Agricultura cubana en la encrucijada de precios y productividad

Una mujer paga la compra de productos agrícolas en un mercado administrado por trabajadores por cuenta propia, donde se venden frutas y verduras de la cooperativa Nicomedes Corvo, en el barrio de El Vedado de La Habana, en Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
Una mujer paga la compra de productos agrícolas en un mercado administrado por trabajadores por cuenta propia, donde se venden frutas y verduras de la cooperativa Nicomedes Corvo, en el barrio de El Vedado de La Habana, en Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Las medidas para transformar la agricultura cubana continúan sin dar los frutos esperados, para descontento de los consumidores, por la carestía de los alimentos, y también de las autoridades,  que están urgidas de que se incremente la producción local, para reducir el costo de las importaciones.

Los altos precios de la canasta alimentaria en los mercados agropecuarios regidos por la oferta y demanda y las medidas gubernamentales para frenar esa tendencia alcista, desataron fuertes debates reflejados inclusive por el oficial diario Granma en su edición digital y otros medios de prensa igualmente estatales.

Una libra de tomate (425 gramos) llegó a costar hasta 25 pesos (un dólar) durante las fiestas de año nuevo. “Ni en un día de trabajo gano eso” se quejó a IPS una mujer de mediana edad que hacía sus compras en un mercado agrícola del barrio capitalino El Vedado.

Este mes,  en un establecimiento estatal, con precios regulados, se podía adquirir el mismo producto a seis pesos la libra.

“Hubo poca producción. Nosotros perdimos tres sembradíos de tomate debido a las lluvias a destiempo”, comentó a IPS un agricultor de los alrededores de La Habana.

El tema de los altos precios que estrujan los bolsillos cubanos fue llevado a las sesiones del unicameral parlamento cubano, a fines de diciembre, por un diputado que consideró urgente bajarlos para combatir la especulación y lograr que los productos sean más asequibles para la mayoría de la población.

En ese periodo hubo días con puestos estatales de venta semivacíos,  en tanto otros de comercialización privada ofrecían menos productos que lo habitual, pero  tan caros como siempre.

“Llegaron muy pocos camiones con mercadería, dicen que no los dejaban pasar si no tenían sus papeles en regla”, comentó a IPS un vendedor de hortalizas y frutas.

Como parte de las transformaciones en el agro cubano, que comenzaron en 2008 con la entrega de tierras ociosas en usufructo a personas dispuestas a trabajarlas, se adoptó un sistema de comercialización en el cual coexisten los Mercados Agropecuarios Estatales, con los expendios privados, cooperativas no agropecuarias y de trabajadores independientes.

Dos vendedores ambulantes organizan sus productos agrícolas para la venta, en una calle del barrio de Playa, en La Habana, la capital de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
Dos vendedores ambulantes organizan sus productos agrícolas para la venta, en una calle del barrio de Playa, en La Habana, la capital de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

En 2014, en el conjunto de estas formas de mercadeo,  los precios subieron 27 por ciento en relación con el año anterior, de acuerdo a una investigación del periódico Juventud Rebelde.  Se desconoce el dato estadístico correspondiente a 2015.  El gasto por alimentación consume unos dos tercios de los ingresos familiares.

En opinión del economista cubano Armando Nova,  el punto de partida de esta situación está en que no se produce lo suficiente y la demanda siempre es mayor que la oferta.

“Se descentralizó la gestión de precios, pero no la producción, que es el primer eslabón de la cadena productiva y de valor’’,  dijo a IPS.

Según este experto, es necesario aplicar un enfoque sistémico que analice y tome en cuenta cada paso del ciclo – producción, distribución, cambio y consumo -, evitar medidas restrictivas y no desentenderse del comportamiento del mercado. ‘’Se trata de instaurar un modelo de gestión económico- empresarial totalmente nuevo”, consideró.

Para Nova, esta modalidad aseguraría el derecho del agricultor a decidir qué debe producir, a quién vender lo producido y a qué precio, además de disponer de un mercado mayorista de insumos, medios de producción y servicios necesarios para sus labores, algo que hasta ahora no existe por falta de recursos, según han explicado las autoridades.

En el sector agropecuario cubano coexisten varias formas de explotación, que abarcan las   Cooperativas de Créditos y Servicios y de Producción Agropecuaria, las Unidades Cooperativas de Producción Agropecuaria y agricultores privados, incluidos los usufructuarios, dueños de lo que cosechan, aunque no de la tierra.

Lograr la participación del campesinado, cualquiera sea su organización productiva, a  lo largo de la cadena, ya sea de manera directa o a través de su representante en el mercado, permitiría que ningún productor tenga dominio del mercado a imponga precios, consideró Nova.

Actualmente, la cantidad de tierras de uso agrícola en Cuba se sitúa en torno a 6,2 millones de hectáreas, de las que 30,5 por ciento están en manos estatales, 34,3 por ciento pertenecen a cooperativas y el resto lo operan pequeños agricultores privados y usufructuarios.

A partir de 2009,  han sido 279.021 personas los receptores de tierra en usufructo bajo el compromiso de hacerlas productivas y rentables.

Durante  2015, la agricultura mantuvo un modesto crecimiento del 3,1 por ciento, considerado insuficiente para satisfacer la demanda interna y para sustituir las importaciones de alimentos, que rondan los 2.000 millones de dólares anuales.  El gobierno espera reducir esas compras externas durante 2016 a 1.940 millones de dólares.

En un artículo sobre el tema, José Luis Rodríguez, exministro de Economía, consideró evidente que ante mercados cuyos precios no están regulados centralmente, el Estado debe competir con una oferta creciente para estabilizar o minimizar los aumentos. Desaconsejó también imponer precios máximos de venta sin la oferta suficiente para mantenerlos.

Editado por Estrella Gutiérrez

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