La muerte de cientos de civiles en el conflicto que sacude a Yemen llevó a organizaciones de derechos humanos a reclamar un embargo de armas, en especial contra Arabia Saudita, que encabeza la coalición de ocho países que combate a los rebeldes hutíes en ese país del Golfo.
“Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y otros países deben suspender la venta de armas a Arabia Saudita hasta que reduzca los ataques aéreos ilegales en Yemen e investigue las denuncias de violaciones de derechos humanos”, instó la organización Human Rights Watch (HRW), con sede en Nueva York.
Pero las posibilidades de que se imponga un embargo son remotas teniendo en cuenta el multimillonario mercado de armas alimentado por las potencias occidentales que, casualmente, son tres de los cinco países con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), además de China y Rusia.
El resultado de los reclamos de embargo en términos de restricciones reales es mínimo, opinó Pieter Wezeman, investigador del programa de gasto militar y armamentístico del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri, en inglés).[pullquote]3[/pullquote]
Pero la iniciativa tiene un peso simbólico para las campañas que procuran poner fin a lo que consideran un uso irresponsable, e incluso criminal, de armas por parte de Arabia Saudita en Yemen.
“El único caso significativo de restricciones es el de Holanda, que anunció en enero que emitiría permisos para la exportación de armas a Arabia Saudita si tiene la certeza de que no se usarán en Yemen”, precisó.
“En el año que pasó, los gobiernos que arman a Arabia Saudita se han negado o han minimizado la evidencia concluyente de que los ataques de la coalición mataron a cientos de civiles en Yemen”, observó Philippe Bolopion, subdirector global de HRW.
“Al seguir vendiéndole armas a un consabido violador (de derechos humanos) que ha hecho poco por minimizar los abusos, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia corren el riesgo de convertirse en cómplices de la muerte ilegal de civiles”, apuntó.
Al ser consultado sobre las posibilidades reales de un embargo, Bolopion dijo a IPS: “Los acuerdos de armas lucrativos no deben cegar al gobierno de Estados Unidos en relación con los evidentes abusos perpetrados en el último año por la coalición encabezada por Arabia Saudita en Yemen”.
Mirar para otro lado y seguir suministrando armas al reino saudí puede convertir a Estados Unidos en cómplice de los delitos perpetrados en el territorio yemení, apuntó.
Los saudíes tienen fuertes vínculos militares con las tres potencias occidentales, y en especial con proveedores de armas estadounidenses que le suministran armas complejas, como los últimos aviones de combate, helicópteros, misiles, tanques y dispositivos electrónicos.
El arsenal saudí incluye: aviones de combate Boeing F-15 (de Estados Unidos), aviones Tornado (Gran Bretaña), helicópteros Puma y Dauphin (Francia), Bell, Apache y Sikorsky (Estados Unidos), sistemas de alerta Boeing E-3A (Estados Unidos), misiles Sidewinder, Sparrow y Stinger (Estados Unidos) y tanques Abrams y M60 (Estados Unidos).
La coalición encabezada por Arabia Saudita está integrada por Bahréin, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Kuwait, Marruecos, Qatar y Sudán.
A los rebeldes hutíes, por su parte, también se los acusa de ataques indiscriminados que provocan la muerte de civiles.
Varias organizaciones de derechos humanos y la propia ONU han investigado y denunciado ataques aéreos desde el inicio del conflicto en marzo de 2015.
HRW, Crisis Action y Amnistía Internacional, entre otras organizaciones internacionales y yemeníes divulgaron una declaración conjunta que reclama el cese de la venta y la transferencia de armas y de otros equipos militares a las partes en conflicto en Yemen, donde existe el riesgo de que se usen para cometer violaciones de derechos humanos y del derecho humanitario internacional.
Además, HRW documentó 36 ataques aéreos ilegales, algunos de los cuales podrían constituir crímenes de guerra, y que dejaron por lo menos 550 civiles muertos, así como otros 15 relacionados con bombas de racimo, prohibidas a escala internacional.
El Grupo de Expertos de la ONU sobre Yemen, creado por la resolución 2140 del Consejo de Seguridad en 2013, registró en un informe divulgado el 26 de enero de este año “119 salidas de la coalición relacionadas con violaciones” a las leyes de guerra, según HRW.
Arabia Saudita no ha respondido a las cartas de esa organización que busca indagar sobre las presuntas violaciones cometidas por la coalición, así como aclarar el objetivo buscado con esos ataques.
En cambio, Riad logró ejercer presión en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra, para que no creara un mecanismo independiente de investigación internacional sobre la situación en Yemen.
Wezeman dijo a IPS que si se considera el volumen de la venta de armas a Arabia Saudita, así como varios de sus aliados y la campaña militar contra los rebeldes hutíes, no sorprende la falta de entusiasmo de los gobiernos occidentales para restringir el negocio de armas.
Arabia Saudita ha sido el segundo mayor importador de armas en los últimos cinco años, puntualizó.
A pesar de la pronunciada caída de los precios del petróleo y la consiguiente disminución de ingresos a las arcas del gobierno saudí, hay indicios de que ese país seguirá ordenando equipamiento militar más caro.
Arabia Saudita es el principal mercado de exportación de armas de Gran Bretaña desde hace años.
Por su parte, Francia hace años que trata de aumentar la venta de armas a ese país y, en 2015, encontró nuevos mercados en Egipto y Qatar, países que participan en la intervención militar en Yemen, apuntó.
Además, las potencias occidentales temen que una significativa disminución en la venta de armas perjudique otros vínculos comerciales con esos países y que son más valiosos que los acuerdos militares, explicó Wezeman.
Para Estados Unidos, los aspectos económicos de la venta de armas a Arabia Saudita también son significativos, pese a que no llegan a la importancia de Europa.
En otras oportunidades, Washington ha estado dispuesto a imponer restricciones a la exportación, aun si implicaba la pérdida de ingresos, aunque perder el mercado saudí probablemente sería una pérdida demasiado grande.[related_articles]
Pero, probablemente lo más importante es que Estados Unidos considera que las acciones de Arabia Saudita son un elemento importante de los esfuerzos para crear seguridad en la región y, por lo tanto, respalda la intervención militar como parte de su política exterior.
“Tienen que pasar muchas cosas antes de que Estados Unidos suspenda el suministro de armas a Arabia Saudita”, observó Wezeman.
Para Yemen, 2015 fue un año terrible con ataques aéreos, bombardeos y violencia localizada, subrayó Jamie McGoldrick, coordinador humanitario residente de la ONU en conferencia de prensa en Ginebra, a principios de la tercera semana de marzo.
Uno de cada 10 habitantes de Yemen tuvo que abandonar su hogar, lo que dejó 2,5 millones de desplazados. Más de 6.400 personas murieron y más de 30.000 quedaron heridas, la mitad de las cuales eran civiles.
Más de 20 millones de personas, 80 por ciento de los alrededor de 24 millones de habitantes, necesitan algún tipo de asistencia humanitaria: 14 millones necesitan alimentos, siete millones sufren inseguridad alimentaria, 20 millones no tienen acceso a servicios de agua y saneamiento y 14 millones no tienen atención médica.
El enviado especial del secretario general de la ONU para Yemen, Ismail Ould Cheikh Ahmed, informó el miércoles 23 de este mes que concluyó una extensa ronda de consultas con líderes yemeníes y aliados regionales.
Tras las reuniones con el presidente Abd Rabbuh Mansur al-Hadi y otras autoridades yemeníes en Riad, así como con delegaciones de Ansar Allah, nombre oficial de los hutíes, y el partido Congreso General del Pueblo, en Saná, las partes en conflicto accedieron a un cese nacional de las hostilidades a partir de la medianoche del 10 de abril.
El cese del fuego ocurrirá previo a la ronda de conversaciones, que comenzará el 18 de ese mes en Kuwait, con la mediación del príncipe Sabah Al-Ahmad Al-Jaber Al-Sabah.
Traducido por Verónica Firme