«En los primeros meses que pasé en Italia siempre recé para que lloviera. Pasaba horas revisando el pronóstico del tiempo», señaló Roni, un universitario de 26 años de una familia de ingresos medios de Bangladesh.
De padre empleado público y madre ama de casa, Roni tuvo que vender paraguas en las calles de Roma durante más de un año antes de encontrar un trabajo de verano junto al mar en una cafetería.[pullquote]3[/pullquote]
El inmigrante explicó a IPS que en 2012 abandonó su país, al igual que muchos bangladesíes, en busca de mejores oportunidades en Europa.
«Era imposible conseguir empleo en Bangladesh, aunque soy egresado universitario. Había oído que muchos amigos y parientes habían hecho una fortuna en Italia y quería ser como ellos «, reconoció.
Según cálculos del Instituto Nacional de Estadísticas en 2015 había más de 138.000 bangladesíes que residía legalmente en Italia, un aumento de nueve por ciento en comparación con 2014. Y 75,6 por ciento de ellos estaban empleados en el sector de los servicios.
Asimismo, más de 20.000 empresarios de Bangladesh fueron registrados como propietarios de empresas en 2013, según el Informe anual sobre la presencia de inmigrantes – La comunidad bangladesí, del Ministerio de Trabajo y Política Social italiano.
El proceso de obtención de una visa es muy complejo.
«Hay dos tipos de visas, una para los trabajadores agrícolas y otra para todos los demás. La primera es bastante fácil de obtener y cuesta menos, alrededor de 8.000 euros, mientras que la segunda, la que yo conseguí, requiere un patrocinador que resida en Italia y el costo es superior a los 12.000 euros», informó Roni.
«Yo le pagué a mi patrocinador directamente y él completó toda la documentación requerida. Una vez que obtuve la nulla hosta (autorización), pude solicitar la visa en la embajada de Italia en Bangladesh”, continuó.
“Tuve suerte ya que los documentos solo demoraron tres meses. Muchas personas tienen que esperar mucho más tiempo y… pagarle a dos o tres intermediarios para conectarse con un patrocinador”, aseguró.
Conseguir el apoyo de la comunidad de bangladesíes ha sido difícil.
«Nadie me ayudó con la búsqueda de empleo, ni me dio indicación alguna sobre dónde comprar los paraguas para vender, ni me ayudó con el idioma, ya que no hablaba italiano. Mi patrocinador solo me ayudó a encontrar un lugar para dormir – una habitación compartida con nueve extraños que tuve que pagar por mi cuenta – y eso fue todo», se lamentó Roni.
Tras 18 meses de búsqueda, Roni encontró un trabajo en un restaurante y está contento. Además, tiene un contrato que le permitirá renovar su permiso de residencia.
Gana más de 1.000 euros al mes, lo suficiente para enviar entre 400 y 600 euros a su familia en Bangladesh. Las remesas son una parte integral de su «misión» en Italia ya que, desde que su padre se jubiló, sus familiares emplean el dinero para pagar el alquiler y para subsistir en general.
Después de China, Bangladesh es el segundo país de destino de las remesas procedentes de Italia, que ascendieron a 346,1 millones de euros en 2013, o 7,9 por ciento del total de remesas, según el informe anual del Ministerio de Trabajo y Política Social.
Aunque por contrato Roni tiene una jornada de trabajo de seis horas, en realidad trabaja 10 horas o más por el mismo salario, y los días de licencia o de enfermedad no cuentan como días laborales, explicó.
Afirma que se le paga menos que a otros trabajadores. Aunque las condiciones de empleo de Roni parecen mejores que las de otros migrantes, su empleador no cumple con muchos de los derechos laborales en materia de retribuciones, licencia por enfermedad y horas de trabajo semanal indicados en las numerosas directivas establecidas por la Comisión Europea.[related_articles]
Pero «esto no tiene que ver solo con jefes malos que explotan a los inmigrantes», afirmó Roni.
“Nosotros, como trabajadores inmigrantes tenemos que luchar por nuestros derechos y dejar de aceptar estas condiciones humillantes. Creo que las políticas del gobierno para proteger a los trabajadores son buenas», subrayó.
«No es cuestión de políticas, es la forma en que se implementan para asegurarse de que se respeten las leyes. De hecho, después de que funcionarios del gobierno realizaron una inspección en mi lugar de trabajo, fuimos contratados de inmediato y adquirimos el acceso formal a medidas básicas de seguridad y protección social», relató.
Roni concluyó sus observaciones con un llamado a su propio pueblo.
«Ayudémonos entre nosotros y juntemos nuestros puntos fuertes. No nos olvidemos de ayudar a los recién llegados porque eso dará sus frutos. Yo mismo ayudé a dos ciudadanos de Bangladesh dándoles cobijo en mi casa y pagándoles el alquiler. Ellos me lo devolverán tan pronto consigan empleo. La solidaridad lleva a una situación en la que todos ganan y es la única manera de mejorar nuestra condición», sostuvo.
Roni es solo uno de los innumerables rostros que representan la crisis migratoria en Italia. Los más débiles sufren las peores consecuencias, desde la perspectiva de las políticas de Estado, y no hay duda de que una estrategia integrada de la Unión Europea será la única manera eficaz de enfrentar la cuestión.
Esto es especialmente cierto cuando se trata de garantizar la aplicación y el cumplimiento de las leyes laborales, de seguridad social y los derechos humanos.
A nivel nacional y local, las instituciones italianas y las organizaciones no gubernamentales tienen un papel clave que desempeñar. Deben crear conciencia y mejorar la comprensión de estos temas.
Los trabajadores deben ser conscientes de sus «derechos laborales y de empleo, los derechos sociales y de bienestar, y donde buscar ayuda», según lo declarado por la Organización Internacional del Trabajo en su publicación La protección de los derechos de los trabajadores migrantes: una responsabilidad compartida.
Todo esto puede ayudar significativamente a generar cambios legislativos necesarios en el sector laboral para garantizar que los derechos de los migrantes se protejan. Por último, las instituciones italianas y la sociedad civil deben exigir controles más estrictos por parte de las autoridades para asegurar que las leyes existentes se cumplan, según lo sugerido por Roni.
Traducido por Álvaro Queiruga