Los conflictos militares en Medio Oriente, y los bombardeos contra Yemen por una coalición árabe liderada por Arabia Saudita, provocaron una nueva carrera armamentista en la región políticamente volátil.
Los principales beneficiarios son Estados Unidos y Rusia, los dos mayores vendedores de armas del mundo, que además son los proveedores de numerosas partes en conflicto en Siria, Iraq, Libia y, más recientemente, Yemen.[pullquote]3[/pullquote]
Natalie J. Goldring, investigadora del programa de estudios de seguridad en la Escuela Edmund A. Walsh de Servicio Exterior, de la estadounidense Universidad de Georgetown, comentó a IPS que «una vez más, Medio Oriente parece estar sumido en una carrera armamentista».
Goldring se refirió a un artículo del diario The New York Times, titulado «La venta de armas de Estados Unidos alimenta las guerras de los estados árabes», sobre las posibles ventas de armas estadounidenses a la región en un futuro próximo.
«Pero es poco probable que esa sea toda la historia», agregó.
Con toda probabilidad, de concretarse las ventas de Estados Unidos, Rusia las tomará como excusa para vender más armas a sus clientes.
«Es un ciclo fácil de predecir, Estados Unidos realiza importantes ventas a clientes como Arabia Saudita, Qatar o Emiratos Árabes Unidos. Entonces Rusia le vende armas a Irán y quizás Siria, con el argumento de que simplemente está equilibrando las ventas de Estados Unidos. Y el ciclo continúa», destacó.
La coalición árabe que bombardeó a Yemen en el último mes en respaldo del presidente yemení Abdu Rabbu Mansur Hadi, cuyo gobierno fue derrocado por fuerzas rebeldes chiíes hutíes en enero, está liderada por Arabia Saudita e incluye a Bahréin, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Jordania y Qatar, todos equipados principalmente con armas estadounidenses.
Los aviones empleados en los ataques en el territorio yemení fueron en su mayoría F-15 y F-16, aviones de combate de primera línea en los arsenales de Medio Oriente.
Según la revista The Economist, «ajeno a la crisis humanitaria en desarrollo», el príncipe Al Waleed bin Talal, descrito como un miembro multimillonario de la familia real saudí, ofrece a cada uno de los pilotos que participan en las incursiones en Yemen, 100 en total, un lujoso automóvil Bentley.
Este mes, Rusia anunció que levantará el embargo voluntario que impuso durante cinco años a la venta de misiles antiaéreos S-300 a Irán, que está acusado de armar a los rebeldes hutíes atacados por Arabia Saudita y sus aliados.
La coalición saudí, que detuvo temporalmente los ataques aéreos en los últimos días, reanudó los bombardeos el último fin de semana.
Como informó el diario The Wall Street Journal este lunes, la campaña aérea transformó a Yemen en un campo de batalla del enfrentamiento más amplio por el poder regional que existe entre el Irán chií y los países musulmanes suníes, liderados por Arabia Saudita.
También se indicó que el gobierno ruso ofreció vender misiles tierra-aire Antey-2500 a Irán, lo que dotaría a Teherán de un sistema móvil con la capacidad para atacar a misiles y aviones.
Rusia también sigue siendo el principal proveedor de armas de Siria, otro punto conflictivo de Medio Oriente.
Históricamente, casi la totalidad de los sistemas de armas del arsenal sirio proceden de Rusia, que hace décadas firmó un Tratado de Amistad y Cooperación con Damasco para asegurar el suministro ininterrumpido de armas de Moscú.
La guerra civil en Siria se cobró más de 220.000 vidas desde que comenzó en marzo de 2011, y no tiene miras de resolverse.
Datos difundidos por el Instituto Internacional de Estocolmo de Investigación para la Paz (Sipri) señalan que Estados Unidos sigue siendo el principal exportador de armas mundial.
En el quinquenio de 2010-2014, el más reciente investigado por el Sipri, Estados Unidos acaparó 31 por ciento de las transferencias mundiales de armas convencionales, seguido por Rusia, con 27 por ciento. Ningún otro país superó más de cinco por ciento de las ventas en ese período.
Según el diario The New York Times, funcionarios de la industria de defensa de Estados Unidos dijeron al Congreso legislativo de ese país que esperaban en cuestión de días un pedido de compra de los países árabes por “miles de misiles, bombas y otras armas de fabricación estadounidense, para reponer un arsenal que se ha agotado en el último año”.
Qatar tiene previsto reemplazar sus cazas Mirage, de fabricación francesa, con aviones F-15 estadounidenses.
Goldring señaló a IPS que un aspecto particularmente preocupante es la posible venta del nuevo avión de combate F-35 con capacidad furtiva, uno de los más avanzados de Estados Unidos, a los países de Medio Oriente.[related_articles]
«Vimos esta táctica antes. Primero, los políticos estadounidenses quieren vender nuestros aviones de combate más sofisticados. Luego… dicen que tenemos que desarrollar nuevos cazas porque la tecnología actual fue distribuida a muchos ya”, explicó.
«Si queremos preservar las ventajas tecnológicas de nuestras fuerzas militares sobre los posibles adversarios, debemos exhibir más moderación en nuestras transferencias de armas», recomendó Goldring.
El programa F-35 ya incluye un arreglo poco común con aliados de Estados Unidos, por el cual la venta del avión comenzará a la vez que se distribuya entre las propias fuerzas estadounidenses.
«No debemos agravar este error al considerar ventas aún mayores de los F-35», advirtió Goldring.
Mientras tanto, Francia negocia la venta de su avión de combate más moderno, el Rafale, a Emiratos Árabes Unidos.
Paradójicamente, durante la negociación de estas posibles ventas, en Viena se realizaron reuniones para acordar planes de aplicación del Tratado de Comercio de Armas, que pide a los países que tomen en cuenta los posibles efectos de la venta de armas para los derechos humanos, entre otros asuntos de índole humanitaria.
«Los proveedores y receptores de Medio Oriente por igual necesitan con urgencia hacer este tipo de reevaluación. Lamentablemente, los informes recientes sugieren que todo sigue igual» en la región, sostuvo Goldring, quien también representa al Instituto Acrónimo ante la Organización de las Naciones Unidas sobre cuestiones del comercio de armas.
«Durante años, he escrito y hablado sobre la ‘falacia de la última jugada’ en la política exterior estadounidense. Seguimos repitiendo el mismo error, que es suponer que nuestros adversarios no responderán nuestras decisiones de política exterior. Una y otra vez, se comprobó que estábamos equivocados en este sentido. Es probable que suceda de nuevo en este caso», concluyó.
Editado por Kitty Stapp / Traducido por Álvaro Queiruga