La extracción de recursos naturales que impulsa el gobierno de Papúa Nueva Guinea, considerada una potencia entre los Estados insulares del Pacífico, prometía un crecimiento de la economía de 15 por ciento en 2015, uno de los mayores del planeta.
Sin embargo, la caída de los precios del petróleo y otras materias primas hizo que el crecimiento del producto interno bruto se desplomara de 8,5 por ciento en 2014 al tres por ciento pronosticado para este año. El gobierno enfrenta un déficit creciente entre los ingresos y los gastos, agravado por la elevada deuda pública, y los expertos consideran que es necesario diversificar la economía.[pullquote]3[/pullquote]
«El desarrollo del sector de las PYME (pequeñas y medianas empresas) y de la agricultura es crucial para proteger a la economía de la caída de los precios», aseguró el economista Busa Jeremiah Wenogo, en Port Moresby, la capital del país de 7,3 millones de habitantes ubicado al norte de Australia.
“Ya existe consenso entre algunos expertos de que la caída de los precios de las materias primas le exigirán al gobierno la diversificación de la economía para limitar la dependencia de los dólares extranjeros que generan las exportaciones», señaló en diálogo con IPS.
A Wenogo y Hetha Yawas, presidenta de la Asociación de Empoderamiento de la Mujer Rural, les preocupa la situación de numerosos habitantes que se ganan la vida fuera de la economía formal con escaso acceso a la infraestructura y los servicios básicos.
Papúa Nueva Guinea posee importantes recursos naturales, como petróleo, gas, cobre, oro, plata y madera, y la industria extractiva generó ganancias por 49.300 millones de dólares desde la independencia del país en 1975.
Sin embargo, la corrupción y los bajos impuestos que se les cobran a las empresas son algunos de los motivos que explican la discrepancia entre la riqueza extractiva y la penuria de los habitantes.
Casi 40 por ciento de la población vive por debajo del umbral de pobreza, solo 12 por ciento tiene acceso a la electricidad y menos de cinco por ciento trabaja en el sector formal de la economía.
En 2014 se completó la construcción de PNG LNG, el mayor proyecto de extracción en la historia del país. El emprendimiento de ExxonMobil, la trasnacional petrolera con sede en Estados Unidos, tiene prevista una producción de 6,9 millones de toneladas de gas natural licuado (GNL) por año con fines de exportación. De los 21,220 trabajadores empleados en el proyecto en su etapa de mayor trabajo en 2012, se calcula que 9.000 eran papúes.
Pero Yawas afirma que los beneficios para muchas familias fueron pasajeros.
«El poco dinero que les fue dado a los maridos y otros hombres de la familia (empleados por la empresa) se utilizó para comprar comida. Pero eso fue por poco tiempo y muchas madres se enfrentan ahora a la realidad de volver… a las huertas tradicionales para alimentar a sus familias», explicó.
Los elevados ingresos previstos del proyecto de GNL fomentaron planes ambiciosos del gobierno para invertir en infraestructura y servicios, como el anuncio de inversión en 2014 de 2.300 millones de dólares para obras viales en un período de cinco años.
Pero el precio del crudo Brent cayó de 76 dólares por barril a aproximadamente 30 dólares en los últimos días, mientras que el índice de gas natural se redujo de 101.6 a 58.8 en el mismo lapso.
Los ingresos fiscales procedentes de la minería y el petróleo descendieron de los 559 millones de dólares previstos inicialmente en 2015 a 98,6 millones, lo que provocó un recorte de 20 por ciento en el gasto público destinado al transporte y la educación.
El desarrollo de los sectores no minerales es cada vez más fundamental debido a la finitud de las reservas minerales, la vulnerabilidad de la economía ante la volatilidad de los precios internacionales y la incapacidad de la industria extractiva para generar suficientes empleos.[related_articles]
Una clara opción alternativa es la agricultura, en opinión de Wenogo, Yawas y Odongo Odhuno, investigador de política económica del Instituto Nacional de Investigación. Ochenta por ciento de la población con acceso a las tierras tradicionales ya se dedica a la agricultura de subsistencia y semicomercial. Casi 90 por ciento del café, por ejemplo, es producido por pequeños agricultores, lo que implica aproximadamente a 2.5 millones de personas.
Wenogo también identifica a la industria avícola como «una de las mayores en Papúa Nueva Guinea, con una cadena de producción que apoya a decenas de miles de pequeños productores de aves de corral en la economía informal”.
El gobierno declaró su compromiso de impulsar el potencial de la agricultura y en 2015 destinó 46 millones de dólares al desarrollo del sector y de las PYME. Pero Wenogo afirma que la aplicación de esos esfuerzos sigue siendo problemática y que hay mucho que hacer para recuperar plantaciones, mejorar la formación de extensión agrícola y remover obstáculos en la cadena de producción y valor añadido.
Jane Ali, de la Universidad de Goroka, también le ve un buen futuro al sector cultural, actualmente «subdesarrollado», en su opinión.
Los sectores «creativos o culturales son un gigante dormido al que hay que inyectarle los fondos suficientes, la infraestructura adecuada y un buen liderazgo. Tiene el potencial de contribuir en gran medida al bienestar social de la gente y de impulsar el desarrollo económico», sostuvo.
Sin embargo, la mayoría de las personas que trabajan en estos sectores lo hacen de manera informal. Para Wenogo ya es hora de que las empresas comunitarias sean reconocidas como una base para construir al resto del sector privado.
«Cuando el gobierno considera la posibilidad de fomentar el crecimiento del sector de las PYME, no puede hacerlo sin antes nutrir a la economía informal, que está en la etapa primaria del ciclo de negocios», explicó.
Odhuno está de acuerdo. “Brindar la infraestructura y los servicios públicos necesarios para incrementar la productividad en la economía informal podría, a su vez, impulsar el crecimiento del sector privado”, sugirió.
Entre las prioridades están la mejora del acceso a las carreteras y medios de transporte, electricidad e Internet asequibles, especialmente en las zonas rurales, donde vive más de 80 por ciento de la población.
«El costo del transporte para ir al mercado más cercano suele ser superior a lo que las madres consiguen con la venta de sus productos», indicó Yawas. Las mujeres del medio rural también necesitan formación en técnicas agrícolas modernas, más incentivos para poner en marcha pequeñas empresas y sensibilización sobre la igualdad de género, añadió.
Traducido por Álvaro Queiruga