La piscicultura cosecha éxitos en África

La piscicultura ha permitido a muchos africanos combatir la pobreza y el hambre. Crédito: Jeffrey Moyo/IPS

El zimbabwense Hillary Thompson, de 62 años, arroja los granos de arroz que quedaron de su última comida, mezclados con restos de cerveza que elaboró con su propio sorgo, a una piscina que ha convertido en estanque acuícola.

“Durante más de una década, el cultivo de peces fue un hobby que me permitió ganar una fortuna”, dijo a IPS este hombre, que vive en Milton Park, un área suburbana y poco poblada de Harare.

Y es verdad: gracias a esa actividad pudo comprar varias propiedades que ahora alquila.

Thompson es apenas uno de los muchos que han encontrado una suerte de mina de oro en la piscicultura.

Los progresos africanos en esta área cobran impulso en un momento en que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) urge a los países a adoptar patrones de consumo y producción sostenible, como parte de sus nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que reemplazarán a los Objetivos de Desarrollo para el Milenio cuando estos expiren en diciembre.

Los ODS son un paquete de 17 objetivos que los 193 estados miembro del foro mundial deberán emplear como parámetros de desarrollo que rijan sus agendas y políticas durante los próximos 15 años.

Al padecer déficit nutricional, muchos africanos recurren a la piscicultura incluso en las ciudades, a fin de complementar su dieta.

[pullquote]3[/pullquote]Se estima que en Zimbabwe hay 22.000 personas que se dedican a esta actividad, según estadísticas de su Ministerio de Agricultura.

Detrás del éxito de muchos de estos productores está la Fundación de Acuicultura de Zimbabwe, que se creó en 2008 para movilizar recursos para el desarrollo sostenible de pesquerías ecológicas en el país, como estrategia para paliar la pobreza crónica y mejorar los medios de sustento de la población.

La cantidad de piscicultores es aún mayor en Malawi, donde unas 30.000 personas se abocan a esta práctica y a sus derivadas, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Las reservas pesqueras aportan alrededor de 70 por ciento de la ingesta de proteínas de los 14 millones de habitantes que se estima tiene el país, la mayoría de los cuales son demasiado pobres para comprar carne.

Muchos malawíes como Lewis Banda, de Blantyre –la segunda ciudad más grande del país-, lograron salir de la indigencia gracias a la acuicultura. Este tipo de emprendimientos son menos demandantes desde el punto de vista económico, todos pueden realizarlos, y el pescado se vende más rápidamente porque es más barato, explicó a IPS.

En muchas pequeñas localidades y ciudades de África, productores pesqueros que fueron prosperando convirtieron sus piletas y patios traseros en estanques acuícolas de pequeña escala, disparando así su proverbial pasaje de la pobreza a la riqueza.

La FAO estima que, en el mundo, el valor del comercio de pescado es de 51.000 millones de dólares anuales, empleando directamente a más de 36 millones de personas y permitiendo que 200 millones obtengan ingresos directos e indirectos gracias a este producto.

La agencia de la ONU también informa que, en toda África, la pesca brinda ingresos directos a unos 10 millones de personas, la mitad de ellas mujeres, y contribuye con el suministro de alimentos para otros 200 millones de personas.

En Uganda, por ejemplo, lo producido en los estanques acuícolas representa más de 200 millones de dólares al año, aportando 2,2 por ciento del producto interno bruto del país, mientras que la actividad emplea a unos 135.000 pescadores y a otras 700.000 personas en el procesamiento y comercio.

Esta creciente tendencia acuícola se registra justo cuando la Nueva Alianza para el Desarrollo de África promueve que iniciativas como la acuicultura se repliquen a fin de fortalecer las economías nacionales, combatir la pobreza y mejorar la seguridad alimentaria de los africanos.

[related_articles]El año pasado, en Sudáfrica, Alan Fleming, director de The Business Place, una organización dedicada al desarrollo y la asistencia con sede en Ciudad del Cabo, propuso usar contenedores portuarios como estanques acuícolas.

Las comunidades pobres del país recibieron la idea con beneplácito. “Ahora todos mis hijos van a la escuela” gracias a esa modalidad, dijo a IPS el productor Mpho Ntabiseni, de Philippi, un distrito pobre de Ciudad del Cabo.

Citando la creciente escasez de pescado cosechado del modo tradicional, en 2014 el gobierno de Sudáfrica invirtió 7,8 millones de dólares en proyectos acuícolas.

También el año pasado, unos 71.000 sudafricanos participaron en esta actividad, según cifras del Departamento de Asuntos Ambientales del país.

“La acuicultura ayuda a las comunidades africanas pobres a agregar proteína de alto valor a su dieta”, dijo a IPS la nutricionista independiente Agness Mwansa, radicada en Lusaka.

También, según Julius Sadi, de la Fundación de Acuicultura de Zimbabwe, “los consumidores prefieren el pescado obtenido en los estanques acuícolas porque se cría en agua expuesta a muy escasa o nula contaminación”.

A consecuencia, agencias como el Departamento de Desarrollo Internacional de Gran Bretaña ayudaron en la última década a impulsar la industria piscícola en África.

 

Editado por Phil Harris

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