Pakistán tiene un plan contra la pérdida de biodiversidad

Zainab Samo, su hijo y su hija plantan un limonero en su granja en la aldea de Oan, en el distrito desértico de Tharparkar, en el sudeste de Pakistán. Crédito: Saleem Shaikh / IPS
Zainab Samo, su hijo y su hija plantan un limonero en su granja en la aldea de Oan, en el distrito desértico de Tharparkar, en el sudeste de Pakistán. Crédito: Saleem Shaikh / IPS

Pakistán adoptó un plan de conservación y protección de la biodiversidad con el fin de recuperar ecosistemas y promover el uso sostenible de los recursos naturales para el bienestar de las generaciones presentes y futuras.

Esta es una buena noticia para los agricultores Zainb Samo y Aziz Hingorjo, que perdieron su rica tierra de cultivo debido a la desertificación generalizada en el distrito de Tharparkar, en la sudoriental provincia de Sindh.[pullquote]3[/pullquote]

«La rápida pérdida de árboles y de la cubierta vegetal en nuestro distrito desértico de Tharparkar, con más de 1,6 millones de habitantes, se convirtió en una causa clave del avance del desierto”, explicó Hingorjo.

“Esta sombría situación ya obligó a muchas familias a emigrar a las zonas urbanas en busca de oportunidades de subsistencia y a donde puedan encontrar abundante disponibilidad de agua y forraje para su ganado», añadió.

La aprobación del Plan de Acción y Estrategia Nacional de Biodiversidad (NBSAP, en inglés) el 6 de noviembre allanó el camino para su puesta en práctica a principios de 2016, declaró Raja Naeem Ashraf, director de Biodiversidad del Ministerio de Cambio Climático.

Los objetivos principales del NBSAP son la protección del ambiente y la vida silvestre, la conservación de los ecosistemas y el uso sostenible de los recursos naturales. El plan esboza medidas para abordar las causas subyacentes de la pérdida de biodiversidad mediante la transversalización del tema en el gobierno y la sociedad en general.

Asimismo, incluye la forma de mejorar el estado de la biodiversidad protegiendo a los ecosistemas, las especies y la diversidad genética.

«También vemos cómo podemos utilizar el NBSAP para lograr la seguridad alimentaria sostenible mientras dialogamos con todos los usuarios de los recursos naturales para lograr una explotación duradera de los recursos, que atienda las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”, declaró Ashraf a IPS.

El plan fue redactado por la dirección forestal del Ministerio de Cambio Climático, en colaboración con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y expertos en forestación, agua, ambiente y vida silvestre.

Javed Ahmed, uno de los autores del NBSAP, explica que el plan se preparó para cumplir con las obligaciones internacionales contraídas por el país en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (1992) y para lograr las 20 Metas de Aichi para la Diversidad Biológica, acordadas durante la Conferencia de las Partes del convenio celebrada en Japón, en 2010, que adoptó un Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020.

Entre las 20 metas se encuentran «reducir a la mitad, y cuando sea posible, a cerca de cero el ritmo de pérdida de los hábitats naturales, incluidos los bosques, fijar una meta de conservación de 17 por ciento de las zonas de aguas terrestres y continentales y de 10 por ciento de las zonas marinas y costeras, la recuperación de al menos 15 por ciento de las áreas degradadas”, explicó Ahmed, experto en biodiversidad de la UICN.

El control de la degradación ambiental es difícil debido al limitado conocimiento sobre las consecuencias de la pérdida de biodiversidad y a la insuficiente capacidad institucional para su control, el uso a gran escala de fertilizantes químicos en la agricultura, y el uso insostenible de los recursos naturales y la masiva tala de árboles, según Seerat Asghar, secretario federal de Seguridad Alimentaria e Investigación.

Esto se ha traducido en una disminución de la fertilidad del suelo, deforestación y pérdida de productividad de los cultivos y la biodiversidad, lo cual agrava gradualmente la pobreza y el hambre, destacó.

Zainab Samo y su hijo pasan ocho horas al día en su granja familiar de poco más de una hectárea en la localidad de Nagarparkar, donde cultivan cebolla, tomate y chile, que le alcanzan a la mujer viuda para mantenerse a ella y a sus dos hijos.

Sus tierras de cultivo también tienen más de 250 árboles autóctonos, plantados para combatir la desertificación y la inseguridad alimentaria en la ciudad árida de casi medio millón de personas.

Algunos de los árboles, como los limoneros plantados hace tres años, también le brindan una fuente de ingresos.

Samo fue una de las afortunadas elegidas para un proyecto agroforestal quinquenal que puso en marcha en 2011 una organización de base comunitaria, Baanh Beli, con el apoyo financiero de la UICN.[related_articles]

La agricultora recibió asistencia financiera y técnica para la plantación de los árboles autóctonos en los límites de sus tierras de cultivo, señaló Hanif Samo, coordinador de Baanh Beli, a IPS.

«Hace pocas semanas coseché 9.600 kilos de cebolla, que me generaron unas 60.000 rupias paquistaníes (572 dólares). El costo total de la plantación de cebolla fue de 38.000 rupias paquistaníes (362 dólares)», explicó Samo.

Esa misma filosofía impulsa un proyecto de ganadería sostenible en Tharparkar, con el respaldo de las organizaciones Drynet, Catholic Relief Services y el Programa Mundial de Alimentos. El proyecto, iniciado en 2003, instaló 35 pequeñas granjas piloto agropecuarias como parte del plan del distrito para combatir el avance del desierto y conservar la biodiversidad.

El ganadero Hingorjo, de 43 años, estaba muy preocupado por el agotamiento de los recursos naturales, como el agua subterránea y la vegetación.

«Pero el apoyo económico, bajo la forma de la agricultura agropecuaria, la ayuda en la gestión y el desarrollo de capacidades para un uso mejor y eficiente de los recursos del agua para el ganado y la agricultura, me salvaron a mí y mi familia de caer en la trampa del hambre y la pobreza», afirmó.

Ahora tiene 3.300 árboles autóctonos de diferentes especies gracias al proyecto. Su establecimiento ganadero de 2,5 hectáreas le proporciona el forraje suficiente para sus 21 cabezas de ganado bovino.

«Los árboles ayudaron a limitar la desertificación al estabilizar las dunas de arena móviles en los alrededores del establecimiento. Además, mi ganado crece sano y se multiplica debido al suministro continuo de forraje de la granja», destacó.

En el distrito también se instalaron 15 establecimientos agropecuarios gracias a la Sociedad para la Conservación y Protección del Ambiente (SCOPE), con el apoyo de Drynet, cada uno de un máximo de dos o tres hectáreas. Estas granjas combinan los cultivos alimentarios, la agrosilvicultura y la ganadería, instaladas como unidades productivas y de exposición.

Otros agricultores, oriundos de distintas partes de las zonas áridas del país, las visitan para aprender técnicas de combate a la desertificación.

«Aproximadamente una cuarta parte de los 180 millones de habitantes del país es pobre y depende directamente de los recursos naturales para su subsistencia, ya sea la agricultura, la caza, la silvicultura, la pesca, etc.”, observó Tanveer Arif, presidente de Scope.

“La pobreza, combinada con el rápido aumento de la población y la creciente urbanización, genera intensas presiones sobre la tierra… Pakistán, como muchos otros lugares en el mundo, padece graves problemas de degradación de la tierra y desertificación», expresó.

Traducido por Álvaro Queiruga

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