “la sociedad (que) se manifiesta abiertamente contra la temática de la violencia de género” e impulsa a muchas familias y víctimas a denunciar.
Después de cada marcha, en La Casa del Encuentro “se triplican los pedidos de información, no sólo de víctimas sino de familiares preguntando cuáles son las herramientas para ayudar a la víctima”, explicó.
La movilización no incide, sin embargo, en la disminución de casos.
En lo que va del año, según el observatorio de la organización Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá), 226 mujeres ya fueron asesinadas por su condición de género.
“Los femicidios no han aumentado pero no han disminuido. Una mujer cada 30 horas es asesinada en nuestro país”, explicó Rico, aunque, observó, actualmente hay una mayor visibilización de los casos en los medios y una “sociedad más atenta”.[related_articles]
Para Mabel Bianco, presidenta de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (Feim), el lema “Ni Una Menos” ayudó a que “la sociedad argentina, sin diferencias de ningún tipo esté pidiendo no sólo políticas sino un cambio cultural en toda la sociedad”.
“Creo que los femicidios no van a desaparecer de un día para el otro por una marcha o una ley o un plan gubernamental. Esto requiere mucho más tiempo y un trabajo en distintos planos”, destacó Bianco a IPS.
Pero para ello, analizó, “es clave por ejemplo que los medios cambien sus mensajes sexistas que continúan manteniendo la discriminación de las mujeres o su menor valoración en relación a los hombres” o con “programas que continúan mostrando a las mujeres como meros cuerpos y sino trabajadoras del hogar”.
El Consejo Nacional de las Mujeres (CNM) presentó el “Plan Nacional de Acción para la Prevención, Asistencia y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres 2017-2019, que incluye demandas de “Ni Una Menos”, como hogares integrales para las que están en situación de violencia con equipos interdisciplinarios, y programas de capacitación de género para la policía.
Mientras tanto, “se están haciendo algunas cosas como la prueba en algunas provincias de la tobillera, el refuerzo y la actualización de la linea 144 (de denuncias), la terminación de los refugios iniciados hace dos años por el anterior gobierno”, pero eso implica que también las provincias avancen y que amplíen sus presupuestos, señaló Bianco.
Sin embargo, cuestionó el debilitamiento de programas como el de la Educación Sexual Integral en las escuelas que “incluye la revisión y cambio de roles estereotipados de género que mantienen la desigualdad de las mujeres”.
Mientras que en el plano internacional, a Bidaseca le preocupa “el giro a la derecha” que define el movimiento de mujeres y disidencia sexual como una “ideología de género”.
“Es un guión fundamentalista de grupos reaccionarios que pretenden clausurar las conquistas logradas por el movimiento de mujeres a lo largo de su propia historia”, sostuvo.
Editado por Verónica Firme