Tres grandes silos tapan la vista desde Santarém a las aguas del imponente río Tapajós, en su confluencia con el río Amazonas, mientras las embarcaciones tradicionales malconviven con grandes buques cargueros. Son algunas de las consecuencias de la instalación de un complejo portuario en esta ciudad del norte de Brasil.
La forma de vida, la economía y los ecosistemas de Santarém y su gran región metropolitana se han visto alteradas desde que en su ribera la corporación estadounidense Cargill instaló en 2003 un puerto para sacar al océano Atlántico su producción de soja y de maíz, y de ahí a los mercados internacionales.
En torno a ese puerto, ha nacido un complejo logístico que ha impulsado la economía del área, pero pequeños agricultores, pescadores y otros sectores afectados, al igual que ambientalistas y activistas sociales, muestran su alarma por los impactos en esta vulnerable parte de la Amazonia brasileña, en el estado de Pará.
El puerto acorta la ruta al gran mercado chino, por ejemplo, en 4.500 kilómetros, lo que abarata los fletes para este país, que es el segundo productor mundial de soja y el principal exportador.
Pobladores, especialistas, activistas y autoridades cuentan a IPS en este video reportaje todo lo que la apertura de las hidrovías amazónicas para la soja ha supuesto para esta región metropolitana de Satarém, con unos 300.000 habitantes.