Hidroeléctrica amazónica deja rastro de salud para población

Fachada del nuevo Hospital General de Altamira, aún sin inaugurar, que será el más moderno de la esta ciudad amazónica brasileña y recibirá los enfermos más graves de los 11 municipios afectados por la construcción de la central hidroeléctrica de Belo Monte. Crédito: Mario Osava/IPS
Fachada del nuevo Hospital General de Altamira, aún sin inaugurar, que será el más moderno de la esta ciudad amazónica brasileña y recibirá los enfermos más graves de los 11 municipios afectados por la construcción de la central hidroeléctrica de Belo Monte. Crédito: Mario Osava/IPS

Una amplia infraestructura de salud pública y la erradicación de la malaria serán probablemente el mejor legado de la central hidroeléctrica de Belo Monte, en la Amazonia brasileña, para la población local trastornada por los impactos del megaproyecto.

La ocurrencia de malaria, también conocida como paludismo, en los seis municipios del entorno donde se ejecuta el Plan de Acción de Control de la enfermedad cayó 95,7 por ciento desde 2011 y 2015. Los 3.298 casos de enero-marzo de 2011, en vísperas del inicio de la obra, se redujeron a 141 en el mismo periodo de este año.

Dos municipios no registraron ningún enfermo hasta mayo, destacó José Ladislau, gerente de Salud de Norte Energía, el consorcio de empresas estatales y privadas que ganó la concesión de Belo Monte por 35 años. En los demás municipios solo hubo 10 casos.

“Hace dos años que nadie se enferma de malaria en Brasil Novo, esa es la mejor noticia”, confirmó Noedson Carvalho, secretario de Salud del municipio, que se  ubica a 45 kilómetros del río Xingú, sobre el que se construye la gigantesca central hidroeléctrica con una potencia de 11.233 megavatios.

La malaria, endémica en la Amazonia, es un gran factor de la pobreza rural, recordó Ladislau a IPS. Y una de sus más elevadas incidencias ocurría en la cuenca del Xingú.

El contagio se redujo en altos niveles en casi todo el norteño estado de Pará, donde están los tramos bajo y medio del Xingú, gracias a la distribución masiva de mosquiteros impregnados de insecticida y al diagnóstico y tratamiento precoz de los enfermos.

Pero el resultado en los alrededores de Belo Monte, con una población rural abundante y vulnerable, exigió una acción intensa de Norte Energía, con un costo de unos 11 millones de dólares, destinada a multiplicar laboratorios, vehículos y mosquiteros perfeccionados, en que se reactiva el insecticida mojando el tejido.

“Brasil Novo obtuvo de Belo Monte lo que no lograría en siglos por sí solo”, reconoció Carvalho a IPS, lo que incluye un hospital de 42 camas y cinco unidades básicas de salud (UBS), que ahora integran el sistema de salud pública municipal.

El hospital ya existía, pero era privado y, por dificultades financieras, había cerrado s en abril de 2014, dejando sin asistencia a los estimados 22.000 habitantes de Brasil Novo, justo cuando la demanda estaba en auge por la afluencia de nuevos pobladores atraídos por la construcción de Belo Monte.

Aguas servidas discurren por una de las calles céntricas de Altamira, pese a que hay un sistema de alcantarillado subterráneo. El mal saneamiento deja a la población infantil vulnerable a diarreas, que son causa de muchos ingresos en los hospitales de esta ciudad amazónica brasileña, cercana a la central hidroeléctrica de Belo Monte. Crédito: Mario Osava/IPS
Aguas servidas discurren por una de las calles céntricas de Altamira, pese a que hay un sistema de alcantarillado subterráneo. El mal saneamiento deja a la población infantil vulnerable a diarreas, que son causa de muchos ingresos en los hospitales de esta ciudad amazónica brasileña, cercana a la central hidroeléctrica de Belo Monte. Crédito: Mario Osava/IPS

“Son 30 partos al mes, como promedio, una situación terrible sin hospital en la ciudad”, resumió el secretario de Salud.

Hubo que improvisar centros de atención básica para internar enfermos y enviar los más graves a Altamira, la ciudad más poblada de la región, con unos 140.000  habitantes, según estimaciones no oficiales.

La alcaldía de Brasil Novo negoció entonces la compra y la reforma del clausurado hospital, con recursos aportados por Norte Energía, mediante el Plan de Desarrollo Regional Sustentable (PDRS). Ahora será un hospital público de atención gratuita.

El PDRS se concentra en impulsar políticas públicas y proyectos locales con fondos de la empresa.

Se suma al Proyecto Básico Ambiental (PBA), un conjunto de 117 obras y acciones que debe ejecutar la concesionaria de Belo Monte, como compensación para los 11 municipios afectadas por la hidroeléctrica y sus poblaciones.

El total de esas inversiones equivale a 1.200 millones de dólares, la suma más abultada que un megaproyecto brasileño aporta al desarrollo local, como condición para obtener las licencias ambientales requeridas. Representa cerca de 14 por ciento del presupuesto total de la construcción.

Tres nuevos hospitales y tres en reforma encabezan la infraestructura física de salud que ganarán los 11 municipios afectados por la megaobra.

El mayor, el Hospital General de Altamira, con 104 camas, 10 de terapia intensiva, está listo y hereda equipos y personal de otro antiguo hospital municipal, con 98 camas, que se reconvertirá en un centro materno-infantil.

Una nueva unidad básica de salud en el barrio de São Joaquim, que acaba de ser ocupado por familias desplazadas de áreas que serán inundadas por la represa de Belo Monte, sobre el río Xingú, en la Amazonia brasileña. La concesionaria de la central ha construido 30 de esos centros de atención primaria en los cinco municipios más afectados por el megaproyecto. Crédito: Mario Osava /IPS
Una nueva unidad básica de salud en el barrio de São Joaquim, que acaba de ser ocupado por familias desplazadas de áreas que serán inundadas por la represa de Belo Monte, sobre el río Xingú, en la Amazonia brasileña. La concesionaria de la central ha construido 30 de esos centros de atención primaria en los cinco municipios más afectados por el megaproyecto. Crédito: Mario Osava /IPS

Con equipos de tecnología avanzada, el nuevo hospital cuenta con sistemas de comunicación, iluminación, temperatura, distribución de agua y relojes, todo bajo control automático y central, y con higiene extremada en ropas, personal, basuras y desagüe, señaló Ladislau.

Hay críticas de que las inversiones amplían limitadamente la capacidad hospitalaria y el número de camas, al reformar o ampliar unidades ya existentes. Pero el veterano médico responde que “no debe sobredimensionarse el sistema”, con costos de mantenimiento y operación innecesarios para municipios que son pobres.

“Se trata de estructurar una buena red de salud en la región de 11 municipios… con el foco en la atención primaria”, para lo que Norte Energía construyó 30 UBS, distribuidas por cinco municipios, siete solo en Altamira, explicó.

“Con esa atención, el saneamiento y otras medidas preventivas se reducirá la presión por camas en los hospitales”, sostuvo. En el Hospital Municipal de Altamira se registran cerca de 1.500 ingresos anuales de niños menores de cinco años, la mayoría por diarrea, un problema evitable mediante el saneamiento, ejemplificó.

El reasentamiento de pobladores de palafitos y áreas que serán inundadas por los embalses de Belo Monte, en nuevos barrios construidos en tierras altas y secas, ya reducirá mucho los casos de diarrea, acotó.

Las UBS implantadas en esos barrios ofrecen consultas médicas, asistencia odontológica, visitas a las familias, orientaciones preventivas y un sistema de estadísticas que identifica el perfil sanitario del barrio, permitiendo planificar la provisión de medicamentos, jeringas y otros insumos, observó Ladislau.

Toda esa infraestructura ofrecida por Norte Energía dependerá de la gestión municipal y del personal que prestará servicios, incluido el de mantenimiento.

Brasil Novo es un municipio pobre al que casi no llegarán las regalías de Belo Monte y enfrentará dificultades para sostener su hospital, admitió Carvalho, el secretario de Salud.

No faltan médicos gracias al programa Más Médicos del gobierno central, que contrató miles de facultativos cubanos dispuestos a trabajar en el interior de Brasil, y que también está logrando la participación de profesionales nacionales, matizó.

Pero un hospital necesita cirujanos y otros especialistas más difíciles de atraer a los municipios amazónicos.

Se corre el peligro de que hospitales con capacidad de entre 32 y  42 camas en Brasil Novo y otros dos municipios queden parcialmente ociosos, porque sus poblaciones oscilan entre 15.000 y 25.000 habitantes y los enfermos más graves buscarán atención en los centros más grandes y mejor equipados de Altamira.

La dificultad de atraer personal calificado tiene un ejemplo en el curso de medicina de la Universidad Federal de Pará, en su sede de Altamira, que no pudo abrirse por falta de profesores con doctorado.

Además los residentes critican a la empresa por el atraso en estos proyectos de salud, que debieron adelantarse al aumento de la demanda por la presencia de trabajadores foráneos, para así cumplir uno de sus compromisos en ese rubro.

Al atraso se sumó el cierre temporal de servicios para construir nuevas instalaciones. Fue el caso del Hospital General, que aprovechó un modesto edificio de salud primaria en un barrio pobre de Altamira, para convertirlo en un gran hospital.

“Lo que ya era precario, empeoró”, evaluó Marcelo Salazar, coordinador del no gubernamental Instituto Socioambiental en Altamira.

Editado por Estrella Gutiérrez

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