Las amenazas que suponen el cambio climático, la destrucción de los arrecifes de coral, la captura excesiva y la posible pérdida de varias especies comerciales obligan a adoptar medidas especiales en el Caribe, destinadas a mantener la sostenibilidad de la pesca.
Instituciones regionales y la organización estadounidense Wild Earth Guardians (Guardianes de la tierra silvestre) solicitaron que se haga una lista con algunas de las especies marinas con valor económico, según sean vulnerables, estén en peligro o se encuentren en riesgo de extinción.
Además, hay científicos regionales que creen que el cambio climático puede alterar el ámbito de algunas de las mayores especies y, quizá, eliminar algunas de las existentes.[pullquote]3[/pullquote]
Los ministros que administran la pesca en los países del Caribe insular expresaron su preocupación por que las “decisiones y las actividades extra-nacionales” puedan tener un impacto en el bienestar social y económico de sus países y su acceso a mercados internacionales.
También acordaron proteger la sostenibilidad y la comercialiación de varias especies marinas de alto valor.
En una reunión de noviembre de 2014, el Consejo Ministerial del Mecanismo de Pesca Regional del Caribe expresó su preocupación por la decisión del gobierno de Estados Unidos de incluir al mero estriado (Epinephelus striatus), una especie comercial, bajo la Ley de Especies en Peligro.
El mero y el caracol pala (Lobatus gigas) son dos de las 19 especies caribeñas que, según la organización Wild Earth Guardians, necesita protección. La lista también incluye otras 14: una de coral, una de mantarraya, cinco tiburones, dos de peces sierra, cuatro meros y el caracol pala.
Las autoridades de pesca saben que colocarlos en la lista implica prohibir su comercialización internacional. También puede significar permisos rigurosos y sistemas de cuotas que impiden el comercio de poblaciones vulnerables en países sin estructuras de gestión en funcionamiento.
La organización señala que su motivación es el estado crítico de muchas especies del Caribe y lo que parece ser una insaciable demanda en Estados Unidos.
Las 14 especies vulnerables mencionadas ya figuran en la lista de especies protegidas o amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), precisó Taylor Jones en diálogo con IPS.
“Específicamente en términos del caracol pala, notamos que el apetito de Estados Unidos por su carne tiene un impacto en las reservas del Caribe”, explicó la especialista.
También señaló que cuando su organización toma medidas procura limitar el impacto del consumo estadounidense, que ya diezmó la pesca de sus propios caracoles pala, en el resto del mundo.
Estados Unidos es el mayor importador de carne de caracol con un consumo de 78 por ciento de la producción, que se estima entre 907 y 1.133 kilogramos al año.
La organización Wild Earth Guardians no logró que se incluyera el caracol pala en la lista de la Ley de Especies en Peligro y sigue preocupada por su destino.
Estados Unidos prohibió su pesca en el sudoriental estado de Florida en 1986, pero la población todavía no se recupera y la pesca en los territorios caribeños no es buena.
En las Islas Turcas y Caicos, de las mayores exportadoras del molusco en la región, las reservas de caracol están a punto de colapsar, según la bióloga Kathleen Woods.
“Los caracoles en esas islas están en un momento crítico”, alertó.
“Los resultados preliminares de un sondeo visual mostraron que en las islas no hay una densidad suficiente de adultos para sostener la reproducción y el desove. Es decir que a menos que se prohíba la pesca para permitir su recuperación, probablemente quede diezmada en los próximos cuatro años”, explicó.
La Secretaría del Mecanismo de Pesca Regional del Caribe indicó que ya analiza planes de gestión para las especies más consumidas o más explotadas por los estados miembro.
El organismo sostiene que hay evidencias de que la población de meros y los lugares de desove disminuyen y apoya su inclusión en la lista de especies en peligro.
La Secretaría elaboró una estrategia para implementar los estándares mínimos para la gestión, la conservación y la protección de la langosta común del Caribe (Panulirus argus) en los 17 estados miembro.
También expresó su preocupación por la disminución de la pesca, la destrucción de hábitats y la ausencia de un sistema de gestión en otros estados.
En Jamaica, donde la pesca de la langosta y el caracol pala están reguladas por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites, en inglés), las autoridades amplían la protección a otras especies locales que ya soportan estrés por la sobrepesca y el cambio climático, dijo el director de pesca Andre Kong en diálogo con IPS.
“Buscamos trampas biodegradables y en cuanto se pueda mejorar el sistema de gestión existente para incluir a la langosta espinosa (Panulirus guttatus), conocida localmente como langosta pollo”, indicó, explicando que las especies locales no se rigen por la normativa de la Cites.[related_articles]
Algunas especies preferidas en el Caribe como escáridos y erizos de mar sufren un gran declive. Organizaciones regionales buscan prohibir la pesca de esas y otras especies para proteger a las poblaciones restantes y a los arrecifes.
Algunos países ya restringieron la captura del pez loro, y la UICN incluso recomendó incluirlo en la lista de especies especialmente protegidas bajo el Protocolo sobre Áreas Especialmente Protegidas y Vida Silvestre (SPAW, en inglés).
El Mecanismo de Pesca Regional del Caribe ya implementó un plan de gestión para los peces voladores del Caribe oriental, que soporta un pequeño, pero lucrativo comercio en los países que lo capturan.
También está en marcha un plan de acción en los arrecifes de coral, se terminó la revisión de las leyes de varios estados miembro, junto con la ampliación de programas para generar consciencia pública para los pescadores regionales.
Una de las dificultades es que las normas no son vinculantes y deja la implementación en manos de los gobiernos.
Woods, quien encabezó el Departamento de Ambiente y Vida Marina de Islas Turcas y Caicos hasta mediados de 2014, señaló que a pesar de la existencia de leyes que superan a las del Mecanismo de Pesca Regional del Caribe, el hábitat de la langosta y el caracol “se sigue degradando y perdiendo por malas prácticas de desarrollo como el dragado y el uso de materiales corrosivos para la pesca y otras actividades”.
El experimentado pescador Oscar Talbot coincide con Woods en que una combinación de factores, como la ausencia de voluntad política, la falta de control y la corrupción en las agencias de regulación, están entre las razones por las que las reservas de caracol pala están al borde del colapso.
“Barcos piratas, buzos ilegales y algunos políticos con sus propias plantas (de procesamiento) juegan un papel en la explotación inadecuada del pez, la langosta y el caracol. También tenemos muchos pescadores y barcos ilegales agarrando caracoles juveniles dentro y fuera de estación”, indicó.
Islas Turcas y Caicos es el único país que permite la captura y el consumo de tortugas marinas y tiburones, pero Woods cree que la explotación de esas especies por parte de la población local es sostenible. Talbot quiere que los pescadores cumplan las normas y exploten los recursos en la temporada en que está permitido.
Algunas autoridades regionales se mostraron “indignadas” por acciones de organizaciones no gubernamentales, pero los pescadores regionales coincidieron con Talbot en que los gobiernos locales solo van a actuar mediante la presión externa.
“En general, parece que la región tiene recursos limitados para destinar a la conservación, como la falta de fondos y de personal para supervisar el cumplimiento de las normas”, observó Jones.
“Esperamos que la Ley de Especies en Peligro mejore la disponibilidad de fondos y de personal para los programas de conservación locales”, indicó Jones.
Editado por Kitty Stapp / Traducido por Verónica Firme