Desde hace 32 años, el técnico forestal Joel Poyer trabaja con los bosques de San Vicente y Granadinas, y en los 18 meses que le quedan para la jubilación tiene la esperanza de que el gobierno y la población presten más atención a cómo las actividades humanas agravan las consecuencias del cambio climático.
«En este momento, es como un cáncer que nos carcome», dijo a IPS este activista y sindicalista de 54 años, con respecto a las acciones de sus compatriotas, muchos de ellos cultivadores ilegales de marihuana, que despejan grandes extensiones de tierra para sus cultivos y luego las abandonan al cabo de unos años para iniciar el ciclo nuevamente.[pullquote]3[/pullquote]
En los últimos años, varios fenómenos meteorológicos extremos demostraron cómo actividades que se realizan en el bosque, lejos de la vista de la población, pueden tener un impacto devastador en las zonas residenciales de la costa.
El huracán Tomas, en octubre de 2010, y las fuertes lluvias que causaron deslizamientos de tierra e inundaciones en abril de 2011 y diciembre de 2013, generaron daños y perjuicios por un total de 222 millones de dólares en este país del Caribe oriental de poco más de 100.000 habitantes.
Los residentes también se vieron sorprendidos por la cantidad de troncos que las inundaciones depositaron en pueblos y aldeas, y la forma en que, como si fueran proyectiles, dañaron o destruyeron viviendas e infraestructura pública.
No muchos de los árboles, sin embargo, estaban recién arrancados por el desastre natural. La mayoría eran troncos previamente talados.
«Tenemos que prestar atención a lo que está sucediendo en el bosque», declaró el primer ministro Ralph Gonsalves a los medios de comunicación tras las fuertes lluvias de diciembre de 2013.
«Si estamos viendo estos troncos en el extremo inferior (del río), se puede imaginar el daño en el extremo superior», subrayó, y agregó que las inundaciones habían dañado alrededor de 10 por ciento de los bosques del país.
«Si no se quitan esos troncos, y si no tratamos correctamente las defensas fluviales en las zonas superiores del río, tenemos una bomba de tiempo… porque cuando las lluvias torrenciales vengan de nuevo, simplemente arrastrarán lo que encuentren en su camino», advirtió Gonsalves.
El impacto de la deforestación en San Vicente y Granadinas es generalizado. En algunos casos, los agricultores despejaron hasta cuatro hectáreas de bosque para el cultivo de marihuana a más de 900 metros sobre el nivel del mar, indicó Poyer.
Pero los agricultores que cultivan productos legales, como verduras y tubérculos, también emplean prácticas que hacen que los suelos sean más susceptibles a la erosión, en una época en que el país experimenta períodos de sequía más largos y lapsos de lluvia más cortos y más intensos.
Muchos agricultores utilizan el método de tala y quema, que purga a la tierra de muchos de sus nutrientes y hace que el suelo se afloje. Entonces los productores recurren a los fertilizantes, lo que aumenta los costos de producción.
«Cuando se dan cuenta de que los insumos les cuestan más, abandonan las tierras. Al abandonarlas, esas tierras quedan despojadas, y ocurre la erosión. Así pueden suceder… deslizamientos de tierra”, explicó Poyer.
El acceso a estas tierras puede ser tan complicado que la reforestación resulta muy cara, añadió.
«En ocasiones tendremos que poner diques para tratar de reducir la erosión y permitir que la vegetación crezca naturalmente, y esperar y rezar para que en dos años… alguien no haga exactamente lo mismo que había ocurrido dos años antes”, comentó.
A medida que el cambio climático continúa afectando a la región, los países del Caribe oriental experimentan períodos de sequía más largos, como es el caso en la actualidad, lo que provoca escasez de agua potable en algunos lugares.
Los funcionarios encargados de las emergencias en San Vicente y Granadinas advirtieron que se espera que la temporada de lluvias comience en julio este año, al menos cuatro semanas más tarde de lo habitual. Advertencias similares se emitieron en toda la región.[related_articles]
Esto hace que las condiciones sean propicias para los incendios forestales en un país donde todo el litoral corre riesgo de incendio debido al tipo de vegetación.
El jefe de bomberos, el superintendente de la policía Isaiah Browne, dijo a IPS que este año los bomberos respondieron a 32 incendios forestales, en comparación con 91 en todo 2014.
Poyer señaló que, además del tipo de vegetación existente en la costa, una gran cantidad de árboles en la zona fueron talados para permitir la construcción de viviendas y otras obras.
«Y eso también impacta en la vida acuática. Por eso es que a veces ya casi no vemos peces a lo largo de la costa, ya que no hay árboles que enfríen el agua para que las algas consigan alimento», explicó.
Los comentarios de Poyer concuerdan con la advertencia de Susan Singh-Renton, subdirectora del Mecanismo de Pesca Regional del Caribe, que asegura que a medida que la temperatura del mar se eleve, las especies de peces autóctonas, que son una fuente importante de proteínas, podrían trasladarse más hacia el norte.
Los efectos de los incendios forestales, junto con el mal tiempo como consecuencia del cambio climático, han tenido resultados catastróficos en San Vicente y Granadinas.
Editado por Kitty Stapp / Traducido por Álvaro Queiruga