Mirantsoa Faniry Rakotomalala se distingue de la mayoría de los agricultores en el Gran Sur de Madagascar, que perdieron 80 por ciento de sus cultivos en la cosecha de mayo y junio a raíz de la peor sequía en los últimos 35 años de este país insular del océano Índico.
Ella vive en el pueblo de Tsarampioke, en la región de Anosy, que es una de las tres de Madagascar más afectadas por la sequía, junto a Androy y Atsimo Andrefana.[pullquote]3[/pullquote]
«La mayoría de las granjas están secas, pero la nuestra se mantuvo verde y viva porque cavamos pozos que nos brindan agua para el riego», explicó a IPS.
Gracias a intervenciones oportunas su historia de vida cambió de la desesperación a una de esperanza mientras continúa la recolección de una variedad de cultivos en la granja de su padre. Algunas de sus batatas ya están en el mercado.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) abordó a Rakotomalala junto a otras personas vulnerables en los distritos afectados del sur, donde al menos 80 por ciento de los habitantes son agricultores, para darles capacitación y alentarles a diversificar sus cultivos, ya que la mayoría cultiva maíz. La población de Madagascar asciende a 24 millones de habitantes.
«Somos 16 en mi grupo, todos parientes ya que la propiedad de la tierra es colectiva. Es un campo grande, más de 0,80 hectáreas», dijo.
Aunque su forma de riego no es sofisticada e implica el goteo utilizando recipientes que contienen de cinco a 10 litros de agua, funciona – y sus zanahorias, cebollas y acianos están floreciendo.
«Nos concentramos en los problemas que dificultan a los agricultores resistir la sequía en curso y, a través de estrategias sencillas pero eficaces, los agricultores tendrán suficiente para comer y vender», indicó Patrice Talla, el representante de la FAO para los cuatro países insulares del océano Índico – Madagascar, Comoras, Mauricio y Seychelles.
Expertos como Philippison Lee, un agrónomo que trabaja en las regiones de Androy y Anosy, señalan que el sur de Madagascar padece tres problemas principales, «la sequía, la inseguridad, a medida que aumenta el robo de ganado, y las langostas”.
La FAO calcula que más de 20 ciento de los 24 millones de habitantes vive en zonas de alto riesgo expuestas a peligros naturales como sequías, inundaciones y plagas de langostas.
Como agrónomo, Lee estudia las numerosas formas en que las plantas se pueden cultivar, modificar genéticamente y utilizar incluso en un contexto de patrones climáticos adversos y hasta devastadores.
Talla explica que el objetivo final es que los agricultores adopten la agricultura climáticamente inteligente mediante la diversificación y la siembra de cultivos más resistentes a la sequía, que incluyan a la yuca y la batata, y la búsqueda de medios de vida alternativos, como la pesca.
«Madagascar es una isla, pero la población malgache no tienen la cultura de comer pescado. Estamos trabajando con otros organismos humanitarios que forman a los aldeanos en métodos de pesca, así como brindándoles equipos de pesca”, informó.
«Madagascar se enfrenta a una gran calamidad y con el fin de impulsar el sector de la agricultura se debe abordar a la ganadería dentro de una agenda de desarrollo más amplia», agregó.
El representante de la FAO dijo que es necesario revisar la asignación presupuestaria nacional, que es inferior a cinco por ciento, muy por debajo del 15 por ciento recomendado para este fin. El sur de Madagascar también se caracteriza por su deficiente infraestructura y escaso acceso a los mercados.
Según Talla, la incapacidad de los agricultores para adaptarse al cambio climático es más bien una cuestión de desarrollo «porque hay una falta de una visión nacional para impulsar la agenda de la agricultura en el sur”.
El agrónomo Lee expresa que los agricultores carecen de estructuras cooperativas, «y esto les niega poder de negociación y no pueden acceder al crédito o los subsidios. Esto se deja en gran parte a los organismos humanitarios y no es sostenible”.
Aunque la FAO trabaja actualmente con los agricultores para formar cooperativas y hay algunos ejemplos en varios distritos del sur, incluso el de Rakotomalala y sus familiares, Lee asegura que la distancia sigue siendo un problema.
«Tendría que recorrer muchos kilómetros antes de encontrar un pueblo. La mayor parte de la población está dispersa por la vastedad de las tierras y cuando se encuentra un grupo, suelen ser familiares», asegura.
Lee señaló que los agricultores de África crecieron gracias a las cooperativas y que ese es un tema que los agricultores malgaches deben asumir.[related_articles]
Talla manifestó que se dieron algunos pasos en la dirección adecuada ya que la FAO colabora con el gobierno para redactar el Marco de Programación del País, que es un programa quinquenal de 2014 a 2019.
El marco se concentra en tres elementos, intensificar, diversificar y hacer que el sector agrícola sea más resistente.
«Solo 10 por ciento del potencial agrícola del sur se está explotando por lo que el objetivo es diversificar mediante la incorporación de más cultivos, porque la mayoría de la gente en el norte comen arroz y los del sur comen maíz”, explicó Talla.
Según el representante, el tercer elemento, la resiliencia, es primordial ya que se centra en la generación de la capacidad de las comunidades – no solo ante el cambio climático sino frente a otros peligros naturales, como los ciclones que son comunes en el sur de la isla.
«La FAO trabaja actualmente con el gobierno en la formulación de una estrategia de resiliencia, pero también intenta llegar a otros interesados», añade.
Dado que la agricultura de riego es casi inexistente en el país y el maíz requiere gran cantidad de agua, diversos grupos de interés siguen pidiendo la construcción de pozos para cubrir el déficit hídrico, aunque otros aseguran que es costoso e inviable.
«Se requieren 25.000 dólares para construir un pozo y las posibilidades de encontrar agua son a menudo de 50 por ciento porque uno de cada dos pozos resultan inútiles», afirmó Lee.
Traducido por Álvaro Queiruga