La embajada de Estados Unidos en Cuba volverá este mes a su antigua sede frente al malecón de La Habana, una edificación que alberga a la Sección de Intereses de Washington en esta nación caribeña, acusada durante años por Fidel Castro de “cuartel general” de la disidencia interna.
La misión de siete pisos estrenada en 1953, cerró sus puertas en enero de 1961 tras el rompimiento de los nexos diplomáticos. Desde 1977, bajo el gobierno del presidente estadounidense James Carter, cobija a la Sina, las siglas de la misión de Washington en inglés, por la que se la conoce localmente.
Se ocupa de asuntos consulares, al igual que la Sección de Intereses de Cuba en Washington, que opera bajo el gobierno de Suiza.
Tras más de seis meses de negociaciones, los dos países acordaron este miércoles 1 oficializar a partir del próximo 20 de julio el restablecimiento pleno de relaciones diplomáticas y abrir misiones permanentes, en una decisión que cierra 54 años de distanciamiento e inicia una nueva era en la historia cubano-estadounidense.
“Con este cambio, podremos aumentar considerablemente nuestro contacto con el pueblo cubano. Tendremos más personal en nuestra embajada, y nuestros diplomáticos podrán participar de manera más extensa en toda la isla”, dijo el presidente estadounidense, Barack Obama, al anunciar la decisión.
Justamente, uno de los obstáculos a vencer por los negociadores era la resistencia cubana a conceder libertad de movimiento por todo el país al personal de la misión estadounidense y permitir que aumentase en número. En ese sentido, el presidente cubano, Raúl Castro, invocó nuevamente el respeto a lo establecido en la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas.
Según ese convenio, el personal diplomático está obligado a «no inmiscuirse en los asuntos internos de ese Estado» y sus oficinas no deben ser utilizadas de manera incompatible con las funciones de la misión. Las autoridades cubanas temen que la diplomacia estadounidense aumente su apoyo a la oposición interna bajo el manto de un acercamiento a la sociedad civil.
Sin embargo, no todos en Cuba ven el tema desde ese prisma. “Las posibilidades para que los funcionarios estadounidenses puedan moverse dentro de Cuba, al igual que los funcionarios cubanos dentro de Estados Unidos, serán beneficiosas para el entendimiento entre los dos países”, comentó a IPS el coordinador general del proyecto ciudadano Cuba Posible, Roberto Veiga.
En su opinión, “mientras más conozcan (los diplomáticos) al pueblo cubano, sabrán mejor cuáles son sus anhelos, necesidades, aspiraciones y demandas a las que pueden contribuir con una relación positiva. Estarán mejor capacitados para encontrar la manera de normalizar las relaciones”.
“La sociedad civil no va a cambiar su opinión ni su forma de expresarse porque un diplomático estadounidense pueda desplazarse por todo el país. Va a existir la posibilidad de que la sociedad civil de todo el país escuche lo que tiene que decir Estados Unidos y viceversa”, consideró, a su vez, el bloguero Taylor E. Torres.
Pero la hoja de ruta para una normalización de los vínculos bilaterales incluye temas de mayor calado y complejidad.
Para Cuba, es imposible una relación normal sin la eliminación del bloqueo económico y comercial que mantiene Estados Unidos desde los años 60 del pasado siglo, a contrapelo de la condena casi unánime de los Estados miembros de la Organización de Naciones Unidas.
Otro asunto espinoso es la exigencia cubana a que Washington devuelva la base naval de Guantánamo. Obama no mencionó este punto en su alocución, aunque si exhortó nuevamente al Congreso legislativo, que mire hacia el futuro y tome medidas para desmontar el embargo que “evita que los estadounidenses hagan negocios con Cuba”.
La economía cubana necesita oxigenarse con inversiones extranjeras y, dentro de las reformas emprendidas desde 2008, diseñó una cartera de 246 proyectos por valor de 8.700 millones de dólares. Según analistas, los inversores de Estados Unidos serán superados por países europeos y latinoamericanos, por su lentitud en desembarcar en el país vecino, del que le separan solo 90 millas.
El gobierno cubano ha dicho que requiere ingresar unos 2.500 millones de dólares anuales, para garantizar un crecimiento de la economía de al menos 4,5 por ciento. Esa necesidad estaría entre los ingredientes en la decisión cubana de aceptar el reto político e ideológico de propiciar el deshielo con su poderoso vecino.
Castro y Obama anunciaron su decisión de reanudar sus lazos diplomáticos el pasado 17 de diciembre, y desde entonces se incrementaron de manera considerable las visitas de congresistas estadounidenses interesados en conocer la situación en el terreno, mientras muchos ciudadanos del país vecino, comenzaron a llegar al país, usando diferentes visas, porque el embargo impide formalmente el turismo.[related_articles]
La apertura de embajadas facilitará indudablemente el intercambio entre las instituciones, los actores económicos y la ciudadanía.
Para esa apertura, Washington informó que vendrá a La Habana el estadounidense secretario de Estado, John Kerry, en una fecha no precisada del mes, antes o después del día 20.
El jefe de la diplomacia estadounidense alertó que los dos países siguen teniendo fuertes diferencias sobre la democracia, los derechos humanos y otros temas relacionados. Estos son asuntos en que el gobierno cubano no acepta ser singularizado u objetivo de denuncias individuales ante organismos internacionales.
Kerry sería el primer secretario de Estado en visitar Cuba desde 1945. “La reanudación de las actividades de la embajada nos ayudará a involucramos con el gobierno cubano con más frecuencia y también permitirá a nuestro diplomáticos interactuar francamente, de manera más amplia y efectiva, con el pueblo cubano”, afirmó.
En la pasada década, el líder histórico de la revolución cubana Fidel Castro, quien dejó el poder en 2006 por enfermedad, encabezó multitudinarias marchas frente a la Sina. Las primeras demandaron el regreso a Cuba de Elián González, un niño balsero rescatado de las aguas frente a las costas del estado de Florida y entregado a familiares residentes en el país norteño.
Otras demostraciones reclamaron libertad para cinco agentes cubanos sometidos a severas condenas bajo cargos de espionaje, según Cuba nunca probados, y condenaron la política hostil de Estados Unidos. Elián González fue repatriado en junio de 2000. Los cinco condenados por espionaje están libres y en los alrededores de la Sina reina ahora la tranquilidad, según los vecinos.
Mudos testigos de tiempos turbulentos, permanecen frente a la edificación la Tribuna Amtiimperialista, bautizada popularmente como “protestódromo”, y el Monte de las Banderas.
Ese bosque de astas de bandera fue erigido en 2006, como respuesta a un tablero electrónico que la Sina colocó en su quinto piso, desde el que durante unos tres años se difundieron mensajes alusivos a la democracia y los derechos humanos. Ahora, en ese edificio, lo que se erigirá será la bandera estadounidense.
Residentes en áreas aledañas a la misión, situada en el barrio capitalino de El Vedado, comentaron a IPS que las tensiones y conflictos en la zona quedaron atrás. Ahora solo pierden el sueño cuando la tribuna, una explanada que sustituyó al parque frente a la Sina, es escenario de veladas musicales nocturnas.
Con la contribución de Ivet González, desde La Habana.
Editado por Estrella Gutiérrez