Un número cada vez mayor de conflictos armados y políticos, en su mayoría en África, amenazan con socavar la batalla en curso contra la pobreza rural.
En la actualidad, nueve de las 16 misiones de fuerzas de paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se encuentran en África, incluso en República Centroafricana, República Democrática del Congo, Costa de Marfil, Malí, Sudán y Sudán del Sur.[pullquote]3[/pullquote]
Al mismo tiempo, una misión de paz de la Unión Africana está presente en Burundi, que está al borde de la guerra civil.
IPS le preguntó a Shenggen Fan, director del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias, con sede en Washington, si los conflictos actuales implican retrocesos en la lucha contra la pobreza rural.
«Por supuesto. Es en las regiones o los países en conflicto (donde) la pobreza y el hambre tienen los niveles más altos», respondió.
En algunas de esas zonas en conflicto, el hambre y la pobreza se agravaron en comparación con el resto del mundo, donde disminuyeron, añadió.
«Como sabemos, la mayor parte del hambre y la pobreza se encuentra en el medio rural. Tenemos que romper el círculo vicioso de los conflictos y el hambre», exhortó Fan, quien recibió el premio Héroe contra el Hambre 2014 del Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Carla Mucavi, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), hizo hincapié en octubre ante el Comité Económico y Financiero de la ONU de la necesidad del desarrollo agrícola y rural, ya que 75 por ciento de la población pobre del planeta vive en zonas rurales de los países en desarrollo.
En septiembre, el PMA anunció que incrementó la ayuda alimentaria a cientos de miles de personas, muchas con desnutrición severa, que huyeron de los ataques del grupo extremista Boko Haram en el noreste de Nigeria a Camerún, Chad y Níger.
Según el PMA, unas 750.000 personas en los países limítrofes con Nigeria padecen el agravamiento de una crisis alimentaria derivada de la violencia de Boko Haram.
Danielle Nierenberg, presidenta de la organización Food Tank, dijo a IPS que la pobreza equivale a la inseguridad alimentaria en muchas zonas rurales del Sur en desarrollo, especialmente en África subsahariana.
Cuando las cosechas son malas o no hay suficiente comida que les alcance hasta la temporada de hambre los pobres del medio rural no tienen redes de seguridad, destacó.
En consecuencia, la desnutrición, el retraso en el crecimiento y la falta de micronutrientes afectan a millones de personas, añadió.
Lamentablemente, cuando la gente tiene hambre se enoja, como resultado de la falta de empleo, infraestructura rural, educación y el impacto del cambio climático.
«Esto puede provocar disturbios sociales, como vimos durante la Primavera Árabe o en la actualidad en Siria. Por eso es importante que los gobiernos inviertan no solo en el medio rural sino también en que las zonas rurales sean lugares económicamente e intelectualmente estimulantes para los jóvenes, y que vean la agricultura como una oportunidad, no una carga», comentó Nierenberg.
La inversión en la próxima generación de dirigentes agrícolas – que incluye a campesinos, científicos, investigadores y responsables políticos – no solo es importante para la seguridad alimentaria, sino también para la seguridad nacional e internacional, sostuvo.
«Si en verdad nos importa la prevención del terrorismo y el malestar social, tenemos que invertir y apoyar a la agricultura y los medios de vida rural», subrayó.
Fan dijo que los conflictos y las guerras obligan a la gente a abandonar sus hogares y trasladarse dentro de su país o a otros países.
Cada vez más, estos refugiados viven en centros urbanos o en regiones no agrícolas, como Jordania, Turquía, Líbano y últimamente Europa. La mayoría de los campos de refugiados están próximos a las ciudades.[related_articles]
«Por lo tanto debemos prestarle cada vez más atención a la pobreza y el hambre en las zonas urbanas ya que la gente se está desplazando a las ciudades, ya sea por razones económicas o por los conflictos. El cambio climático complicará aun más el desafío», observó Fan.
Tim Brewer, analista de la organización británica WaterAid, señaló que la falta de servicios básicos de salud pública es un problema enorme en las zonas rurales de los países en desarrollo.
Más de 426 millones de personas en los países de bajos y medianos ingresos no tienen acceso al agua potable y más de 1.350 millones tampoco tienen saneamiento básico, aseguró.
«La pobreza rural suele ir de la mano de la falta de acceso al agua potable», indicó.
Por ejemplo, en promedio, 32,3 por ciento de los africanos subsaharianos no tienen acceso al agua potable y más de 70 por ciento carecen de acceso a un baño privado. En las zonas rurales las cifras son aun peores y ascienden a 44 por ciento y 77 por ciento, respectivamente, según Brewer.
Las tasas de defecación al aire libre, que implica gran riesgo de transmisión de infecciones, también son mucho mayores en las zonas rurales. Esto se repite en casi todos los países en desarrollo, señaló.
La tarea de ir a buscar el agua suele recaer en las mujeres y las niñas, lo que les lleva un tiempo valioso que podría emplearse en el cuidado de la familia, la generación de ingresos, el estudio o el ocio.
Las enfermedades causadas por el agua sucia y el saneamiento deficiente implican pérdida de productividad y de tiempo en el sistema educativo y sobrecargan los centros sanitarios, de por sí frágiles. Todo ayuda a perpetuar el ciclo de la pobreza, aseguró Brewer.
«La diarrea sigue siendo una de las tres principales causas de muerte infantil. La septicemia se cobra la vida de medio millón de recién nacidos en todo el mundo cada año, y es causada por infecciones que a menudo se pueden prevenir con buenas prácticas de higiene que requieren servicios de agua y saneamiento», explicó.
El número de personas con acceso al agua potable en todo el mundo está creciendo, pero el progreso ha sido desigual, especialmente en los países más pobres, manifestó Brewer.
Traducido por Álvaro Queiruga